La vida, en ocasiones, se la cuela a la Historia.
Habituados a las crónicas rebosantes de fechas y detalles minuciosos, lo lógico sería pensar que el primer email de España habría dejado una huella bien documentada. No ha sido así. No se sabe qué día se envió. Ni el mes. Ni siquiera su contenido o la cuenta desde la que se compartió. Sí conocemos sin embargo quiénes fueron sus protagonistas, el contexto en el que trabajaron y que ese primer correo “made in Spain” —génesis de los miles de emails que hoy se intercambian a diario en el país— se cocinó hacia finales del otoño de 1985, hace ahora justo tres décadas y media.
La “cuna” del primer email patrio se localiza en la capital, en concreto en los laboratorios de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid (ETSIT-UPM). En la década de 1980 trabajan en el centro, entre otros, Juan Quemada, Fernando Fournon y Juan Riera, responsable de la Cátedra de Telegrafía y Transmisión de Datos y quien varios años antes había cursado un máster en la Universidad de Stanford.
Allí pudo seguir Riera de cerca el desarrollo de ARPANET y entablar contacto con Vinton Cerf y otros científicos de la computación que se han ganado la etiqueta de “padres” de Internet. Y de allí, de tierras californianas, regresó el profesor empapado de ideas innovadoras sobre redes.
Si algo caracterizaba la Comunicación de Datos por aquel entonces, entre las décadas de 1970 y 1980 —de forma especial en EE. UU.—, era precisamente ser un hervidero de ideas. El camino hacia lo que hoy conocemos como Internet se había iniciado ya. Y a velocidad de crucero, además. En 1967 el equipo dirigido por Donald Davies había puesto en marcha NPLNET, la primera red de conmutación de paquetes operativa en un laboratorio; y apenas un par de años después Lawrence G. Roberts y sus colaboradores en DARPA activaban ARPANET, capaz de conectar nodos repartidos por UCLA, SRI, UCSB y la Universidad de Utah, lo que equivalía a buena parte del país.
Para comienzos de los 70 casi todos los fabricantes de ordenadores, como International Business Machines Corporation (IBM) o la desaparecida Digital Equipment Corporation (DEC), disponían ya de arquitecturas de red para conectar sus propios equipos. Ni sus servicios ni el de ARPANET, sin embargo, podían equipararse a lo que hoy supone Internet por dos grandes razones: las restricciones a la hora de acceder y conectar diferentes computadoras y su coste privativo.
En el caso de las redes propietarias —VNET para IBM o DECNET en DEC, por ejemplo—, solo servían para enlazar ordenadores de un mismo fabricante. ARPANET mostró pronto también su potencial, pero presentaba otras trabas igual de fastidiosas. El usuario necesitaba un permiso de DARPA y, una vez lo conseguía, debía contratar además una línea de datos que le permitiese conectarse con otro nodo de la red, algo que exigía un fuerte desembolso de dinero.
Uno de los grandes pasos hacia la extensión de la Red se dio en 1977, cuando en Bell Labs Michael E. Lesk desarrolló UUCP —Unix to Unix Copy Protocol— de UNIX. El nuevo conjunto de protocolos permitía el intercambio de ficheros y correos con otros ordenadores UNIX de una forma barata, mediante una línea de teléfono convencional con módems de bajo coste. Apenas un año después de activarse, la bautizada como UUCPNET, una red colaborativa, auto organizada y abierta —que no requería autorizaciones al estilo de ARPANET, ni la adquisición de carísimos equipos u ordenadores de un fabricante determinado—, enlazaba ya algo más de 80 nodos.
Con el paso del tiempo empezaron a proliferar los ordenadores conectados de forma simultánea a ARPANET y UUCPNET, lo que les permitía actuar como pasarelas entre ambas redes. Los servicios más demandados —las news y el correo electrónico— no tardaron en unificarse y UUCPNET se convirtió así en una suerte de “puerta trasera”, sencilla y barata para acceder a las prestaciones de ARPANET. En la calle se la denominaba de hecho "la ARPANET de los pobres”. Para inicios de la década de 1980 se había establecido ya una rama europea, EUNET, que en 1982 enlazaba cuatro países repartidos por el continente: Holanda, Rusia, Dinamarca y Suecia.
Con ese telón de fondo, los profesores Riera, Quemada y Fournon, de la ETSIT-UPM, se plantearon a comienzos de los años 80 una pregunta: ¿Por qué no conectar también España a EUNET?
La conexión con el nodo central de Ámsterdam
Los científicos de la computación de España padecían entonces una falta de medios considerable —a inicios de los 70 la ciudad universitaria de Madrid disponía de un único ordenador UNIVAC—, pero no eran insensibles a las tendencias que iban tomando forma con rapidez en Europa y EE. UU. En 1976 se ofertó por primera vez la carrera de Informática en el país y en el 77 la Cátedra de Sistemas Telegráficos y de Transición de Datos de la ETSIT —gracias en gran medida al impulso de Riera— estrenaba entre sus asignaturas las comunicaciones digitales e I+D+i en redes.
En los 80 empresas como Telefónica ya mostraban un interés palpable por las redes de paquetes y España empezaba a meter la cabeza en el ruedo europeo. Aunque el país no se incorporaría hasta 1986 a la Comunidad Económica Europea (CEE), un poco antes Bruselas le había permitido trabajar en proyectos de ámbito comunitario. En ese contexto, el profesor Juan Quemada, de la ETSIT-UPM, mantuvo una reunión con su compañero Ángel Álvarez, del área de Informática de la UPM. La cita fue crucial para que el equipo de la ETSIT empezase a probar un enlace con EUNET. “Álvarez estaba muy conectado con proyectos en EE. UU. y me hizo ver el enorme potencial y éxito de UUCPNET, lo que me llevó a organizar una prueba de conexión”, recuerda Quemada.
“En el 84 Álvarez me comentó que en EE. UU. había una cosa muy interesante, una red que se estaba utilizando mucho y permitía enviar correos. Yo tenía una cuenta de un ordenador en EE. UU. que utilizaba y dije ‘eso tenemos que empezar a montarlo aquí’”, rememora.
El encargado recayó sobre Fernando Fournon, responsable de administrar los sistemas de la Cátedra de Comunicación de Datos de la ETSIT. El test se hizo entre finales de 1984 y comienzos de 1985 echando mano del sistema Xenix para conectarse al nodo central europeo de EUNET en Ámsterdam. “La configuración de UUCP fue relativamente sencilla y el coste de la llamada telefónica que se realizaba cada noche para intercambiar correo con el resto de la red era mucho más baja que las costosas líneas dedicadas a datos que había que utilizar para conectarse a otras redes”, relata Quemada en el libro [50 años de Evolución de Internet en España](https://www.ontsi.red.es/sites/ontsi/files/50 A%c3%b1os de la Red de Redes.pdf), publicado en 2018 por Red.es.
Fournon señala cómo la iniciativa respondía también, en gran medida, a una demanda de los investigadores: contactar de forma ágil con sus colegas de otros países. “Por el tema de mi tesis y el de otros compañeros que estábamos en cuestiones similares, vimos la necesidad de comunicarnos con el resto de las universidades y equipos de trabajo que estábamos en proyectos europeos. Por eso surgió lo de conectarnos a la red EUNET, por pura necesidad”, comparte. El objetivo: establecer un intercambio de mensajes dinámico sin necesidad de recurrir a un ordenador de tiempo compartido o equipos de un fabricante común, como IBM, DEC o HP, que empleaban sus propias redes de carácter propietario.
No tardaron en tener éxito. Poco después de iniciar sus pruebas, la ETSIT estableció conexión con el nodo central europeo, situado en Ámsterdam. La primera comunicación entre el UNIX de la UPM y el ordenador holandés, sin mensaje de por medio, la realizó Joaquín Seoane, quien se encargó de fijar el protocolo. El siguiente gran paso lo dio Fournon hacia el otoño del 85 al enviar el primer correo de prueba a la capital neerlandesa.
“Yo monté el servidor de correo (sendmail) en nuestro ordenador y establecimos los primeros emails. Ocurrió en el otoño de hace ahora 35 años, que fue cuando ya empezamos a comunicarnos con el nodo de Ámsterdam y a mandar mensajes a todo el mundo”, detalla Fernando Fournon, quien recuerda que las primeras direcciones de correo empleaban como dominio las siglas de la propia escuela técnica madrileña, ETSIT, seguidas del “.es”.
Aunque fue un logro de calado, los expertos reconocen no saber exactamente cuándo enviaron ese primer email “made in Spain”. Años después, y para celebrar el aniversario, consensuaron una fecha —2 de diciembre—, que compartieron con la prensa. El día, sin embargo, es orientativo.
“Creemos que fue por aquel entonces, hacia el otoño del 85, pero no puedo decir la fecha exacta. Hicimos varios giros hasta que funcionó, nos dieron la aprobación en Ámsterdam y oficialmente ya pasamos a estar conectados. Creo que la primera cuenta que puse fue la mía, furny@etsit.es; aunque ya no me acuerdo de si ponía ‘ffournon’ al principio. Sí que el dominio era etsit.es. Más adelante ya empleamos dit.upm.es, pero eso debió de ser en el año 86”, comenta Fernando. Para separar el usuario del dominio se empleaba el arroba (@), símbolo que había escogido Ray Tomlinson mucho antes, a comienzos de los 70, cuando envió su primer correo electrónico.
Del email decano de la historia, el enviado por Tomlinson en 1971, en pleno desarrollo de ARPANET y dentro de la compañía BNN, se sabe que incluía un mensaje de prueba, algo “fácilmente olvidable”, en palabras de su propio autor. Habitualmente se dice que recogía una secuencia de diez letras que Tomlinson obtuvo al pulsar la fila superior de su teclado: “QWERTYUIOP”.
En el caso del mensaje enviado en otoño de 1985 desde Madrid, tanto Fournon como Quemada reconocen no recordar su contenido. “No nos acordamos. Creo que debió de ser algo así como un mensaje de prueba, pero no estoy seguro. Luego ya empezamos a enviar mensajes personales entre usuarios del sistema”, admitía el profesor de la UPM en 2010, durante una entrevista.
El misterio de la fecha exacta y el contenido de aquel primer correo electrónico podría sin embargo no estar perdido del todo. “Conservo cintas muy antiguas que no consigo leer y en las que sí tengo el registro de las cosas que fui haciendo y de los primeros correos”, revela Fournon. Lo que rememora con claridad el ingeniero es el tremendo interés que suscitó en el resto del mundo académico la posibilidad de enviar emails en EUNET.
“Cuando otras universidades se enteraron de que teníamos correo electrónico nos preguntaron si podían conectarse, pero como no podíamos darles el mismo dominio que estábamos usando nosotros (etsit.es), porque era del departamento, organizamos el primer nodo de correo de España”, detalla el veterano ingeniero. El resultado de aquella iniciativa fue Goya, el primer nodo de correo electrónico español, formado por una máquina SUN 3/160 y que en sus comienzos echaba mano de una conexión telefónica para pasar después a utilizar el protocolo X.25. Goya estaba enlazado con el Mathematical Center de Ámsterdam, “hogar” del nodo central de la red EUNET.
“El equipo Xenix original se quedaba pequeño para dar servicio a otros usuarios fuera de la cátedra, por lo que compramos un pequeño servidor SUN del tamaño de una de esas cajas que se usan para tocar flamenco y lo llamamos Goya. En vez de usar nombres de constelaciones, que era algo muy común, decidimos optar por pintores españoles. Desde ese nodo empezamos a montar servidores de correo con diferentes universidades y sitios de España. Eso fue ya en 1986”, apunta.
“Había cierto apetito de comunicarse con el exterior porque esto fue justo antes de entrar en la Comunidad Europea. Al participar en proyectos europeos la gente quiso conectarse con el resto de Europa y por eso nos demandaron a nosotros si podíamos dar el servicio de correo —abunda Fournon—. También había gente en nuestro propio departamento estudiando otros sistemas alternativas de correo que no tuvieron éxito, como por ejemplo el X.400”.
El primero... de "la Internet de los pobres"
¿Significa eso que el de 1985 fue el primer correo enviado en España? No. O no al menos en esos términos, recalca Quemada. Lo que se compartió en algún momento del otoño de hace 35 años fue el primer email de la bautizada con ironía como “Internet de los pobres”. “No fue el primero si somos estrictos o puros, porque estaban funcionando ya redes propietarias. Por ejemplo, la de IBM, que conectaba solo a sus ordenadores. Esta nueva red lo que tenía es que era abierta y se basada en protocolos implementados en software libre. En realidad se trata de la primera vez que se crea un nodo en España que enlaza a los servicios de Internet en el correo del arroba”, detalla el profesor.
El interés en el ámbito académico no se reflejaba sin embargo en la sociedad, a pie de calle. “Cuando hablaba del correo electrónico la gente lo veía como una cosa rara, curiosa. Luego entendían que en unos minutos podías intercambiar un correo y empezaban a comprender su valor. De todas formas no era un tema que despertara interés en el público general. En la administración sí, mucho; y en los programas de investigación también”, recuerda Quemada.
Entre las instituciones que vieron su potencial se contaban la Universidad Complutense, la Autónoma, el centro de Telefónica I+D o el de Alcatel. Los propios grupos de investigación de España empezaron a montar sus nodos y conectarlos con los del ETSIT-UPM. Con el paso de los años el uso del email fue calando en la sociedad y para 2005, dos décadas después de aquel primer mensaje de la Politécnica de Madrid, empleaban ya el correo electrónico con frecuencia —según los datos recabados por Red.es— 9,6 millones de españoles. Mucho antes, en 1991, se había creado la Red IRIS, conexión académica y de investigación gestionada por FUNDESCO; y, en 1992, el primer proveedor comercial de servicios de Internet, Goya Servicios Telemáticos.
“Fueron años de cambios brutales. Sin querer me vi en medio de donde se estaban cociendo estas cosas”, confiesa Quemada. A modo de ejemplo de lo rápido que avanzó la computación durante las últimas décadas del siglo XX, el profesor recuerda que pasó de trabajar en la Cátedra de Telegrafía en la década de los 70 a verse envuelto, en los 80, en la expansión de las redes y la conocida como “Internet de los pobres”. De ver cómo los comerciales de la firma Sun Microsystems se presentaban con una botella de champán en Madrid, felices de vender su primera estación en el país para montar el nodo de EUNET, a comprobar cómo los emails pasaban a ser parte del día a día de millones de internautas españoles. Durante aquellos primeros compases, Quemada recuerda la labor fundamental de Riera, Fournon, Joaquín Seoane y Juan Viñas en la ETSIT.
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