Veinticinco años no son nada. Todavía estás en la edad de salir hasta las tantas, de darte a los placeres de la vida, de disfrutar ahora que tu cuerpo todavía no te juega malas pasadas y no has empezado a envejecer todavía, aunque ya peines alguna que otra cana. Es cierto, 25 años no son para tanto pero cuando hablamos de la tecnología, su valor se multiplica. Qué le vamos a hacer, la vida de un producto, obsolencia programada de por medio o no, es mucho más corta y soplar velas tiene más valor.
Hoy cumple un cuarto de centena una de las consolas más icónicas de la historia. Su historia es bastante peculiar, la de un chico regordete que no tenía las mejores especificaciones técnicas del momento pero que su persistencia logró convertirse en el ladrillo que sentara las bases de los videojuegos portátiles, a pesar de no ser la primera. Querida Game Boy, tú que si que fuiste un fenómeno.
El pequeño prodigio de Nintendo y Gunpei Yokkoi
Game Boy debutó en el mercado japonés el 21 de abril de 1989. Fue la apuesta de Nintendo por renovar su anterior línea de consolas portátiles: Game & Watch. En Kyoto lo tenían claro: había que dar un salto adelante y pasar de un sistema que sólo permitía cargar uno o dos juegos integrados a poder hacerlo de forma externa a través de unos rudimentarios cartuchos de escasa memoria.
El salto fue grande y pasamos de una pantalla que ya precargaba todos los gráficos en la pantalla a una pequeña bestia con una CPU personalizada para Nintendo y creada por Sharp: un núcleo a 4.19 MHz y 8kB de S-RAM que se podían extender, ojo, hasta los 32 kB. Cifras de risa hoy en día pero que en su época eran todo un avance teniendo en cuentas las dimensiones de esta máquina.
Gunpei Yokoi, diseñador de Nintendo, logró diseñar por fuera una de las consolas más reconocidas en todo el mundo y que hoy en día sigue sirviendo como referencia para identificar a los sistemas portátiles. Era gorda, bastante además, y es que esas cuatro pilas AA que garantizaban más de quince horas de juego bien lo valían, hoy por supuesto sería imperdonable semejante bicho.
Su pantalla tampoco era una maravilla pero sí que era un avance muy importante respecto a la anterior generación de consolas portátiles: una paleta de 2bits capaz de mostrar cuatro sombras de gris en una resolución de 160x144 píxeles. Todo ello sin olvidar que se trataba de una pantalla sin retroiluminación y con una cantidad de reflejos bastante generosa.
Fue un avance muy importante en el mundo de las consolas portátiles pero rápido le cogieron la delantera, en términos de hardware, otras consolas como Sega Game Gear. Una consola que no sólo tenía pantalla a color (160x144 píxeles pero con 32 colores y un tamaño de 3,2 pulgadas) sino que incluso sintonizaba la televisión con un accesorio adicional. De juegos tampoco iba mal, su catálogo supera la cifra de los 300.
Atari Lynx también era superior en el apartado técnico, también la TurboExpress de NEC. Entonces ¿cómo a pesar de ser la portátil menos potente de su generación fue capaz de vender más de 118 millones de consolas a lo largo de del mundo? La historia es interesante y nos viene a demostrar que más potencia no siempre se traduce en ser el ganador en una categoría.
Era un ladrillo, sí, pero entraba en el bolsillo y la batería duraba
Por muy irónico que parezca, una de las razones por las que la GameBoy color triunfó fue su tamaño. Era grande, era pesada y su pantalla era pequeña. Parecía condenada al fracaso pero hubo cosas que hizo muy bien y le sirvió para llevarse el gato al agua. Lo primero de todo era el hecho de ser una portátil que se podía llevar encima.
Es cierto que sus 90x148x32mm no eran precisamente finos y que para sostener esos 394 gramos durante horas hacía falta unos buenos brazos. Aún con eso, era bastante portátil. Las otras también, claro, pero ¿merecía la pena cargar con un un trasto bastante aparatoso y pesado si la batería duraba un suspiro? La verdad es que no y ahí la competencia de Nintendo falló.
Game Gear aguantaba cuatro horas de milagro, Lynx y TurboExpress algo más pero es que con sus pilas AA superábamos las diez horas sin despeinarnos. Es cierto que la pantalla era más sencilla pero no nos engañemos: la gente quería algo con lo que poder entretenerse fuera de caso, no lo más puntero del mercado que por aquel entonces (en consolas) era un pulso intenso entre Sega Megadrive y Super Nintendo.
El precio también ayudó a que Nintendo se posicionara con fuerza en el mercado: su precio de salida fue de 89.99 dólares. Game Gear subía a los 149.99 dólares (el sintonizador de televisión accesorio valía más que la consola por cierto), Lynx era más cara todavía (179.99 dólares, más tarde se vio obligada a venderla “pelada” por 99.99 para competir con Game Boy).
Todo esto fue importante para que la balanza se decantara a favor del pequeño ladrillo de Nintendo. Sin embargo, no sólo fue un icono de los 90 también fue una consola que sentó las bases de los videojuegos portátiles y es que su catálogo nos dejó auténticas joyas.
Sus juegos: explotando al máximo la paleta de cuatro tonos de gris
Parece mentira, a día de hoy, que con sólo cuatro colores se puedan hacer tantos juegos. De hecho, todavía hay desarrolladores que tiran de la verdosa estética de Game Boy para lanzar juegos nuevos. Al caso, el catálogo de la portátil de Nintendo no fue sólo muy extenso, 716 oficialmente, sino que contaba con títulos que fueron capaces de fundir un montón de baterías por todo el mundo.
El más conocido, a pesar de ser una reedición, fue Tetris. No era nuevo, todos le conocían pero el poder jugar al juego de puzzles más famoso de la historia en cualquier lugar fue un momento de éxtasis para muchos jugones. No fue el único el lograr rozar semejante grado de excitación.
Super Mario Land, Bionic Commando, Castlevania II, Donkey Kong Land, Duck Tales, Kirby’s Dream Land, The Legend of Zelda: The Link’s Awakening… La lista es interminable y algunos de sus últimos juegos (rozando el año 2000) fueron demoledores. ¿De quién hablo? De Pokémon, por supuesto. A día de hoy parece mentira que en esa consola tan limitada se pudiera jugar algo de esas características.
En lo personal, reconozco que me enganché durante muchísimas horas a un montón de estos juegos. Me sirvió para descubrir la gula de Kirby, la isla de Koholint en el universo de Zelda. Me hice con todos los pokémon varias veces y cada partida a Megaman II fue toda una aventura. También usé unos cuantos accesorios, como el cable de datos para clonarnos ese Mew que consiguió el primo de un amigo y que al final todos los chavales del barrio teníamos.
También tuvo algún que otro descalabro pero el catálogo es sin duda uno de los más completos y variados. Por desgracia, no todo llegó a Europa pero lo más destacado si que tuvimos oportunidad de probarlo. Resulta interesante ver que además la trayectoria fue muy larga para ser una consola: desde 1989 hasta el año 2001. Doce años, algo menos de la mitad de lo que celebramos hoy.
Su legado: Game Boy Color y las que vinieron después
Otras de las curiosidades de Game Boy fue todas las reediciones que tuvo. La más destacada quizá fue Pocket: una reducción de tamaño y dimensiones bastante considerable. Con dos pilas triple A podíamos disfrutar de muchísimas horas de juego. Además, vino en un montón de colores.
El formato clásico también tuvo unas cuantas ediciones, como aquellas transparente que sólo llegó a unos cuantos afortunados. Con el modelo Light se introdujo la retroiluminación, pero por desgracia nunca llegó a salir de Japón. Nos tuvimos que consolar con aquella lupa que integraba una luz. ¿Os acordáis?
Game Boy, la original, dio paso a su hermana de color que nos permitía disfrutar de un grupo exclusivo de juegos con tonos y matices vibrantes. Mientras, podíamos seguir disfrutando del resto con una especie de pantalla teñida que daba algo más de vida a tanto juego en blanco y negro.
Las siguientes ya las conocéis y las tenéis más recientes: Game Boy Advance, DS, 3DS… Nintendo le cogió el truco a las consolas portátiles y aunque algunas no vendieron tan bien si que ha tenido grandes éxitos. La generación actual, 3DS, ya va por más de los 40 millones de consolas pero con el problema de vivir con demasiada dependencia de Nintendo ante la falta de interés de los desarrolladores.
Mientras, celebremos con nostalgia recordando todos aquellos momentos que nos dio este fenomenal ladrillo: sus juegos, los accesorios, el ritual de soplar el cartucho cuando no funcionaba bien. La luz avisándonos de que las pilas estaban a punto de morir. Las partidas en el autobús, compartiendo la consola con amigos y familiares. Te has ganado un hueco muy especial en la historia de los videojuegos.
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