Desde las primeras noticias del juego (anunciado allá por la Blizzcon de 2019) se nos había dejado claro que esta nueva entrega del juego de Blizzard iba a dejar más que satisfechos a los jugadores de largo recorrido de la franquicia. Las primeras experiencias jugables, como estas que cuentan nuestros compañeros de 3DJuegos, que describen a fondo una demo especial para prensa, solo refuerzan esa impresión. 'Diablo IV' es el 'Diablo' de toda la vida.
Mario Gómez destaca dos elementos clave del juego, ambos esperables pero también esenciales para que 'Diablo IV' sea una experiencia digna de recordar: primero, es muy divertido (a veces se nos olvida hasta qué punto los primeros 'Diablo' tenían un equilibrio absolutamente magistral entre un ritmo febril, una engañosa sencillez y un acabado visual que propulsaba todas las mecánicas); y segundo, técnica y artísticamente es sumamente sofisticado.
Esa sofisticación viene, en buena parte, de su renovado motor gráfico, que renueva cinemáticas, aspecto visual y animaciones. Y le da un tono oscuro a todo que define la atmósfera del juego. En 3DJuegos comparan la ambientación de este 'Diablo IV' nada menos que con el manga de Kentaro Miura 'Berserk', todo un hito de lo siniestro y lo macabro. Desde luego, si es así las expectativas están altas en cuanto a muerte omnipresente, feísmo medieval, enfermedad y crisis.
Problemas con los carismas
Sin embargo, y empezamos con los peros, 3DJuegos parece encontrar algún problemilla con el carisma de los personajes, desde nuestra villana principal Lilith hasta los PNJ humanos. Quizás proceda del hecho de que los sucesos tienen lugar décadas después de la expansión 'Reaper of Souls' de 'Diablo III' con lo que encontramos cambios tanto en el narrador como en la guía del jugador. Todo ello, sin embargo, queda absolutamente amortiguado por sus escenas cinemáticas con presentación de personajes y que, nos cuenta Mario Gómez, son de los más espectacular que se ha visto en el género, así que más allá del Acto 1 hay espacio para la mejora.
Finalmente, está el elefante en la habitación de este 'Diablo IV': es un mundo abierto, y hay que afrontar que quizás ese planteamiento entre en conflicto con la estructura cabezona y encerrada en sí misma de anteriores juegos de la serie. Por suerte, al parecer, Blizzard lo ha planteado con acierto, y recordamos las palabras del responsable de la franquicia, Rod Fergusson: "Una de las preocupaciones por poner ‘Mundo Abierto’ es que la gente tiene esa noción de 'Breath of the Wild' de ‘Oh, es completamente orgánico y puedo ir a cualquier parte' (...). Nuestra historia permite la no-linealidad, pero hay una historia. Queríamos que tuviera un principio, núcleo y final”.
La exploración, al parecer, está abierta, y se anima al jugador a que la ponga en marcha, pero más como un empujón para que mejore a su personaje, lo que le permitirá desde visitar a un Alquimista para que incremente la potencia de sus pócimas de salud a entrar en su árbol de habilidades, que al parecer en esta ocasión adquiere unas dimensiones espectaculares. Aquí ya entran las preferencias de cada jugador, y si se encuentra más cómodo jugando con una máquina de matar capaz de recibir daño constante o con un mago que despliega hechizos letales en retaguardia.
Sin embargo, donde se percibe el peso del mundo abierto es en las misiones secundarias y los eventos que brotan en el juego, al parecer de forma arbitraria. En cualquier caso es un juego que, por lo que se cuenta, bebe más del memorable 'Diablo 2' y destila solo las partes buenas de 'Diablo 3'. En cualquier caso, aún queda mucho por descubrir del título de Blizzard (empezando por el multijugador, siguiendo por la posibilidad de jugar con distintas clases), y de momento todo parece prometedor.
Ver 15 comentarios