Una de las cosas que hacemos en Xataka es analizar dispositivos. Un montón, y de todo tipo. Pero además de analizarlos, también nos gusta hacer guías de compra y comparativas, poniendo cada dispositivo junto a su competencia directa para ver cómo rinde y qué ofrece o deja de ofrecer. Cuando hacemos estas guías, lo más normal es que tengamos en casa cinco o seis dispositivos de la misma categoría, y hoy os quiero contar cómo es la experiencia de hacerlo con relojes inteligentes. Y por qué casi pierdo la cabeza, también.
Veréis. Hace algunas semanas publiqué en Xataka una guía de compra y comparativa de smartwatches. Los dispositivos elegidos eran la crème de la crème del sector y como siempre hacemos cuando analizamos un cacharro, los estuve usando como si fueran mi reloj inteligente personal. Cuando es solo un reloj es relativamente sencillo porque la atención se centra plenamente en un solo dispositivo, pero cuando son seis, ¡ay, xatakeros!, la cosa cambia por completo. Pero os pongo en contexto.
Lo primero: un dato sobre mí
Desde que tengo uso de razón me ha gustado la tecnología. Recuerdo que cuando era pequeño e iba a comprar con mi madre, siempre me metía en follones en los centros comerciales porque me encantaba tocar todos los botones, activar las luces y soniditos de los juguetes... Se podría decir que la cabra tira al monte, y así acabé, ganándome la vida escribiendo sobre tecnología. Es curioso, porque de pequeño quería ser pastor, pero eso es otro tema.
El caso es que mi día a día (y el de muchos compañeros) consiste, además de en escribir, en probar móviles, relojes y dispositivos conectados de todo tipo. Cuando termino de trabajar, lo último que me apetece es seguir usando el móvil, porque bastante móvil he tenido a lo largo del día. Por eso, a pesar de ser un fanático de la tecnología, apenas uso el teléfono. Mi media diaria de horas de pantalla activa en mi móvil personal es de dos horas, así que os podéis hacer una idea. Mi estado de WhatsApp lo refleja perfectamente: "si es urgente, llámame". En casa del herrero, cuchillo de palo.
Soy de esas personas que siempre llevan el teléfono en silencio y que tienen casi todos los grupos silenciados. Las notificaciones las tengo muy filtradas para que solo me lleguen las realmente importantes al reloj, pero cuando analizo dispositivos, me vuelco por simular cómo usará el gadget alguien que no sea yo, lo que se suele llamar el "usuario medio". Me intento poner en la piel del usuario, aunque siempre mirando todo desde un punto de vista analítico.
Por eso, cuando me llega un móvil o un reloj activo las notificaciones de las redes sociales, veo más contenido desde el teléfono, uso juegos... Hay veces que me cuesta entender que haya gente que no reviente al recibir semejante cantidad de notificaciones al cabo del día, pero todo sea por la ciencia. Pues imaginad lo que pasa cuando a alguien así le das seis relojes para que los analice a la vez.
Pi, pi, piripi, pi, pi, brrr brrr
Os explico cómo se hace una comparativa de relojes, porque lo que vosotros veis es el texto escrito, la comparativa final, con sus fotitos y todo bonito. Lo que hay detrás es una persona que poco más e implosiona. La idea es usar los relojes en escenarios reales, lo que en mi caso se traduce en hacer deporte, conectarlos al móvil para recibir llamadas y notificaciones y... llevar varios relojes puestos a la vez.
No llevaba los seis porque en fin, llega un punto en el que tienes que elegir entre llevar relojes o mantener la sangre circulando hasta las manos, y hombre, tengo prioridades. Llevaba siempre dos, uno en cada muñeca, y me los iba turnando para poder comparar los pesos, la visualización de la pantalla a plena luz del día, las mediciones de deporte en tiempo real, etc. Todos ellos activados hasta más no poder, es decir, recibiendo notificaciones y pitando todo el rato, nada de en vibración (porque hay que saber cómo suenan).
Por las mañanas no salgo de casa porque trabajo, así que tenía cuatro relojes encima de la mesa y dos siempre en la muñeca. Todos ellos recibiendo notificaciones en tiempo real. Y no os hablo solo de mensajes de WhatsApp o menciones en Twitter, sino de correos. ¿Sabéis cuántos correos recibimos los periodistas un día normal? ¿Sabéis cuántos llegan duplicados o triplicados? ¿Sabéis que los móviles los notifican t-o-d-o-s?
Un correo que llegase por duplicado pitaba dos veces en mi móvil y 12 veces en los relojes, dos por dispositivo. 14 pitidos o vibraciones en total. Un correo estándar, un pitido o vibración por reloj. Un WhatsApp, un pitido o vibración. Imaginad los grupos de WhatsApp de mis amigos o de mi familia, todos abiertos. Todos ellos siendo notificados en todos los relojes una y otra vez con sus respectivos "brrr, brrr" o tonitos.
Lo más gracioso de todo es que no todas las notificaciones llegaban al mismo tiempo. Había cierto retardo en el aviso de notificaciones, un segundo o así, así que a lo mejor vibraban dos, luego uno, luego otros dos y luego uno. "Brrrrr", "pipipi", "brrrrr", segundo de calma, "pipipi", brrrrr", segundo de calma, "brrrr", "brrrr", "brrrrr", eso multiplicado por todas las notificaciones que fuesen entrando. Pura fantasía.
¿Conocéis ese capítulo de 'Los Simpsons' en el que Bart estresa a Homer y a este le salen unos bultitos en el cuello? Pues exactamente igual. Y si a eso le sumamos las llamadas, bueno, ahí ya apaga y vámonos. Imaginaos seis dispositivos vibrando al mismo tiempo de forma continuada porque alguien te llama al teléfono. Dos en tu muñeca, cuatro encima de la mesa, todos "brrrrrrr, brrrrrrr". Mirad, es que me acuerdo y se me pone la piel de gallina y me entra el tic en el ojo.
Pues todo esto que os estoy contando durante varias semanas. Y a ver, que yo parece que me quejo por vicio. Realmente es algo chulo y como fanático de la tecnología considero un privilegio poder probar dispositivos que en otro contexto no podría haber probado, pero hay una cosa que es innegable: recibimos demasiadas notificaciones. Demasiadas. Muchas. Muchísimas. No solo yo como periodista, sino todos, en general. Que yo no sé vosotros, pero estoy escribiendo esto a las 13:00 del viernes y llevo ya 100 notificaciones, y todavía me queda todo el día por delante.
Aprovecho para hacer un llamamiento general a la humanidad: escribid un pequeño parrafito en lugar de 30 mensajes cortos, hay gente como un servidor que os lo agradecerá.
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