Es inevitable comparar 'Ghostwire: Tokyo', lo último de Tango Gameworks que llega este viernes a PC y Playstation en exclusiva temporal, con su otro juego más conocido: 'The Evil Within' y su secuela. Pero las diferencias saltan a la vista en cuanto se dan los primeros pasos por el Tokyo (concretamente el barrio de Shibuya) desierto de humanos y plagado de fantasmas que conforman el campo de juego de lo nuevo del estudio. Hay una atmósfera tenebrosa similar, algún que otro detalle argumental (de hecho, el juego iba a ser originalmente la tercera entrega de 'The Evil Within), pero el mismo planteamiento del gameplay va en una dirección opuesta.
La variación arranca en que, pese a que hay elementos sobrenaturales y siniestros en el argumento de 'Ghostwire: Tokyo', este no es un juego de aventura y suspense, sino primordialmente de acción. De hecho, Shinichiro Hara, que colaboró en el diseño de un juego tan orientado a la acción pura como la última versión de 'DOOM', se unió a Tango para ayudar a diseñar ese elemento en este juego.
Por desgracia, la acción de 'Ghostwire: Tokyo' dista mucho de ser la de un 'DOOM'. Es ágil y rápida, los tiroteos (llamémoslos así) son frenéticos y nos enfrentan a inacabables hordas de yokais y espectros del folclore japonés, pero las dificultades a la hora de apuntar convierten cada sección de tiroteo en un continuo esquivar y reapuntar que puede desanimar a los jugadores que no busquen una experiencia de acción tan frontal.
En cualquier caso, la cosa se equilibra conforme vayamos mejorando el árbol de habilidades de nuestro protagonista y tengamos más poder (y variedad de posibilidades para ejecutarlo) a nuestra disposición. El ejemplo más claro: los poderes acuáticos, fáciles de despreciar en un primer vistazo, pero muy potentes y versátiles.
Más interesante es toda la parte de exploración e incluso ejecución de misiones secundarias, que es donde el juego despliega sus auténticos encantos. A partir de una leve anécdota argumental en la que el jugador es poseído por un experto exorcista que le enseña todos sus trucos y tiene que usarlos para impedir una debacle fantasmal en la ciudad y reencontrarse con su hermana, el juego propone una historia de exploración, acción ocasional y muchísimo contenido secundario que le dan su auténtica personalidad.
Un mundo inagotable
Sin duda, lo más interesante de 'Ghostwire: Tokyo' es la posibilidad de perderse por un Shibuya con un mapeado que refleja fielmente la ciudad real, y que nunca deja de aportar ideas para ir más allá de la mera acción y los combates. Las misiones secundarias, la eterna pereza de los juegos con desarrollo de sandbox, se despliegan aquí con variantes muy interesantes: de exploración de pequeños espacios a mini-historias que parecen casi policiacos sobrenaturales. Muchas están inspiradas en historias recogidas por los guionistas del juego, y se nota el poso de tradición oral que hay en muchas de ellas.
Porque esa es otra cuestión: si te interesa el folclore japonés, 'Ghostwire: Tokyo' es una auténtica avalancha festiva de referencias a espectros y monstruos del país. Los principales son los yokai a los que se enfrenta el protagonista (nuestra favorita: la novia eternamente en espera de su prometido, francamente aterradora), pero como decimos, todo el juego transpira una devoción por las tradiciones japonesas, que van desde a los enemigos a los tronchantes nekomatas, gatos flotantes muy amigos de los juegos de palabras horribles que hacen las veces de buhoneros que venden equipo en juegos más tradicionales.
Aunque 'Ghostwire: Tokyo' es un juego de inmenso tamaño, que se desdobla en múltiples misiones secundarias, recolección de objetos y recogida de almas (que luego servirán para canjear por mejoras en nuestras habilidades), Tango no ha querido ponérselo muy difícil al jugador. La estructura de desbloqueo del mapeado por zonas hace que no nos sintamos abrumados por el tamaño en ningún momento, y el inteligente método de ascenso a los tejados y planeo da variedad, verticalidad y facilita la exploración.
'Ghostwire: Tokyo', pese a las apariencias, es un juego accesible y que se puede jugar con tranquilidad. Su excepcional apartado gráfico (los efectos de ray tracing en unos suelos eternamente mojados y que reflejan los gigantescos rascacielos son absolutamente espectaculares) y sus originales ideas para facilitar la inmersión (del uso del altavoz del mando a los efectos atmosféricos a través de la vibración del DualSense) redondean un producto que puede convertirse en una de las sorpresas más agradables del año. Porque a veces, solo necesitamos un rato de relajación mientras cazamos espíritus por las calles de Tokyo.
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