Llevo usando un Apple Watch desde que el primer modelo se puso a la venta en España. Durante los primeros años no presté atención alguna a sus capacidades para nuestra salud. No hacía deporte y no sabía nada sobre aspectos como la frecuencia cardíaca.
Nueve años después, mi Apple Watch es mucho más capaz de transmitirme información valiosa sobre mi salud, y yo soy más capaz de entenderla y darle un enfoque útil.
El problema. Tenemos a nuestro alcance pequeños dispositivos, no muy caros, capaces de recoger datos pasivos sobre nuestra salud de forma constante. Hay vías para convertir ese flujo de datos en información útil y renunciar a ellas es lícito, pero también es perderse algo.
La solución. Descubrí aplicaciones que hicieron esa conversión de datos crudos a información fácil de entender. La que más estoy usando ahora es Bevel, antes llamada Superset, entre otros motivos por su cuidada interfaz y su rápido ritmo de actualizaciones. Lo más destacable de Bevel:
- Puntuación de recuperación. A partir de nuestra frecuencia cardíaca en reposo, variabilidad de la frecuencia cardíaca, duración y calidad del sueño y otros indicadores, establece una puntuación porcentual que nos resume nuestra capacidad de afrontar un nuevo esfuerzo.
- Métricas de fatiga. De la misma forma, cuantifica la carga de esfuerzo que llevamos a lo largo del día, y hace una comparación frente a nuestra carga habitual.
- El estrés. También es capaz de medirlo de una forma aproximada con una puntuación del 0 al 100. Y en mi experiencia, se aproxima bastante.
Puedo llevar estas métricas a vista de la esfera de mi Apple Watch. Es una forma de entender y recordar ciertos aspectos de nuestro estado físico.
Hay alternativas en función de las prioridades de cada uno. Athlytic para quien prefiere centrarse en los datos, o FitWoody para quien está empezando con este tipo de apps y busca algo menos intimidante.
Para qué. Estas métricas me ayudan a cuantificar mi estrés y saber cuándo estoy dejando de infravalorarlo, o a saber de forma aproximada cuál es mi nivel de recuperación física de cara a afrontar un entrenamiento duro o si es mejor hacerlo más suave.
También funcionan muy bien como detector de que algo no está yendo bien. Unos valores anormales repentinos pueden indicar cosas:
- Una enfermedad en fase inicial. Me ocurrió hace dos años, cuando me contagié de COVID la primera señal de alarma fue ver valores anómalos en Athlytic, que la usaba en esa época, antes incluso de empezar a encontrarme mal.
- El mal de altura. Lo tenía infravalorado hasta que viajé desde mi ciudad (a veinte metros sobre el nivel del mar) hasta otra a 2.600 metros sobre el nivel del mar. Un cambio abrupto que me provocó un cierto malestar general. Athlytic también me trasladó que algo estaba ocurriendo.
Otras aplicaciones. Más allá de este estilo, otras utilidades son la app VO2 max, que simplemente te deja ver rápidamente este último valor, muy asociado a la forma física, en la esfera del reloj; o AutoSleep, que monitoriza el sueño con mucha precisión y sin requerir que activemos el modo Sueño en el Apple Watch, algo que todavía impone la solución nativa pero desaparecerá con watchOS 11.
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En Xataka | Pasé años sin monitorizar mi sueño pese a tener un reloj inteligente. Ahora comprendo su utilidad
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