Whatsapp es el rey de la mensajería personal en nuestros smartphones y esto no va a cambiar. Al menos a corto e incluso medio plazo.
No es que no quiera que pase, porque hay argumentos sólidos para desearlo e incluso exigirlo, pero hay que deponer las armas y rendirse ante lo evidente: "el Whatsapp" está lejos de poder ser derrotado y te voy a contar por qué creo que ya ha ganado la guerra por unos cuantos años.
Cuando un nombre se convierte en "el nombre"
Si analizas tu vocabulario diario, seguro que encuentras montones de productos e incluso servicios que has asociado irremisiblemente a una marca en concreto. Todos nos tomamos un ColaCao, un Danone o una Coca Cola, por nombrar solo algunas de esas asociaciones que nos vienen de pequeños y no es tan sencillo de erradicar, aunque realmente no sea la marca que consumimos en ese momento.
Con el Whatsapp pasa lo mismo. Observa a tu alrededor y comprobarás que el usuario de a pie ha asociado de forma habitual este servicio de mensajería como el estándar cuando hablan de mandar un mensaje. Fundeu ya lo tiene en su punto de mira desde el pasado verano, y no creo que tardemos mucho en que la RAE acabe por admitir que no podemos detener este efecto wasap. ¿Quién no está en un grupo de wasap incluso para fijar un partido de pádel?
El sustantivo wasap (‘mensaje gratuito enviado por la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp’), así como su verbo derivado wasapear (‘intercambiar mensajes por WhatsApp’), son adaptaciones adecuadas al español, de acuerdo con los criterios de la Ortografía de la lengua española (Fundeu dixit)
Los amigos de mis amigos son mis amigos
¿Para qué usas la mensajería personal tipo Whatsapp? Exacto, para comunicarte de forma rápida y gratuita (al menos eso piensan muchos usuarios) con tus amigos, ergo vas a usar la que la mayoría de tus contactos empleen. Ese ha sido el gran acierto de Whatsapp, establecerse como sistema de mensajería de facto.
Las cifras que proporciona la compañía son más impresionantes año a año, y no han parado de crecer desde que se inició su aventura en verano de 2009. En los sucesivos años y cuando la mensajería instantánea o tener datos en el móvil no era habitual o masivo entre la sociedad, esta aplicación ha ido manteniéndose en lo más alto de las listas de descargas de todas las plataformas para las que estaba disponible, y solo con el boca a boca.
En 2013 la compañía ha doblado el número de usuarios activos, y ya supera los 400 millones. Otro dato que impresiona es el número de mensajes que se envían con su aplicación, que la compañía ha establecido en unos 40 por usuario al día. El pasado final de año el sistema batió sus récords del año anterior y multiplicó por tres los mensajes que gestionó Whatsapp, los cuales alcanzaron los 54.000 millones ¡en un solo día! ¿Cómo competir contra eso?
La teoría nos dice que no es tarea ni mucho menos sencilla. Torres más altas han caído en su empeño por superar al rival ya establecido. Fijaos sino en el empeño que Google pone con su red social Google+, la cual buscan desesperadamente integrar en nuestro día a día de forma ya incluso, cómo decirlo suavemente, dolorosa.
También cualquier rival que se ha acercado a Twitter, con mejores propuestas de largo y cuando más flojeaba este gigante hace años, han acabado en el olvido más profundo. Con Whatsapp pasa lo mismo, incluso con más profundidad por la dificultad de mover de servicio a usuarios que no están precisamente preocupados por lo mismo que tú.
Ser early adopter mola pero no somos influencers en casa
¿El efecto Telegram te suena? Por supuesto, hace justo un año vivíamos también el final de Whatsapp con la llegada de un rival como Line, que aprovechó un momento delicado asociado a la crisis por el pago de Whatsapp para saturar mercados donde no tenía tanta presencia como España con anuncios, promos en televisión en prime time y con famosos de por medio. Incluso alcanzando cifras de usuarios registrados (ojo con este matiz) impresionantes, no ha sido ese rival que acabe con la hegemonía del rey. ¿Cómo es posible si tenías pegatinas? ¡Pegatinas!
Telegram crece sin parar y el ciclo se repite. ¿Lo logrará por fin esta aplicación? ¿Destronará al líder? Me temo que no. Y es que una vez conseguido atrapar al usuario, se produce el efecto "lastre de contactos". Sí, la misión imposible para salir de Whatsapp.
En mi caso, luciendo etiqueta de Lead Blogger de Xataka con 8 años de coordinación a las espaldas y habiendo sido médico tecnológico de cabecera de tantos amigos y familiares, inicio la cruzada para derivar contactos a Telegram (igual que hice con Line y con BBM y con ...) pero tras unos primeros días que son clave, no alcanzo el nivel de fe ciega necesaria para creer que es posible. Sí, mis contactos han aumentado de cero a 20 en unas horas, pero luego los analizo y no están con quienes realmente me comunico por mensajes. Justo esos que no están en Twitter pero son la base fundamental de Whatsapp y que no olvidemos que en caso de convencerlos, el efecto dominó debe seguir y que ellos hagan lo propio con otros contacto y así hasta el infinito y más allá.
Fíjate por ejemplo que una de las fisuras mortales de Whatsapp que no nos cansamos de usar como arma arrojadiza con ellos, la seguridad, no es relevante para esa masa de usuarios que han hecho poderoso a este sistema. Por más que he intentado convencer a mis padres de que sus comunicaciones serán más seguras, me he topado con un muro impenetrable. ¿Acaso no saben que su hijo es un influencer de preferente regional con posibilidades reales de ascender de categoría a final de temporada?
El único resquicio de esperanza para el resto de alternativas al Whatsapp sigue siendo el vil dinero. Y no precisamente mucho. Es más la idea preconcebida de que con Whatsapp los mensajes son gratis - como si tener datos en el móvil o Wifi en casa fuera gratis - y que quieran cobrarnos es una ofensa que hay que combatir con pañuelo contra el rostro y duelo a machete.
Pero ese enfado se pasa con el tiempo, retrasando ese pago otro año o, bien visto por parte de Whatsapp, mejorando las formas e integrando la posibilidad de que otro contacto (que acabará siendo el primo informático) nos pague ese mísero euro.
Lo bueno, si sencillo ... mejor para el que no quiere complicaciones
Otro de los aciertos de Whatsapp, aunque mi rival en este duelo prefiera una aplicación más completa en su defensa de un milagro, es que esta aplicación no ha variado mucho su estrategia, sencilla pero eficaz: poder enviar mensajes a nuestros contactos.
Tanto en funcionalidades como en diseño, pocas novedades son las que nos trae Whatsapp. Y así lo quieren sus creadores, que mantienen su idea de que su gallina de los huevos de oro sea una aplicación sencilla de usar y de configurar. Desde sus inicios solo requería de nuestro teléfono para iniciar la andaduda: nada de complejos sistemas de registro que sin duda echarían atrás a buena parte de masa de usuarios de mayor potencial de crecimiento.
Ahí radica parte de su éxito según Jan Koum en declaraciones al WSJ: “todo se debe a que nos centramos en la mensajería y no en la monetización o en los juegos. Solo queremos que la gente pueda conversar”. Sí, son una empresa diferente en ese sentido, y por ahora no han caído en anuncios o juegos, algo en lo que se han centrado desde el inicio muchas de sus rivales.
No debemos tampoco olvidar que Whastapp ha apostado desde sus inicios por estar en tantas plataformas y sistemas operativos como fuera posible, incluso aquellos menos apegados a la idea de smartphone, como podría ser Symbian.
Entonces, ¿quién crees que puede vencer al lobo feroz? Pues ahora mismo solo encuentro una manera de batir a Whatsapp: que servicios establecidos como Facebook o Twitter potencien esa faceta de sus aplicaciones y entren de forma natural en un ciclo de cambio que no me parece nada sencillo ni probable.
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