El mando Elite de Xbox One ya está en las tiendas y llega el momento de que muchos jugadores se planteen una gran duda ¿es para nosotros? ¿realmente merece la pena un cambio de mando que nos dejará con 150 euros menos en el bolsillo?
En VidaExtra ya hemos analizado sus características y hemos destacado las buenas sensaciones que nos ha transmitido pese a algunas decisiones algo cuestionables, pero ahora llega el momento de ir más allá, de conocer si el usuario medio debe lanzarse o no de cabeza a por él.
El mando definitivo de Xbox One
En este tipo de decisiones siempre hay matices, entre ellos las preferencias personales o las ganas que tengamos de echarle el guante a un invento como el que propone Microsoft, pero hay que dejar claro que no es un accesorio enfocado a todo tipo de público, sino a un nicho de jugadores muy concreto en el que el ambiente de juego a nivel profesional, o de vicio máximo día tras día, marca el camino de sus posibilidades.
Aspectos como su ergonomía, manteniendo el diseño original pero añadiendo más peso y superficie rugosa para mejorar su sensación en las manos, pueden resultar ideales para el jugador medio, un usuario que tampoco le hará ascos a la posibilidad de intercambiar sticks o aprovechar las dos grandes bazas de esta versión de pad, las palancas traseras y los gatillos ajustables.
La idea es que mediante las primeras podamos remapear los botones para tener A, Y, X y B al alcance de nuestros dedos anular y meñique, evitando así la necesidad de desplazar el pulgar del joystick hasta los botones y perdiendo así un tiempo precioso que en un panorama competitivo puede suponer la diferencia entre ganar o perder.
Al tener un anclaje imantado, exactamente igual que cruceta y sticks, el jugador puede decidir si deja el mando en modo normal u opta por esta vertiente a lo transformers con la que se pierde comodidad (la mano no se apoya igual en los cuernos del pad) pero se gana en opciones de control.
Las novedades del mando Elite de Xbox One
El otro punto es el del ajuste de los gatillos LT y RT, que ofrecen dos palancas en la parte trasera del mando que nos permiten cambiar entre dos posiciones, la del recorrido normal de principio a fin u otra en la que el gatillo se queda a medio camino.
En un juego de coches como 'Forza 6' estaríamos hablando de una activación de frenos o acelerador al 70%, así que esa opción quedaría relegada a juegos como los shooters, donde se prima la velocidad y esa pérdida de recorrido ayuda a que apuntar y disparar sea más ágil y rápido.
Son cambios que, sumados a lo cuidado de sus materiales, con protecciones de aluminio que hacen que girar cualquiera de los stick sea mucho más fluido al resbalar por las paredes con más facilidad que frente a una superficie de plástico, suponen una gran baza para el que quiera un mando mucho más completo y de calidad, pero el jugador medio que coge la consola de higos a brevas probablemente nunca le acabará sacando todo el partido.
Que el hecho de poder remapear botones esté al alcance de todo hijo de vecino desde la actualización del dashboard de Xbox One tampoco ayuda a vendernos un mando que dobla el precio de uno normal, así que, hablando con claridad, llegamos al punto en el que la línea entre la necesidad y el capricho es un abismo separado por una fina cuerda en la que los funambulistas de las excusas tendrán que pasear con cuidado para justificar su compra.
Lo quieres pero ¿lo necesitas?
Como comentaba al principio la adquisición del mando Elite de Xbox One por parte de jugadores ocasionales o muy alejados del panorama profesional responde ante todo a una cuestión de gustos. Personalmente lo veo como un añadido muy recomendable para la lista de regalos de las próximas fiestas, pero lo hago consciente de que el mando de toda la vida de Xbox One me durará lo mismo que el de Xbox 360, toda una generación sin ningún tipo de problema o quejas.
A partir de ahí cada uno decidirá lo que crea conveniente, pero hacedlo teniendo muy presente que cabe la posibilidad de que no le saquéis todo el partido y rendimiento que merece un accesorio así, que sólo llegaréis a rascar la superficie de un pad que ha sido creado con otro tipo de jugador en mente. Si os sirve de guía, aquí van algunas razones definitivas para hacerte con él cuando vuelva a las tiendas.
Debería darle una oportunidad al mando Elite de Xbox One si...
- Me matan en el multijugador porque nunca llego a tiempo a esquivar o disparar.
- Si quiero dedicarme al juego profesional y no quiero comprobar lo que ocurre al jugar una competición con un mando de los chinos.
- Lo de remapear botones se me ha quedado pequeño y necesito más opciones.
- La última vez que rompí un mando fue de tanto usarlo y no de estamparlo contra el televisor.
- Estoy cansado de que el recorrido de los gatillos sea más largo que un día sin pan.
- Cambiar el remapeo de botones al saltar de un juego a otro me parece un peñazo insufrible.
- Juego a títulos de lucha y necesito una cruceta que esté a la altura.
Debería olvidarme del mando Elite de Xbox One si...
- La última vez que encendí la consola fue para buscar si habían metido ya el 'Candy Crush'.
- Creo que el ratio de bajas/muertes de 'Call of Duty' va a cambiar de la noche a la mañana.
- Sólo juego a plataformas y puzles.
- Me parece más cómodo el mando de PS4 que el de Xbox One.
- Nunca me han sudado las manos al jugar porque no me ha dado tiempo a que eso ocurra.
- Siempre uso la misma configuración de botones y cojo el mando igual, así que veo difícil adaptarme a algo nuevo.
- No me gusta jugar al multijugador de mis juegos.
En Vida Extra | Análisis del mando Elite de Xbox One, un pad no apto para todos los públicos
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