Con WiiU, la octava generación de videoconsolas de sobremesa daba el pistoletazo de salida. Tras ella, Sony medio presentó PlayStation 4 y todo apunta a que Microsoft enseñará su nueva consola antes del E3, donde esperamos ver novedades jugosas en todos los frentes.
Con la octava generación a medio definir, surge una cuestión bastante importante y también recurrente: ¿qué se juegan las marcas? Quizá ahora más que nunca, la pregunta es fundamental ya que la industria del videojuego vive un momento con muchas dudas en el aire.
La multipantalla, entre converger y competir
Que cada vez usamos más una pantalla para hacer algo es un hecho. Estamos siempre pendientes del móvil, cogemos el tablet en todo tipo de situaciones y, aunque suene redundante, usamos una segunda pantalla cuando estamos viendo otra pantalla, como el televisor.
Aquí se da una doble vertiente que las consolas tienen que tener en cuenta. Por un lado tienen que aprender a converger con estas pantallas. Las tres grandes lo están haciendo: podremos acceder a MiiVerse desde el móvil, Sony tiene planes para que también podamos usar el móvil y Xbox ya hizo lo propio con Smart Glass y la integración con Windows Phone.
Estar atentos a dos pantallas a la vez, y más cuando se trata de un juego, quizá es algo caótico. Sin embargo, es cierto que el videojuego tiene que expandirse más allá de los límites del televisor y llevar su universo a otros dispositivos: que la experiencia transcienda y sigamos conectados.
No se trata ya sólo de jugar sino de que la red vaya en nuestro móvil y no esté sólo anclada a la consola y al momento en el que estamos jugando. Aquí parece que todos lo tienen claro, quieren estar ahí. Lo que no termina de estar tan claro es si realmente los modelos por lo que están apostando son útiles. ¿Ofrecerán valor? ¿Querremos llevar la experiencia de juego más allá del tiempo que dedicamos a la consola? ¿Querremos estar ahí y no en otras redes?
Más allá de la convergencia tenemos a la competencia. Nintendo logró atraer a una gran masa de público con Wii. Lo que se ha venido a llamar, de forma peyorativa, como público casual. Gente que simplemente quería jugar, pasarlo bien y no tener que estar pendiente de curvas de aprendizaje ni mecánicas raras. Gente que encontró la magia de un videojuego por primera vez en el Wii Mote.
Ese público ahora se ha movido a otros dispositivos: los smartphones. Han descubierto que en un dispositivo que converge todo tipo de usos es perfecto para matar el tiempo. Angry Birds, Apalabrados, Triviados… No buscan las mismas experiencias que un jugón pero este tipo de juegos les satisface.
Recuperar a este público será difícil y competir con los móviles también. Las portátiles lo están intentando pero Nintendo y Sony están viendo cómo muchos desarrolladores se están yendo a Android e iOS, donde parece que los modelos de negocio están siendo más rentables.
El control del salón digital, la lucha por el lugar principal del hogar
Otro punto clave, y que ninguna marca está dispuesta a descuidar, son los contenidos multimedia. Las consolas de sobremesa ya no son más un sistema dedicado a los juegos. Esto lo hemos ido viendo en la anterior generación: Nintendo con los recursos que tenía, Sony apostando por el Blu-Ray como caballo de batalla, Microsoft con grandes acuerdos en Estados Unidos…
En esta octava generación todo seguirá en esta línea y de nuevo la apuesta no será igual de fuerte para todos. Todo apunta a que Microsoft será quien se mueva más y tenga un catálogo grande. Nintendo ya ha presentado la suya y Sony no ha terminado de perfilarla.
En este sentido, la competencia estará con las Smart TV. Una lucha por ver quién gana la guerra de contenidos multimedia en la que parece que de momento las teles tienen una oferta más amplia. De todos modos, al menos en España, este mercado todavía tiene que definirse porque, aunque hay muchos competidores, ninguno gana ni tiene una posición prioritaria como sucede en otros países.
La comunidad, mimar y conectar
Puede parecer obvio, pero las marcas también se juegan que sus usuarios estén contentos. Históricamente, las comunidades han tenido una relación muy estrecha con las consolas. Las defienden, las recomiendan y la fidelidad siempre ha sido bastante elevada entre los más jugones.
De nuevo, este será un elemento a tener en cuenta y las marcas tendrán que mimar a los usuarios y no someterlos a situaciones que no sean cómodas. Estamos hablando de, por ejemplo, la reciente polémica en base a un rumor de Microsoft donde, se comenta, la próxima Xbox requerirá conexión permanente.
Este tipo de detalles acaban marcando las diferencias. Cuidar a la comunidad, escucharla y ofrecerle lo que quiere es fundamental. Ponerles en situaciones difíciles, como no poder alquilar juegos o lo de tener conexión siempre, hará que más de uno se lo piense.
Todas las marcas tienen ya un historial personal a sus espaldas de fallos de este tipo. Seguramente hayan tomado nota de estas experiencias y no volverán a cometer los mismos errores, aunque nunca se sabe.
Por otro lado tenemos la conexión con otras comunidades, o mejor dicho: las redes sociales. En la anterior generación ya vimos como Sony y Microsoft intentaron algunos intentos por acercarse a Facebook y Twitter. Sin embargo, no terminó de cuajar bien.
Al final, el vínculo entre consolas y redes sociales han sido otras redes sociales especializadas. En principio parece que se retomará la relación pero, quitando lo que veíamos antes con los dispositivos móviles, parece que seguirán siendo un poco cerradas, a falta de lo que presente Microsoft, el botón de compartir de Sony parece insuficiente para lograr esa conexión.
El apoyo de los desarrolladores
Si el apoyo a las usuarios es importante, los desarrolladores no pueden ser menos. Ahora mismo, con el éxito de las pequeñas producciones en los dispositivos móviles entre otros factores, muchos se replantean hasta qué punto siguen siendo viables las superproducciones.
Seguir las seguirá habiendo, los estudios grandes están consolidados y saben rentabilizar los grandes juegos como ‘Battlefield’, ‘Grand ‘Theft Auto’ y compañía. Sin embargo, muchas pequeñas empresas, apostarán por producciones más modestas y con ideas de otro tipo, donde el hiperrealismo no sea la principal baza.
Los grandes estarán presentes en todas las plataformas. Sin embargo, las marcas tendrán que saber atraer al resto. Son presupuestos pequeños y deben asegurarles visibilidad y un buen modelo económico para que se decidan por una u otra y mantener la exclusiva durante un tiempo, si es que finalmente dan el salto a otras plataformas.
Todas tienen algo bueno que ofrecer: Nintendo les cuida bastante, Sony quiere facilitar el desarrollo en PlayStation 4 y Microsoft cuenta con la posibilidad de estar en varias plataformas dentro de su propio ecosistema. Cuando estén las tres sobre la mesa, veremos quién ofrece las mejores condiciones a los desarrolladores.
La experiencia de las portátiles debería servir de ejemplo de cómo se tienen que hacer las cosas. Si nos fijamos, por ejemplo, en el catálogo de Nintendo 3DS, vemos que la mayoría de los títulos realmente buenos son producidos por Nintendo. Con DS no sucedió esto y de momento no apunta a que vaya a ocurrir.
La continuidad, entre seguir viviendo y continuar creciendo
Puede sonar un poco drástico pero sí, las marcas se juegan la continuidad en el sector de los videojuegos. Nintendo no está pasando por su mejor momento y quizá es la que mejor deja entrever que ahora mismo este mundillo es bastante complicado.
También se ha puesto en entredicho la capacidad de Sony Computer para continuar en el mercado, al menos así lo creen algunos analistas. Ya hemos visto a muchas marcas caer y veremos si alguna más cae al pozo. Lo que está claro es que es un momento delicado y, aunque habrá un núcleo que se mantendrá fiel a la sobremesa, otros muchos no lo tendrán tan claro.
Si sobreviven, el objetivo es seguir creciendo, no quedarse estancados y que el mercado siga aumentando en todas las direcciones: mayores presupuestos, más variedad de juegos y gente trabajando en el sector. Son muchas cuestiones sobre la mesa y, teniendo en cuenta la situación económica, parece que ahora más que nunca las marcas se juegan mucho en esta octava generación.
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