Estás tan tranquilo caminando por el mapa, enfrentándote a otros jugadores. Entras en una casa, coges un arma bastante buena y piensas "hoy sí, hoy me saco la partida". Sales de la casa y, sin previo aviso, alguien te llena el pecho de plomo. Ves la cámara de muerte y, sorpresa, resulta que tu némesis sabía que estabas detrás de la pared. Piensas "¿qué acaba de pasar?" mientras intentas salir de tu asombro. Pues lo que acaba de pasar es que acabas de ser víctima de una trampa / cheat, como quieras llamarlo.
Y si hablamos de cheats, es obligatorio hablar de Catfish, Cheat Ninja y el imperio de 70 millones de dólares que montó gracias a sus trampas para 'PUBG Mobile'. Esta es su historia.
Todo comenzó con 'PUBG'
Nos remontamos a 2017. Catfish estaba echándose una partida a 'PUBG' cuando, de repente, fue eliminado por un jugador que podía ver a través de las paredes. En su caso, cualquier jugador habría ante todo, blasfemado, cerrado el juego, vuelto a entrar y a dejarlo como una anécdota más. Catfish, que es ingeniero de software, quiso probar y desarrolló su propio sistema para él y sus amigos.
Así surgieron su wallhack y su aimbot. Para los menos jugones, un wallhack permite al jugador que lo usa ver a través de las paredes, con la ventaja evidente que eso supone. Un aimbot, por su parte, es un software de apuntado automático que, normalmente, suele apuntar a la cabeza por motivos evidentes.
En el vídeo sobre estas líneas podemos ver a Kenji, un jugador semiprofesional de 'Call of Duty: Vanguard', usando un wallhack en un torneo 2vs2. Es gracioso, porque se grabó a sí mismo y al monitor para demostrar que no usaba cheats.
Catfish, que tenía mentalidad de tiburón, dio con un socio comercial a través de un chat y empezó a vender sus cheats de 'PUBG' para iOS y Android. La distribución era sencilla, muy parecida a comprar una clave para un software de PC: pagas, te doy la clave, lo activas y a fingir que juegas bien. En este caso, era una suscripción mensual de entre diez y 15 dólares que generaba 350.000 dólares al mes, según el desarrollador.
Según explicó el propio Catfish a Motherboard, "el truco fue un gran éxito. Vendió miles de copias en unos pocos días. La gente nunca antes había visto este tipo de trucos en dispositivos móviles". Pero ese éxito acabó asustando al socio comercial, que temía que Tencent, la enormísima empresa de videojuegos detrás de 'PUBG Mobile', y la policía lo atrapasen. Es normal: en China esta práctica se considera un delito de piratería informática.
A eso hemos de sumarle que desarrollar un cheat no es fácil. Un cheat puede funcionar en la versión X, pero si el desarrollador lanza la versión X.1 es posible que el cheat dejé de funcionar. Es un toma y daca constante. En el caso del software de Catfish, el sistema (bautizado como Sharpshooter) constaba de una especie de emulador que corría el juego y el cheat.
¿Cómo solucionar este problema sin estar corriendo detrás de Tencent para burlar sus parches? Pidiendo acceso root. Es un proceso algo complicado y supone una enorme barrera de entrada, lo que provocó que los ingresos descendiesen. Además, estamos ya a finales de 2019 y 'PUBG' no está solo: ya habían llegado 'Fortnite' y 'Call of Duty Mobile'. ¿Siguiente paso? Expandirse a esos juegos.
Catfish y su equipo (desarrollar un cheat requiere personal) cambiaron de nombre y lanzaron Cheat Ninja, cuya web no está operativa actualmente. Gracias a esta expansión y a un nuevo socio comercial, Cheat Ninja llegó a India, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Egipto, lo que resultó en unos ingresos de 400.000 dólares mensuales. Ojo, 400.000 dólares al mes incluso con el requisito de tener el móvil rooteado.
Pero todo se viene abajo
Las empresas como Tencent no son ciegas. Son conscientes de que hay gente haciendo trampas y luchan activamente contra estos sistemas. No porque sean trucos y supongan riesgos, que también, sino porque los trucos echan para atrás a los jugadores legítimos, lo que se traduce en menos ingresos potenciales y más cuando hablamos de juegos como 'Warzone', 'Apex Legends' o 'PUBG', que son freemium.
En 2020, Tencent y la policía china intensificaron muchísimo la búsqueda de los creadores de trampas. Tencent denunció a Cheat Ninja e incluso arrestó a diez personas vinculadas a la organización en la llamada Operación Chicken Drumstick. Revendedores, dijo Catfish en la entrevista con Motherboard. Lo duro fue el arresto de dos de sus colaboradores más cercanos, He (apodado IIIIIIIII) y Wang. El primero el 12 de enero y el segundo el 20 de enero de 2021.
Catfish, que no era consciente de esos arrestos, recibió ciertos mensajes de IIIIIIIII que levantaron sospechas. Efectivamente, era la policía china haciéndose pasar por él. Catfish destruyó los discos a martillazos y borró los servidores. También se aseguró de no haber revelado información personal a sus colabores por el chat. Finalmente, cerró Cheat Ninja, cuyos trucos eran usados por 600.000 personas al mes.
El mensaje de despedida, enviado el 21 de enero a través de un canal de Telegram creado en 2019 al que, en este momento, le quedan nueve días de vida antes de que Telegram cancele la cuenta del dueño y cierre el canal, es el siguiente. En él, Catfish alega "problemas legales" con Tencent, asegura que dará más información cuando pueda y alerta de los posibles estafadores que puedan usar su nombre para vender trucos.
Desde ese momento, Catfish ha permanecido en las sombras. Nadie sabe quién es, nadie sabe dónde está y nadie sabe qué está haciendo. Lo último que sabemos de él es la entrevista con Vice en la que, además de contar la historia, dice que no va a vender trampas y que, de hacerlas, las hará para él y sus amigos.
Las empresas luchan contra los cheats
Más allá de la historia de Catfish y Cheat Ninja, las trampas para los juegos online son algo del día a día. No hace falta ser muy avispado para encontrar trucos para 'Warzone', 'Apex Legends', 'PUBG' o 'Rainbow Six Siege'. Por eso las empresas de videojuegos se arman contra ellos usando medidas que, según el punto de vista, pueden ser intrusivas.
Dos de las más polémicas han sido Vanguard, el sistema antitrampas a nivel de kernel de 'Valorant', y Ricochet Anti-Cheat en 'Call of Duty'. Activision Blizzard, por ejemplo, castiga con la expulsión permanente de la franquicia al que viole repetidamente su política de seguridad.
El problema es que las trampas en los videojuegos son tan antiguas como los videojuegos en sí mismos y luchar contra ellas es como el gato y el ratón: yo hago un cheat, tú lo parcheas, yo hago otro cheat, tú lo parcheas y a ver quién aguanta más. Por eso se persigue, por eso hay denuncias y arrestos de tramposos y por eso el uso de trampas en los videojuegos es un debate que está lejos, muy lejos de acabar.
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