El último descubrimiento en materia de gráficos de videojuegos, tan exigente que solo está reservado a los hardwares más potentes, da un salto en el túnel del tiempo y es (más o menos) emulado en una consola de 1990, la Super Nintendo de 16 bits. La vía para conseguirlo ha sido a través de la manipulación del mítico chip Super FX, que ya consiguió en su día el prodigio de catapultar visualmente 'Star Fox' con gráficos en 3D.
El responsable del hallazgo ha sido Ben Carter, un desarrollador freelance instalado en Japón, que se ha inspirado la capacidad del Super FX, presente en juegos como 'Dirt Racer' o el mencionado 'Star Fox' -y que tenía la capacidad de renderizar los gráficos de un frame, esquivando la necesidad de juegos como 'Donkey Kong Country' de falsear las 3D con gráficos prerrenderizados- para conseguir efectos comparables al ray-tracing. Es decir, calcular los efectos que la luz tiene en los objetos, tanto a nivel de color como la forma en que rebota en ellos.
El resultado de su experimento es tan rudimentario como asombroso. Corre con gráficos de 200 x 160 (algo por debajo de los nativos de la SNES, de 256 x 224), y muestra unos efectos de luz que no es que no se llegaran a ver en la Super Nintendo. Es que Nintendo 64 o Playstation tampoco eran capaces de generar estos reflejos y las asombrosas rotaciones de sombras y luz a las que ha llegado Carter. ¿Qué ha necesitado para conseguirlo? Para empezar, un cartucho de 'Pachinko'.
Luz y color extremos en Super Nintendo
Carter cogió ese cartucho, eliminó la ROM y conectó directamente la consola al cartucho y dos FPGAs: una DE10-Nano y una Cyclone V. El mod, tal y como el desarrollador explica, extrae la información de la escena programada y la reprocesa añadiéndole ray-tracing. El creador de Shironeko Labs explica que "el renderizador emite hasta cuatro rayos por cada píxel de la pantalla, calculando las sobras directas desde una fuente de luz direccional y un solo rebote del reflejo", y añade que "cada superficie tiene un difusor de color y propiedades reflectantes".
El resultado es absolutamente espectacular, y supone un salto visual con lo que sabemos que podía llegar a hacer la Super Nintendo en términos gráficos. Aunque es poco probable que veamos aplicaciones prácticas más allá de la experimentación, es una buena prueba de que no hay hardwares obsoletos, sino programadores que no tienen los recursos para exprimirlos a fondo.
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