El nuevo 'Prince of Persia' es un metroidvania que huele a clásico gracias a su forma de innovar en el género

Vuelve un auténtico mito de las plataformas y la exploración, en una versión que pone el acento en las mecánicas metroidvania

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Desde que se anunció por primera vez, esta nueva entrega de la franquicia 'Prince of Persia' llamó nuestra atención: para toda una generación de jugadores veteranos, el primer 'Prince of Persia' supuso un impacto difícil de igualar. Las cuidadas animaciones de su protagonista y su tenebrosa atmósfera de mazmorras orientales eran los elementos clave de un par de juegos que además, supieron hacer la transición a las 3D de forma muy notable en la generación PS2, introduciendo el elemento de la manipulación del tiempo.

'The Lost Crown', con sus primeras imágenes en movimiento, nos hizo arquear las cejas: mecánicas extraídas del clásico, pero con una estética moderna que no estaba claro si terminaría de encajar con los saltos precisos y la velocidad acrobática que 'Prince of Persia' exigió en su día a los jugadores. Sin embargo, ahí flotaba el estupendo precedente de 'Metroid Dread': una soberbia adaptación a los tiempos modernos de una franquicia 2D clásica que no hacía que nos olvidáramos de los 'Prime', pero que mantenía el legado de Samus intacto.

Ahora que hemos podido probarlo a fondo, el resultado ha superado las primeras impresiones: pese a que la matemática exactitud pixelada del original es sencillamente insuperable para la precisión de un juego en el que cada salto debía estar calculado al milímetro, 'The Lost Crown' gana en términos de ambientación, colorido, variedad y rapidez. Pese a algún problema en el que ahora entraremos, esta nueva entrega es una nueva aportación a la historia que está a la altura del legado de la franquicia.

Y eso que resulta difícil entrar, de primeras, en la propuesta: un argumento confuso y no muy trabajado supone la primera barrera para un jugador que acabará echando de menos el esquemático "rescata a la princesa" de tantas entregas previas. Aquí será un príncipe persa a quien tengamos que rescatar, pero todo se embarulla con nuestra pertenencia, como el guerrero Sargo, al grupo de los Inmortales, al servicio de la corona. Habrá innumerables documentos con lore para descifrar quiénes somos y qué hacemos ahí, pero es muy posible que te encuentres saltando diálogos a toda velocidad, ya que la historia no engancha desde el principio.

Vueltas y más vueltas

Los parajes que tendremos que explorar serán los del bosque Qaf, en el que destacan una docena de biomas distintos, cada uno con su propia variedad de vegetación, enemigos (hay nada menos que 65 distintos) y trampas. Estamos ante un metroidvania de pura cepa, así que prepárate a ir y venir, a recorrer zonas en busca de la apertura de una puerta que dejaste atrás horas antes, o de habilidades especiales que nos den acceso a zonas antes restringidas. Y todo aderezado con una buena cantidad de misiones secundarias (a menudo, la caza de tesoros escondidos en los rincones de Qaf) que multiplicarán las horas de juego.

Sin duda, el elemento diferenciador con otros juegos de género metroidvania son los poderes del tiempo, que permiten hacer auténticas virguerías para superar zonas laberínticas. No son el núcleo principal del juego, así que no te esperes complejas estrategias de combate basadas en el rebobinado: aquí casi todo se aplica a la exploración, pero en ese sentido, 'The Lost Crown' cumple sobradamente bien. De hecho, hay incluso ideas, como la "memorización" inmediata de cualquier zona para volver a ella más adelante, de la que deberían tomar nota futuros juegos del género.

¿Cuál es el problema del que hablábamos al principio? Todo esto tarda demasiado en llegar, y los jugadores más impacientes se pueden desesperar ante unos desafíos y una dificultad que progresa muy lentamente. Frente a la majestuosa curva de dificultad de 'Dread', que en un par de horas tenía al jugador completamente metido en harina, aquí tenemos una narrativa algo morosa y un descubrimiento lento de las posibilidades del juego, lo que a veces se hace cuesta arriba.

Es la única pega (desdeñable, desde luego, si tienes suficiente paciencia) para un juego que brilla en las posibilidades de exploración y también con las mecánicas de combate, que prácticamente se gestionan solo con un botón para atacar y otro para defender (el parry se convierte en poco tiempo en auténtico protagonista de los duelos). Este desarrolllo lento y poco habitual en los juegos de inspiración retro es un problema menor para una interesantísima revitalización de una franquicia que permanecía congelada, y que esperamos que nos dé muchas alegrías en el futuro.

Cabecera: UbiSoft

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