'Warcraft III: Reign of Chaos' no tuvo una edición especial de lanzamiento en España, pero allí donde lo compré -una modesta tienda de la ya desaparecida cadena Centro Mail- me regalaron una enorme figura de Muradín, el Rey de la Montaña, con montones de articulaciones; una espectacular camiseta serigrafiada de la imagen que tienes en pantalla y una especie de folletín con ilustraciones del juego. Artículos que todavía atesoro, así como mi copia original, su expansión, sus bastante curtidas instrucciones y, lo más importante, casi 20 años de experiencia acumulada como jugador.
Creo que es necesario matizar que aquel comercio no desapareció por ofrecer generosos y espectaculares incentivos. Ni siquiera me consideraba un cliente habitual. Simplemente, fui a reservarlo tan pronto como se anunció. Me emocioné -mucho- cuando Blizzard mostró su primer tráiler. Lo otro fue cuestión de suerte. Y no me refiero a la casualidad en forma de regalos e incentivos para los primeros compradores, sino a que la tercera entrega de 'Warcraft' acabó siendo tan, pero tan buena.
Recuerdo como si fuera ayer cuando descargué y vi aquel vídeo, así como la exagerada manera en la que lo revisionaba escudriñando detalles: dos guerreros frente a frente y un enorme coloso en llamas llevándose a ambos por delante. El simple logo que coronaba el anuncio me hizo levantar del asiento como muy pocos juegos actuales consiguen replicar. Ya no se trataba de una cinemática impresionante, que también, sino de la sensación de ver el regreso de una saga a la que había dedicado una barbaridad de horas. A lo largo de esa semana me dí cuenta que no era el único que sentía aquello.
Estupendas vibraciones que se correspondieron con la experiencia final. Una que te atrapaba desde su propia escena de apertura. El departamento de animación de Blizzard había conseguido un nuevo hito de calidad, si, pero aquellas escenas con alma y carácter solo eran las capas superficiales de 'Warcraft III'. Aperitivos de las cuatro campañas incluidas en el juego base. las cuales habían sido elaboradas con un mimo especial; y un multijugador sencillamente impecable. Adictivo e incombustible.
Dicen que la vida son etapas. Círculos. Que las cosas que van y vuelven. La realidad es que, 17 años después, vuelvo a estar igual de impaciente por el lanzamiento de 'Warcraft III'. O, más bien, su versión reforjada. Una revisión con un apartado visual y técnico totalmente actualizado, integrado en el ecosistema Battle.net y con sus correspondientes ajustes jugables.
Eso sí, esta vez, cuento con dos ventajas extra de cara a este relanzamiento. Dos factores que hacen que todavía más especial y personal esta puesta al día del juego de estrategia que me apasiona. Por un lado, el mero hecho de que no he dejado de jugar a la llamada a convertirse en la versión clásica de 'Warcraft III' durante todos estos años. Por otro, que ya he podido poner a prueba las novedades. Y estoy completamente fascinado con ellas.
Warcraft III: sentando cátedra en la estrategia en tiempo real desde 2002
Los clásicos nunca pasan de moda. Y a los de Blizzard, además, el tiempo le sienta fenomenal. La tarde de un 5 julio de 2002 comencé, junto con mi hermano, la primera de una incalculable serie de partidas a ‘Warcraft III: Reign of Chaos’ y, lo único capaz de interrumpir definitivamente mi regreso a su propuesta de fantasía y estrategia en tiempo real es su cada vez más tangible revisión ‘Warcraft III: Reforged’. Una que ya se juega en Battle.net en calidad de beta.
Siguiendo los pasos de 'Starcraft' y tras años de rumores bien fundamentados en torno a la existencia de su desarrollo, esta versión “reforjada” del clásico de estrategia nace con el objetivo de ofrecer un ya merecido relevo a la experiencia original. A fin de cuentas, 'Warcraft III' tiene un tirón que ya quisieran otros RTS. Eso sí, no todo el mérito se debe a los leales jugadores, la propia Blizzard pone su granito de arena puliendo la experiencia a través de actualizaciones, siendo la más reciente (recordemos, lanzado inicialmente en 2002) la liberada a principios de este mismo año.
La duda se plantea sola: el conjunto de elementos no ha envejecido mal en absoluto. Entonces, ¿Por qué un remake? ¿Qué es posible encontrar en 'Warcraft III' a día de hoy? Por lo pronto, debido a que la comunidad de jugadores sigue viva, está muy activa y sigue jugando al mismo juego de 2002 con las bandas laterales en sus PCs modernos.
Pero claro, también está el hecho de que -como ocurre con 'Starcraft'- el remake de 'Warcraft III' no eclipsará el título original. Al menos, de primeras. Es más, con las reservas de ‘Warcraft III: Reforged’ se ofrece una copia digital de la versión clásicas.
Pero también ofrece incentivos no menos tentadores para quienes vienen de nuevas. Incluso para quienes vienen de 'World of Wacraft'. Nos referimos a una propuesta de estrategia sólida protagonizada por cuatro facciones realmente diferentes y exquisitamente equilibradas, un apartado artístico soberbio y una trama argumental profunda con giros y momentos épicos.
Aunque son los veteranos los que se llevan la parte del león. A fin de cuentas se trata del remake de un juego en el que, casi veinte años después, uno sigue aprendiendo con cada partida, se gane o se pierda. Aunque confieso que mi ratio de victorias iniciales poco tiene que ver con os tropiezos y novatadas que pague en mi Pentium 4.
Lo cual no quita que Blizzard las fases iniciales de la beta se vieran envueltas en problemas técnicos que entorpecieron el tan deseado redescubrimiento.
Del patinazo inicial al redescubrimiento del clásico
De manera instintiva, y como hace 17 años, hice mi reserva de ‘Warcraft III’ en cuanto asomó la etiqueta con el precio. Eso sí, esta vez no era una corazonada, sino una inversión de futuro de alguien con -literalmente- miles de horas de juego a sus espaldas.
Sin mirar los incentivos de reserva ni los requisitos mínimos y recomendados (los cuales no aparecen en la web a día de hoy) me lancé directamente a por la Spoils of War Edition. Y si mañana anuncian una edición en físico, tengo claro que también saltaría a por ella.
Por segunda vez con ‘Warcraft III’, y sin que sirva como precedente, la suerte sopló en favor de los Early Adopters: Blizzard habilitó una beta para quienes apostamos por la reserva. La mala noticia, por otro lado, es que los primeros días fueron un desastre.
Me gustaría decirte que mi primera toma de contacto con el remake de ‘Warcraft III’ fue como la seda, pero te mentiría. A fin de cuentas, el propósito de las betas en los videojuegos es poner sacar a relucir lo bueno y lo malo. En el caso de ‘Reforged’ no relucía ni lo uno ni lo otro.
Al poco tiempo de iniciar partida te podían pasar tres cosas: que la imagen se quedara congelada, que uno de los jugadores fuese expulsado de la partida o el cierre total del juego. No eran casos aislados. Reddit, como buen descansillo al que todo el mundo asoma cuando se va la luz, confirmaba que un notable número de jugadores se enfrentaban al mismo problema.
Que no se entienda mal. Agradezco que estas complicaciones aparezcan antes de la salida oficial. De este y de cualquier otro juego. Otra cosa es que, por enésima vez, me haya topado con un pre-lanzamiento con amplio margen de mejora por parte de Activision Blizzard, uno de los titanes del videojuego. Pero esa es otra historia.
La hora de ruta de cara al relanzamiento de ‘Warcraft III’ consistía en lanzar una beta por fases, de manera que inicialmente sólo sería posible acceder a dos facciones (orcos y humanos) y un puñado de mapas multijugador, implementando de manera gradual todos los contenidos online en las fases posteriores.
Otra cosa, claro, era poder llegar más allá de los menús.
No se trataba del hecho de jugar en sí. La reserva incluía la versión clásica en digital. Estamos hablando del chasco de abordar el juego con nueva ilusión, relegando la espera a la siguiente actualización de la beta y la suma de nuevos contenidos.
Paradojas de la vida, la actualización en la que se incluyó la Plaga de los No-Muertos dió nueva vida a la beta. Los fallos de la beta fueron subsanados y desaparecieron las frustraciones al concluir las partidas tras los primeros compases.
Dicen que después de la lluvia sale el sol, y he de reconocer que ese traspiés me hizo apreciar de manera todavía más especial la experiencia “reforjada” en movimiento y en todo su esplendor.
Pero qué bien le han sentado los años a ‘Warcraft III'
Como comentamos al principio, ‘Warcraft III: Reforged’ nace del concepto de dar el relevo a ‘Warcraft III’ y su expansión ‘The Frozen Throne’. Y pese a que su apartado visual completamente renovado es lo primero que llena el ojo al jugador al arrancar la partida, los planes de de cara a esta versión son bastante más ambiciosos.
Sí, Blizzard ha reimaginado y actualizado artísticamente cada unidad, cada construcción, cada textura y cada pequeña fracción del juego original para que casen con lo que se espera de un juego de estrategia actual, pero, a su vez, consigue mantenerse totalmente fieles a los modelos originales, cuyo logro reside ofrecer unos personajes y modelados más definidos y nítidos y, desde ahí, insuflar nueva vida al conjunto.
No todo es un calco de lo que había antes, claro. De hecho, la propia interfaz de juego de la beta es diferente al menú principal conocimos hace casi dos décadas. Más organizada, directa e intuitiva, de modo que todas las opciones de partidas online están a la vista antes de empezar a buscar otros jugadores.
A fin de cuentas, uno de los puntos clave de ‘Reforged’ es su integración en el launcher de Battle.net, la aplicación de Blizzard para escritorios y la piedra angular desde la que nace su propio ecosistema de juegos. Con lo que no solo tiene que buscar la nostalgia, sino dar la bienvenida a los nuevos jugadores.
Si bien Blizzard ha mantenido la esencia del 'Warcraft III' original intacta con un intachable respeto, también se ha aprovechado para actualizar el estilo visual por aquí y por allá, añadiendo más detalles a las construcciones, haciendo que los iconos de unidades vayan más en consonancia con el arte actual de 'World of Warcraft', reimaginando el diseño de algunos héroes para encajar más con lo visto en el MMORPG e incluso añadiendo nuevos sonidos, voces y nombres para que casar con el conjunto.
En ese aspecto, esa es la dirección hacia la que quiere ir el estudio implicado en el diseño de ‘Reforged’ por parte de Blizzard. Un grupo reducido, pero peleón de desarrolladores veteranos que consiguen grandes resultados gracias a su pasión por los ‘Warcraft’ clásicos y a que cada uno de ellos se puede desenvolver en varias tareas a la vez.
Como somos un equipo pequeño todo el mundo tiene que hacer algo que, en circunstancias normales, no le corresponde. Podrás ver cómo los del departamento de diseño ayudan a los responsables de arte o a los productores y, a la vez los productores trabajarán también en el arte del juego y el diseño.
No quiero que se malinterprete como algo negativo. Somos un equipo pequeño pero peleón, y estamos muy orgullosos de lo que hacemos con los recursos que tenemos.
Pequeños grandes detalles, como que al jugar con el Señor de la Cripta por éste dejará de jurar por 'El trono de Hielo' para empezar a dedicar sus gritos de guerra al 'Trono helado'. Además, claro, de un relevo en lo referente a los actores de voz que unifica totalmente el juego de estrategia con el mundo abierto multijugador.
Si bien, mantenerse fieles al juego original y tender un puente a 'World of Warcraft' supone un doble desafío, lo ciento es que Blizzard ha ejecutado esa unificación con maestría. Sin embargo, pese al enorme reclamo que esto supone y al todavía mayor trabajo que hay detrás, se trata solo de una mejora tan necesaria como superficial.
A golpe de vista, 'Warcraft III Reforged' aprovecha para actualizar la interfaz de usuario, amplía lo que se muestra en pantalla con vistas a los monitores y, de paso, aprovecha para reequilibrar la jugabilidad a todos los niveles. Tanto, que tuve que bajar la sensibilidad del ratón en las opciones de jugo para que, tras el nuevo ajuste, no perdiera de vista mi base o mis tropas con los mismos apasionados movimientos de ratón de las versiones clásicas.
Dicho lo cual, a la hora de jugar online, 'Warcraft III Reforged' es como volver a casa el mismo día y encontrarte cada cosa ordenada y en su sitio, pero con ese brillo especial que tienen las cosas nuevas.
La veteranía marca la diferencia en el multijugador de ‘Warcraft III'
Tras algo más de una decena de horas de juego a 'Warcraft III Reforged' confieso que mi estrategia y mi manera de jugar poco ha evolucionado desde 'The Frozen Throne'. Otra cosa es mi racha de victorias, la cual se ha visto sanamente reforzada.
A fin de cuentas, la experiencia es un grado y sistema de emparejamiento de la beta nos mete a todos los jugadores - primerizos, experimentados e inspirados en racha- en el mismo saco. Al menos, de momento.
Tengo que admitir que la primera partida que gané fue de fue de forma deshonrosa. Yo con los humanos y mi único enemigo como los orcos. Tras una colisión de fuerzas en la que salí perdiendo, mi rival consiguió reponer tropas antes que yo e impedir que pudiera recomponer mi ejército. Ese movimiento hizo que quemase sus recursos mientras que yo conseguí expandirme rápidamente en las dos únicas minas restantes con un mínimo de tropas.
Al final, la partida concluyó con mi enemigo desistiendo y yo sin apenas capacidad ofensiva, ya que éste no contaba con las dos ventajas de mi facción: poder construír más rápido y que mi ingente cantidad de constructores podían entrar a combatir llamados a una batalla. En una batalla al desgaste yo tenía las de ganar.
Dicho lo anterior, lo cierto es que en 'Warcraft III' la partida se gana en los tiempos de carga. Ves el mapa y estableces tus prioridades: qué construir, cuando mejorar, qué héroe es más interesante y, sobre todo, qué plan seguir viendo las razas de nuestros aliados y enemigos.
¿No hay margen para la suerte? Bueno, si te digo la verdad ha sido agradable ver, casi dos décadas después, los mismos saludos de cortesía en el chat de juego y cerrarlos con dos letras acompañadas por una sonrisa en forma de emoticono: gl (good luck). Todo, durante los siete segundos de margen que da empezar a establecer la base y agotar la primera tanda de recursos.
No me enorgullezco de haber ganado sacando ventaja de los que apenas saben jugar, pero reconozco que jugar con gente de más nivel al que estoy acostumbrado, como aliado en partidas por equipo o enfrentándome frontalmente a ellos, ha sido realmente enriquecedor.
Por supuesto, 'Warcraft III Reforged' incluye los contenidos de la expansión y las actualizaciones más recientes, y se reconoce rápidamente quién viene de las dos primeras entregas o de Starcraft por el modo en el que no se aprovechan los recursos de las bases, los accesos directos de teclado durante las invasiones o ves como no hay una sinergía entre el héroe elegido para liderar las tropas y la clase de tropas que usa.
Un reflejo de que reforjar 'Warcraft III' es una estupenda idea. Pero también de que la comunidad de jugadores sigue creciendo. Y todo apunta a que lo hará todavía más con la versión final del juego.
Lo que me está gustado del remake, y lo que no tanto
Tras el traspiés inicial, es posible ver la dirección del multijugador de 'Warcraft III', y pinta de maravilla: el clásico de la estrategia ha sido forjado de nuevo manteniendo todas las lecciones aprendidas a través de sus ajustes, y el nuevo balance de unidades. Pero también renueva su propuesta de juego con vistas a los jugadores más devotos, los que sencillamente están interesados en expandir el lore de 'Warcraft' y aquellos que buscan una propuesta de RTS con un toque de fantasía.
Dicho lo cual, tengo que reconocer que no todas mis sensaciones son positivas, Hay elementos que me parecen una genialidad y otros que podrían haberse planteado de otra manera.
- Por lo pronto, el renovado aspecto visual del juego es un acierto absoluto. Quizás sea posible ser más ambicioso en lo referente a los acabados, pero incluso con la cámara más alejada es posible aprecia el enorme mimo y nivel de detalle puesto en cada elemento del juego: los entornos, la decoración, las armaduras de las unidades, los elementos más sutiles de cada edificio.
También me fascina que Blizzard haya querido llevar los diseños de los personajes hacia lo visto en las ilustraciones de Samwise Didier de hace 20 años, cuando 'Warcraft III' estaba en desarrollo y buscando su propia identidad visual, en lugar de replicar los modelos vistos en 'World of Warcraft'. Los héroes lucen de escándalo, las unidades no se quedan atrás e incluso Morlocks lucen mejor que nunca.
A nivel personal, por otro lado, confieso que echo de menos las voces originales de la versión española. El trabajo de localización de la serie Warcraft siempre ha sido soberbio, incluyendo las dos primeras entregas, y comprendo el colosal trabajo que hay detrás de unificar los nombres y las voces con 'WOW'. Incluyendo el inconfundible acento de los Trolls. Pero, precisamente por ello, siento que echaré de menos los nombres con apellidos en inglés, todos los anglicismos y traducciones previas al MMORPG y voces concretas en las unidades y héroes que siempre he usado.
En lo referente a la distribución de la pantalla me quito el sombrero a cómo Blizzard ha ampliado la cantidad de zona visible en cada lado del encuadre general sin que eso condicione la experiencia y resulte ventajoso para las unidades con predisposición al espionaje.
Eso sí, la interfaz de usuario seguirá ocupando la misma cantidad de espacio de siempre. Blizzard no ha querido apostar por actualizarla y mantendrá cada cosa en su sitio, para alegría de aquellos que le tienen pilladas las distancias a cada cosa con el propósito de construir en tiempo récord.
En cuanto a la integración en Battle.net, considero que se ha planteado de manera bastante acertada. La actual conexión de ‘Warcraft III’ a los servidores de Blizzard se hace desde fuera del launcher y eso, a día de hoy, limita la incorporación de novedades y mejoras por parte de los propios desarrolladores.
De hecho, gracias a la integración en entornos propios y a que, desde hace relativamente poco, la saga de estrategia de ‘Warcraft’ también cuenta con su propio RPP (Reino de pruebas públicas), una especie de laboratorio en el que los propios jugadores pueden ayudar a ajustar las próximas novedades.
Finalmente, admito que los menús de juego de la beta son mucho más agradecidos que los de 'Warcraft III' y se prestan más y mejor a que el jugador alterne de facción y modo de juego. Aunque hay muchas cosas en el aire, como el sistema de clanes o de progresos.
No podemos olvidarnos de la campaña de 'Warcraft III' y su expansión 'The Frozen throne', dos piezas fundamentales dentro de la propia experiencia. Sin embargo, nos tememos que tendremos que esperar un poco más de lo deseado para ponerlas a prueba y ver si aguantan el tipo tan bien como su online. Eso sí, Blizzard ya nos adelanta que habrá cuatro horas de cinemáticas del juego rediseñadas.
Mucho más que una puesta a punto visual: el renacer de la auténtica experiencia ‘Warcraft’
Entonces, ¿qué implica la entrada de ‘Warcraft III’ en Battle.net? Blizzard promete una asignación de partidas multijugador moderna, con la tecnología de la casa y las ventajas de zambullirse de lleno en un propia comunidad forjada durante décadas. Con sus propios sistemas de chat interno (recordemos que ‘Overwatch’ para Switch se beneficia de esto) y nuevas y mejores herramientas para crear partidas personalizadas. Y esto último es esencial.
Si bien en las dos primeras entregas de ‘Warcraft’ los editores de mapas extendían la jugabilidad hasta el infinito, es en ‘Warcraft III’ donde se abrió la caja de pandora, siendo en su propio software donde -literalmente- se fraguaron experiencias como el propio ‘DOTA’ de Valve. La mejor integración permitirá mejor feedback, y a su vez, ofrecerá a los jugadores la posibilidad de explorar nuevas maneras de jugar, incluyendo modos de ARPG (tipo ‘Diablo’) Tower Defense, supervivencia, MOBA y más.
Entonces ¿qué pasa con ‘Warcraft 4’? En 2015 Blizzard ya dejó caer que un supuesto ‘Warcraft 4’ (o ‘StarCraft 3’) tendrían cabida sólo si los jugadores quieren. De hecho, en desde el estudio aseguran que tienen más planes en desarrollo que jamás en su historia, aunque la realidad es que su nueva prioridad son los dispositivos móviles. Y eso no ha gustado a sus fans.
'Diablo Immortal' será el primer título de la compañía en probar suerte en móviles, y lo cierto es que el resto de sus grandes licencias irán detrás. Incluso se prevé la llegada de un 'Pokémon Go' basado en 'Warcraft'. A fin de cuentas, tienen motivos para hacerlo: la App Store y la Google Play Store no solo son mercados terriblemente jugosos, sino que son una ventana de venta a contenidos extra que, queramos o no, llevamos con nosotros en el bolsillo durante la mayor parte del día que pasamos despiertos.
El mejor ejemplo de esto lo encontramos en ‘Diablo IV’, el cual nos ha llenado el ojo para bien, pero que también nace para satisfacer el abrumador interés por regresar al Santuario a por nuevas aventuras. Sin embargo, y volviéndonos a centrar en la saga de estrategia y fantasía, el futuro de 'Warcraft' como saga de estrategia está en ‘Warcraft 3 Reforged’.
Con Warcraft 3 Reforged’, Blizzard hace una apuesta sobre seguro, desde luego, pero también un paso al frente dentro de la saga de RTS, ya que el remake no se limita a darle brillo al logotipo y pulir el aspecto de sus héroes y unidades. Va a relanzar el juego en todos los aspectos y poniendo toda la carne en el asador.
A diferencia de ‘World of Warcraft Classic’, o la versión free-to-play de ‘StarCraft II’, la edición final de ‘Warcraft 3 Reforged’ viene full-equip y con todos los extras, incluidas las 62 misiones de un solo jugador y con una narrativa rediseñada, así como los contenidos (héroes, campañas, mapas, etc.) de la expansión ‘The Frozen Throne’. Y, lo que es más importante, una jugabilidad reequilibrada.
Dicho de otro modo: ‘Warcraft 3 Reforged’ podrá entrar directamente dentro de los circuitos competitivos de Blizzard, siendo a su vez un reinicio jugable para muchos de los que ya le hemos dedicado miles de horas a las ediciones que pasarán a ser clásicas desde el momento en el que esté disponible. Revivir las campañas está muy bien, pero descubrir cómo se ha evolucionado la experiencia de juego a través de sus unidades y de qué manera se pueden trazar nuevas estrategias ya es un poderoso reclamo.
Está claro que Blizzard está dispuesta a establecer un interesante precedente con ‘Warcraft III’ y volver a competir frontalmente en el terreno de la estrategia con una Microsoft que nos ha asombrado con ‘Age of Empires IV’. Y, pese a que no hay una fecha en el horizonte, tiene todo lo necesario para que la jugada le salga bien. A fin de cuentas, 2019 es el año en el que ‘Warcraft’ ha regresado a sus orígenes, y revivir -o más bien, reforjar- su saga de estrategia es el homenaje definitivo a su legado y sus fans más veteranos.
Y, por qué no decirlo, una manera perfecta de reunir ideas y un feedback impagable de cara a una hipotética cuarta entrega numerada. Un 'Warcraft 4' por el cual muchos seguimos suspirando pese a que, con el lanzamiento 'Warcraft III Reforged' estamos servidos para otros 17 años.
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