Tras 10 años con prácticamente el mismo diseño, el iPhone X propone una idea diferente para el teléfono de Apple. Sin botón de inicio y con pantalla OLED, ésta es nuestra prueba a fondo y review del iPhone X tras un mes de uso.
Por fin un gran teléfono de Apple cómodo de llevar
Como usuario de hace años de un modelo Plus de iPhone, la llegada del iPhone X suponía a priori una excelente noticia: tener la posibilidad de cargar con un smartphone/phablet de más pulgadas con menos espacio ocupado. Para mi, en este mes de uso del iPhone X, lo más impactante ha sido tener una pantalla de 5,8 pulgadas manejable. Es casi un milagro de Navidad.
Sin embargo, pese a esa reducción de tamaño, en el día a día el iPhone X no ha demostrado ser un terminal ligero y, aunque con 30 gramos menos que el modelo Plus de este año, todavía mantiene más de 170 gramos que día tras día son apreciables. El motivo no es otro que un grosor no muy reducido y el uso de un cristal de calidad. Es un terminal contundente en mano.
El paso al cristal en la parte trasera le da oportunidades con la carga inalámbrica, así como reducir la posibilidad de que se nos escape de la mano de forma sencilla. El agarre de esa trasera me gusta más que la del metal aunque al final me deja la impresión, como todos los gama alta de cristal, de fragilidad alta. No hemos tenido la suerte la desgracia de probar en este mes de uso esa resistencia ante caídas, pero sí en el día a día dándole un uso muy intensivo.
Llevándolo en bolsos con más objetos, en el bolsillo con llaves y monedas y teniendo nada de cuidado al dejarlo en mesas y todo tipo de superficie, el cristal delantero y el trasero están como recién sacados de la caja. Es fantástica la resistencia que ahí demuestra el acabado del iPhone X. En mi caso lo estoy usando sin funda, pero no es para nada mala idea protegerlo con una, aunque ya os aviso de que los recovecos acaban llenos de polvo y restos textiles si lo sueles llevar en el bolsillo de un pantalón.
Aunque os he contado que en mano no me ha resultado especialmente resbaladizo, no puedo decir lo mismo cuando lo colocamos sobre una mesa y superficies planas similares. Los bordes redondeados, su peso alto y el cristal de la trasera hacen que se deslice a poco que haya algo de inclinación. Así me he llevado un par de sustos; mucho ojo con dónde lo dejamos.
Si no se desliza más es por la joroba de la doble cámara, que estéticamente no me gusta nada y que además hace que cuando tenemos sobre la mesa el terminal, al pulsar la pantalla, quede cojo de manera considerable.
Del diseño decir una cosa más: hecho en falta alguna referencia visual en el frontal cuando la pantalla está apagada. Me ocurre como en otros smartphones sin marcos, que uno, con las prisas, acaba por coger el teléfono en la orientación incorrecta para poder usarlo.
Por lo demás, sigue sin convencerme la ausencia del puerto de 3.5 mm para usar cualquier auricular porque el adaptador acaba por extraviarse con mucha facilidad. Y nunca está cuando lo necesitas. El puerto, sí.
Pantalla OLED del iPhone X: ni mejor ni peor, "sino todo lo contrario"
Una gran duda que tenía respecto al iPhone X era la pantalla. La calidad del panel IPS de anteriores generaciones creo que era muy difícil de superar y aunque el nuevo panel OLED no lo hace, en términos globales y tras este mes de uso, son más las ventajas que los defectos.
El panel OLED no hay duda de que es de máxima calidad, fabricado por Samsung, pero calibrado por Apple para hacerlo más contenido que los de los coreanos. Lo más temido y que más aprecié al inicio de usar el iPhone X, los cambios de tono con fondo blanco, se olvida a los pocos días de estar trabajando en exclusiva con este teléfono. Si lo acercas a un panel IPS de calidad notas la diferencia durante un tiempo, pero una vez que te acostumbras, el mayor contraste y la visibilidad en exteriores te acaba por ganar.
Si lo sueles usar con un nivel de brillo alto, te encantará. A mi me ha gustado especialmente lo que tiene que ver con la visualización del iPhone X en exteriores. Se ve realmente bien.
En esa pantalla OLED echo en falta la función de Always On de otras marcas. Cuando te acostumbras resulta interesante para conocer la hora o las notificaciones pendientes o si te han llegado nuevas desde que consultaste la última vez. Aquí Apple deja todo eso al Apple Watch pero, ¿qué pasa con quien no lo tienes o quiere?
Face ID: es increíble, pero no es para mi
Tras este mes de uso con el iPhone X, tengo claro que el cambio más radical no se ha producido en la pantalla y el paso a la tecnología OLED sino en el adiós al Touch ID y la llegada de la identificación de cara. Aquí tengo mis dudas más grandes respecto al iPhone X.
Face ID admito que funciona muy bien, es rápido, aprende como promete Apple y es muy llamativo cómo me reconoce apenas con luz o cuando me pongo un gorro de lana; no dudo que es un portento en innovación, pero no es para mi.
En mi caso particular, prefiero Touch ID. Suena raro pero es así. Si Apple hubiera dejado algo de borde en el marco inferior para un Touch ID más reducido, lo preferiría a Face ID. Pero tengo que asumir que el lector de huellas está condenado para Apple.
Mi experiencia con Face ID es la de un quiero, parece que puedo pero finalmente me derrota. Quizás sea por la barba, las gafas, mi completa calvicie o escenarios de uso particulares, pero tras este mes de uso y mucho entrenamiento de Face ID, no he conseguido que el sistema no me obligue a meter el código numerosas veces a lo largo del día. Demasiadas para mi paciencia, muchas más que con Touch ID de lejos.
En mi caso las peores situaciones se han dado con luz intensa donde pienso que los reflejos de mi cabeza confunde a los sensores, y especialmente en el sofá, cómodamente sentado y con la cabeza apoyada. Ahí, Face ID en mi caso particular fracasa, le veo problemas cuando no tiene clara la profundidad por tener apoyada la cabeza.
Que se haya ido Touch ID solo tiene una clara ventaja para mi: la llegada de los gestos al sistema operativo. Me parecía exagerado cuando conocidos me decían que ahora intentaban esos gestos con iPad y otros dispositivos y resulta que es completamente cierto.
El mayor acierto de Apple con este iPhone X, además de en la reducción de marcos, para mi está en ese manejo sin botón de inicio. Aunque hay que acostumbrarse a las diferentes zonas para deslizar desde arriba, así como a la multitarea, la cual mejora cuando uno se da cuenta de que no tiene que esperar a que aparezcan las otras aplicaciones tras deslizar desde abajo hacia el centro, uno ya no quiere la vuelta a controles físicos.
También cambian las combinaciones de teclas para ciertas tareas como capturas de pantalla o reiniciar el terminal. Si eres perezoso como yo y recurres a Google para estos pequeños detalles, estás vendido porque te quedarás sin terminal hasta que consiguas un PC u otro smartphone. Me ha pasado más de una vez.
Por cierto, y ya que lo preguntabais algunos, los emojis animados efectivamente acaban en el olvido a los cinco minutos de usarlos. Dan justo para el anuncio de Apple y poco más.
La clave de la autonomía está en la carga
En la parte de rendimiento y batería, en este mes de uso me he centrado en lo segundo. Ninguna duda tengo ni me ha surgido sobre el poder del A11, que queda demostrado más que en fluidez del sistema, en todo lo que tiene que ver con Face ID o la cámara de fotos. En las posibilidades de un teléfono que va sobrado en rendimiento.
Si hablamos de la batería, aquí Apple consigue replicar el comportamiento de las versiones Plus de sus teléfonos, lo que significa que tienes asegurado, pese a un uso muy intensivo, llegar de forma solvente y sobrada al final del día. Curiosamente el único día en que llegué con el aviso de batería baja antes de la noche fue en el viaje para grabar el vídeo: funcionando desde la cinco de la mañana, audio por bluetooth en el coche durante más de dos horas, haciendo de punto de acceso WiFi por otras tantas horas y mucha consulta de correo, sistemas de redes sociales/comunicación y llamadas con continuos cambios de cobertura por ir en tren.
Otra cosa es la carga, un punto negro que Apple se niega a atajar por la vía más sencilla: con un cargador acorde a lo que este terminal demanda. Aquí mantiene una broma en forma de cargador que hace que tardemos más de 3 horas en llegar al 100%. Inasumible, así que toca pasar por caja y hacerse con un cargador de verdad para mejorar esas cifras.
En cuanto a la carga inalámbrica, nada que sea un secreto: es lenta, muy lenta. Sin embargo, y siempre dependiendo de tu uso particular del teléfono, es una manera de cargar el teléfono que engancha. Hay quien la usa para recargar la batería del teléfono por las noches, algo a lo que le veo menos sentido porque prefiero el cable para esos casos, pero en mi caso particular, me he visto en este mes usando un modo de trabajo que me asegura olvidarme de la carga del iPhone.
Justo al lado del ordenador de trabajo tengo una base de carga inalámbrica, plana, y donde siempre tengo colocado el iPhone X, lo que me asegura que la carga del mismo siempre esté alta sin preocuparme por ello. Eso sí, dependiendo del modelo de cargador inductivo, hay que estar atento a que siempre quede el iPhone más o menos centrado para que cargue. Más de una vez he pensado que estaba cargando y al no estar bien situado pese a que lo parecía, me he llevado la sorpresa de que había sido tiempo perdido.
El único inconveniente es que Face ID, en esta situación, no me reconoce y para desbloquear tengo que asomarme al terminal o en el peor de los casos, cogerlo con la mano. Con una base de tipo stand solucionaría ese problema.
Sí, el notch sigue ahí
De iOS 11 y el iPhone X no hay mucho que decir. El sistema ha recibido en este mes de uso un par de actualizaciones importantes y ya podemos decir que es estable. Destaco de nuevo de él su ecosistema más profundo y maduro, la seguridad y lo bien interrelacionado que están todos los dispositivos si estás dentro del círculo cerrado de la compañía.
En el campo de las aplicaciones, poco a poco las más importantes se van adaptando a la pestaña, notch o ceja del iPhone X. Pero lo que no ha ocurrido es que haya desaparecido por arte de magia. Tras este mes de uso sigo sin acostumbrame así que para mi caso, no se ha vuelto invisible. Es cierto que hace al iPhone X reconocible de un vistazo con la pantalla encendida, pero sigue siendo un elemento que molesta más que aporta.
Dependerá de tus usos y costumbres con un iPhone, pero que la pestaña esté ahí hace por ejemplo que no pueda tener el porcentaje de batería a la vista salvo si deslizo el panel de control. Pequeños detalles pero importantes para según qué usuario.
El modo retrato de más posibilidades
Como ya comprobamos en la comparativa fotográfica entre los mejores del año, hay 3-4 terminales que, salvo por detalles, ofrecen una experiencia fotográfica muy completa y potente y que apenas marca diferencias entre ellos. Hay que ir ya a los detalles.
La fotografía con el iPhone X sigue las pautas que Apple ha marcado desde el primer iPhone: cero complicación a la hora de hacer una foto con la garantía de que el ISP hará el trabajo sucio por ti. Por eso no hay controles manuales de serie. Si te gusta tener el control hay que ir a aplicaciones de terceros. También en vídeo, con grandísima calidad de imagen y sobre todo de sonido, el iPhone X saca excelente nota en este mes de uso.
El caso es que, seguramente por la gran mejora de algunos terminales con Android, la fotografía con el iPhone X no destaca especialmente cuando nos centramos en buscar el mayor detalle posible o un tratamiento del rango dinámico al máximo nivel. En esos dos apartados hay mejores smarpthones fotográficos este año, aunque en el global quedamos satisfechos, como hará la mayoría de usuarios que usar tu teléfono como cámara principal sin más pretensiones.
A estas alturas, lo mejor de la cámara del iPhone X es el modo retrato por posibilidades. Sin contar con el Pixel 2 XL, es el que mejor lo hace, pero Apple le añade ese extra muy llamativo de los cambios de luz que a la gente que le haces foto les encanta.
También añadiría el que, en este iPhone X, existe el modo retrato para la cámara secundaria o selfie, y funciona muy bien, lo que es otro punto a su favor.
¿Con qué me quedaría de todo este mes de uso con el iPhone X, habida cuenta de su precio de casi 1200 euros? Que en la reducción de marcos no hay marcha atrás y parece que en el uso de gestos e ir más allá del reconocimiento de rostros tampoco. Valor hay pues en el terminal, otra cosa es que todo el mundo pueda aprovechar lo que cuesta.
Respecto a sus rivales, a estas alturas, creo que, valorando todo lo que ofrece un iPhone X y la gama alta de Android, el valor de cambio entre plataformas queda casi exclusivamente del lado del sistema operativo y las preferencias de cada uno: más posibilidades en Android, más ecosistema de calidad del lado de iOS.
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