Uno se sienta ante el nuevo Surface Pro 6 y siente que las cosas no han cambiado apenas respecto a las anteriores generaciones. Lo curioso es que esto va más allá de la sensación, porque los cambios son efectivamente mínimos. La pregunta, claro, es si eso es bueno o malo.
Es lo que tratamos de averiguar en un análisis que nos ha permitido trabajar con la última iteración de esta tableta convertible de Microsoft, que es conservadora con su herencia y que para bien (o para mal) refuerza todo que tenían estos equipos. ¿Si funciona, como suele decirse, no lo toques?
Hoja de especificaciones del Surface Pro 6
La última revisión del convertible por excelencia se hizo esperar más de la cuenta: los Surface Pro 4 aparecieron a finales de 2015 y los Surface Pro (5, pero Microsoft obvió ese número) llegarían a mediados de 2017.
Uno esperaría que un año después estos nuevos modelos aparecieran la apuesta de Microsoft sería algo distinta, pero lo sorprendente es que apenas lo es, y eso se comprueba con la hoja de especificaciones de este equipo:
Surface Pro (2018) | |
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Pantalla | 12,3 pulgadas PixelSense resolución 2.736 x 1.824, ratio 3:2, densidad de 267 ppp |
Tamaño | 292 x 201 x 8,5 mm |
Peso | 784 gramos (sin teclado) |
Procesador | Intel Core i5-8250U |
Gráficos | Intel HD Graphics 620 |
RAM | 8 GB |
Disco | 256 GB |
Sistema operativo | Windows 10 Home |
Conectividad | Wi-Fi 802.11ac, Bluetooth 4.1 |
Cámaras | Trasera 8 Mpíxeles con autoenfoque, frontal 5 Mpíxeles con autoenfoque y soporte Windows Hello |
Puertos | USB 3.0, lector de tarjetas Micro SD, Mini DisplayPort, puerto de funda / teclado, Surface Connect, puerto auriculares |
Precio | 1.349 euros (sin teclado o lápiz) |
Si la comparáis con la del Surface Pro e 2017 encontraréis muy pocas diferencias: dos gramos menos de peso, un Windows 10 Home en lugar de la versión Pro y, sobre todo, el nuevo procesador, un Core i5-8250U que sí representa un salto relevante frente al Core i5-7300U de su predecesor ya que entre otras cosas pasamos a un modelo con 4 núcleos y 8 hilos de ejecución (que son la mitad en el Core i5-7300U de su predecesor). Ese salto es aún más llamativo si tenemos en cuenta que se sigue manteniendo el sistema de refrigeración pasiva que evita cualquier tipo de ruido generado por estos componentes.
Hay una mejora en la pantalla no obstante: la tasa de contraste pasa de los 1.300:1 de anteriores modelos a 1.500:1, lo que hace que los negros impacten aún más. En este modelo, por ejemplo, el fondo de pantalla por defecto se confunde con los marcos de pantalla si uno no se fija al máximo en los detalles.
Herencias buenas, herencias malas
En esas especificaciones también se mantiene (afortunadamente) el sistema de refrigeración pasiva que es una de las características más notables de los Surface Pro. Como ocurría con el anterior modelo, este Surface Pro 6 es totalmente silencioso, y tampoco hemos notado aumentos de temperatura sensibles incluso en situaciones en los que le hemos exigido más potencia.
Las cámaras tampoco cambian en este modelo, y más que la trasera, que sin duda puede ser útil, tiene especial relevancia la webcam del equipo, que con su resolución de 5 Mpíxeles ofrece buena calidad para videoconferencia pero sobre todo destaca por su soporte de Windows Hello.
Ese soporte nos ha funcionado a la perfección en nuestras pruebas con el Surface Pro 6. El proceso inicial de registro de nuestra cara es muy rápido, y el reconocimiento facial hace rápido y cómodo el desbloqueo de la sesión en Windows 10.
Hablábamos de la filosofía conservadora de estos equipos en los que Microsoft apenas ha querido meter mano, y una de las consecuencias evidentes no solo se limita al hardware interno, sino a esa nueva ausencia de puertos USB-C que piden paso pero que al menos para Microsoft no lo tienen en estos equipos.
En lugar de eso la empresa de Redmond mantiene la apuesta por el puerto Surface Connect o el puerto Mini DisplayPort cuando ambos podrían ser reemplazados por puertos USB-C. Uno e ellos podría incluso integrar esa interfaz Thunderbolt 3 que echamos nuevamente de menos en estos equipos, pero una vez más nos quedamos sin este tipo de conectores.
Microsoft alegaba en 2017 que este conector no estaba aún lo suficientemente maduro en el mercado, pero lo curioso es que sí lo ha integrado en sus Surface Book 2 (no así en los Surface Laptop 2) o sus Surface Go. Es una omisión singular para una empresa que sin renunciar a los estándares actuales podría aportar también esa apuesta de futuro en el terreno de la conectividad.
Aún así ese puerto Surface Connect sigue siendo una noticia para quienes utilizan el equipo con el Surface Dock (230 euros), una periférico que dota al equipo de su propia fuente de alimentación, puerto Gigabit Ethernet, salida de audio, dos puertos MiniDisplay Port y 4 puertos USB 3.0. Sin duda una forma óptima de aprovechar el equipo como puesto de trabajo fijo, y algo que no muchos fabricantes toman en cuenta en sus soluciones.
Pocas diferencias por dentro, casi ninguna por fuera
No hay tampoco cambios en el diseño exterior de los Surface Pro 6, que tienen las mismas dimensiones (incluido ese grosor de tan solo 8,5 mm) y casi idéntico peso que sus predecesores, también en se uso del magnesio en un equipo con una construcción impecable.
Así, volvemos a esa pantalla en formato 3:2 que es interesante para aplicaciones maximizadas como las que suelen utilizarse en una tableta pero que en mi caso puede llegar a reducir la productividad. Lo hace si como yo trabajáis con dos ventanas enfrentadas una al lado de la otra. Podemos tenerlas en el Surface Pro 6, desde luego, pero la anchura de ambas queda algo condicionada.
El soporte sobre el que apoyamos la tableta en la mesa sigue siendo desde luego una pequeña joya de la ingeniería, y permite situar la pantalla en todo tipo de ángulos de inclinación llegando a los 165 grados. Si utilizamos la funda teclado, el mecanismo magnético funciona de forma excepcional a la hora de acoplarlo y desacoplarlo, y podremos plegarlo fácilmente en la parte trasera para usar la Surface Pro 6 en modo tableta.
Los marcos de pantalla no cambian, algo que de hecho parece difícil si tenemos en cuenta que en modo tableta eso permite sujetar la tableta sin crear falsos positivos en pantalla con "toqueteos involuntarios".
Nosotros hemos analizado no obstante una variante novedosa en la familia: el color negro mate es la nueva opción del Surface Pro 6, y esta tonalidad lo contagia todo, desde la parte posterior hasta el teclado Type Cover que Microsoft que no viene incluido por defecto con el equipo. También de color negro es el lápiz opcional que hemos podido probar con el Surface Pro 6, pero en todos los casos ese color es lo único diferente y que permite distinguir a sus predecesores: este tono no se usaba desde el Surface Pro 2.
Y es que como decíamos no cambian texturas ni sensaciones con el teclado o el trackpad de la Type Cover: curiosamente otras fundas sí usan el tejido Alcantara, pero no esta en color negro. Aún así la sensación es muy cercana a la de ese tejido, y volvemos a tener esa sensación más cálida de la del tradicional aluminio o plástico de muchos equipos.
Las teclas no cambian en su recorrido o disposición (las teclas de cursor de arriba y abajo pueden resultar incómodas), y como en otros Surfaces la parte superior se puede acoplar magnéticamente al borde inferior de la pantalla para crear una pequeña pendiente y lograr así una posición más ergonómica del teclado que, por cierto, sigue ofreciendo la siembre bienvenida retroiluminación.
Personalmente si lo utilizo en una mesa prefiero no usar ese sistema y mantengo el teclado totalmente extendido para que librarme de esa fragilidad extra que transmite el teclado al estar apoyado sobre la pantalla.
Parece casi como si uno pudiera romper algo al pulsar las teclas, que en mi caso ofrecen una resistencia inicial más pronunciada de lo que recordaba en anteriores modelos. Es una sensación curiosa a la que te acostumbras rápido, desde luego, y puede que no sea mala idea haberla integrado en este teclado como una forma más de "garantizar" que estamos pulsando la tecla que queríamos pulsar.
Microsoft sigue jugando al despiste con el teclado
Lo hemos comentado en iteraciones previas del Surface Pro y esta no es la excepción: cuando compras una Surface Pro 6 como esta lo que pagas, salvo que la oferta lo indique expresamente, no es un sustituto de tu portátil. Compras la tableta, sin más.
En Microsoft llevan años jugando al despiste con el material publicitario de las Surface Pro, que a menudo muestra a felices usuarios utilizando el equipo como un portátil gracias al uso de una Type Cover que, insistimos, no está incluida en el precio de venta del Surface Pro 6 salvo excepciones.
Es un problema recurrente de un equipo de Microsoft que es una buena alternativa al portátil de toda la vida si y sólo si le añadimos esa Type Cover.
Eso, claro está, impone un coste adicional que puede que el usuario no hubiera contemplado, y aun cuando suele existir letra pequeña que avisa de esta circunstancia, el mensaje es discutible: es bueno mostrar que efectivamente el Surface Pro 6 es todo un portátil con ese teclado, pero quizás Microsoft debería dejar más clara esa circunstancia en su forma de mostrar y promocionar el producto.
Ocurre por ejemplo en la página oficial de producto de Microsoft, que en la mayoría de las imágenes muestra la tableta con el la Funda con teclado conectado. Solo al final se explica que esa funda (150 o 180 euros según modelo) y otros complementos como el Surface Dial o el Lápiz Surface (110 euros) se venden por separado.
Una tableta muy bien dotada para artistas digitales
En los últimos tiempos Microsoft ha ido virando a un terreno que antes era más propio de los Mac, y se ha acercado al mundo del diseño digital.
Productos como el Surface Studio 2 que pudimos probar hace unos días lo demuestran, pero también lo ha hecho desde hace varias generaciones este Surface Pro que gracias a su combinación con el lápiz Surface permite a cualquier aficionado o profesional del diseño digital llevar a la pantalla sus ideas de forma óptima.
Aquí se repite la historia de buena parte del análisis, y no hay diferencias en el apartado hardware ni en la experiencia de usuario: el Surface Pro 6 cuenta con el mismo tipo de lápiz que su predecesor salvo por ese color negro que como decíamos diferencia a esta nueva variante.
Por lo demás nos encontramos con ese lápiz con forma hexagonal y que dijo adiós al clip para "acoplarlo" a la funda con teclado en sus primeras ediciones. El imán que permite acoplar el lápiz a los laterales hace ese clip innecesario, pero era un elemento simpático que quizás podría haberse quedado en el rediseño de este periférico.
Seguimos contando con 4.096 niveles de presión y con esa magnífica latencia de tan solo 21 ms en el tiempo de respuesta del lápiz, que sigue respondiendo tan bien como en la Surface Pro (5)… pero no mejor. No ha habido mejoras aquí (ni tampoco nada peor), y la pena es que Microsoft dejara de incluir este accesorio con la tableta.
Mis pruebas dibujando volvieron a demostrar lo cómodo que puede sentirse alguien al trasladar esa parte creativa a este dispositivo. Tomar notas es la otra gran ventaja de una tableta que es perfecta candidata para entornos académicos y profesionales en los que esa toma de notas o esa labor creativa tenga sentido. Los sistemas de detección de la palma de la mano siguen funcionando a la perfección, y podremos apoyarla sin problemas para escribir o dibujar.
La presión necesaria es menor que la de hace algunas generaciones (9 gramos de fuerza frente a los 20 de antes), y esa detección de niveles de presión hacen que cada trazo responda a nuestras necesidades.
Hay una pequeña curva de aprendizaje hasta que uno se acostumbra a jugar con esas presiones, pero enseguida nos daremos cuenta de lo fácil y atractivo que es trasladar esa labor creativa a la Surface Pro. Sigue sin ser esa sensación de trabajar en papel, pero las ventajas de este método digital son innegables. La de gomas y papel que uno se ahorra, entre otras cosas (si es que asume la transición a lo digital, claro).
Potencia comedida pero destacable para un diseño fanless
Al repasar esa hoja de especificaciones veíamos como el Surface Pro 6 se diferenciaba muy poco de su predecesor, pero lo cierto es que las diferencias existen en un apartado muy importante: su procesador, que marca la diferencia en cuanto a rendimiento y eficiencia.
Lo podemos ver en la tabla comparativa con algunos de los resultados más destacables:
Surface Pro (2017, Core i5-7300U) | Surface Pro 6 (Core i5-8250U) | Acer Swift 5 (Core i5-8250U) | Samsung Galaxy Book (Core i5-7200U) | |
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PCmark Home | 2.681 | 2.867 | 3.400 | 3.160 |
PCmark Creative | 3.865 | 3.257 | 4.553 | 3.962 |
3DMark Cloud Gate | 5.556 | 7.126 | 5.381 | 4.962 |
3DMark Ice Storm | 38.284 | 51.557 | 54.057 | 50.491 |
La evolución respecto a su predecesor está ahí, pero sorprendentemente el resultado es peor para el test PCMark 8 Creative en el que curiosamente el Surface Pro 6 se comportó peor que el modelo del año anterior. Repetimos la prueba en varias ocasiones pero ese dato se mantuvo.
Otras pruebas mostraron cómo el nuevo procesador ayuda si el usuario necesita más margen de maniobra: en GeekBench obtuvimos 4.253 / 13.876 puntos en las pruebas Single Core / Multi-Core mientras que su predecesor llegaba a los 3.568 / 7.028 puntos. Aquí es evidente que doblar el número de núcleos (y de hilos) puede ser algo muy interesante en ámbitos con cierto paralelismo.
No hay apenas diferencias en otras áreas como el almacenamiento: la unidad SSD M.2 de Samsung integrada prácticamente es idéntica a la del Surface Pro (5) en rendimiento, y aquí obtuvimos 1.648 MB/s en lectura y 833 MB/s en escritura cuando en aquel análisis el resultado era de 1.598 y 836 MB/s respectivamente.
Donde sí hay un beneficio importante es en la batería, que gana enteros respecto al modelo anterior y supera sin problemas las 9 horas en una sesión de trabajo convencional incluso con multitarea intensiva y apertura frecuente de contenidos multimedia.
En este punto volvemos además a contar con esa opción de acceder a perfiles rápidos de energía que permiten ir desde una "mejor duración de la batería" a un "mejor rendimiento" para aprovechar ambos escenarios al máximo. Buenas noticias para uno de los factores clave de un equipo que sin duda nos dejará tranquilos en este ámbito.
Trabajando con el Surface Pro 6
El equipo que hemos probado, advertimos, no cuesta 1.349 euros. Cuesta 1.608,98 euros ya que en él incluimos tanto la funda teclado como el lápiz. Si uno se olvida de lo que incluye o no Microsoft por defecto y tiene en cuenta esta propuesta como un todo, estamos sin duda ante uno de los convertibles de referencia en el mercado.
Si dejamos fuera el lápiz, algo que probablemente muchos usuarios no necesitarán, el precio baja a los 1.500 euros, y es ahí donde uno debe valorar lo que ofrece Microsoft, que efectivamente sí es una alternativa muy valiosa al portátil tradicional. Lo es por potencia, lo es por construcción, y lo es por portabilidad.
Ahí es donde el Surface Pro 6 sigue demostrando su músculo: resulta sorprendente contar con un equipo tan ligero y tan compacto que pueda comportarse como equipos más tradicionales, y aunque en mi caso prefiero un teclado físico rígido, la funda teclado cumple de forma notable en esa interacción con la interfaz de Windows 10.
La pantalla es otro de los puntos fuertes de esta solución, y con un contraste mejorado no hacemos más que ganar enteros en esa experiencia visual. Pero donde más ganamos —y no era fácil hacerlo— es en autonomía, y esa es la mejor noticia de una renovación que no toca prácticamente nada pero que desde luego se hace notar en esa tranquilidad para trabajar y disfrutar del Surface Pro 6 durante muchas horas.
La posibilidad de conectarlo a monitores, ratones y teclados externos y trabajar con él como si fuese un PC de sobremesa es igualmente atractiva, y aquí el dock —un accesorio valioso pero nada barato— puede suponer otra adquisición interesante.
La pantalla táctil va también más allá de esa invitación a dibujar: aun sin tener lápiz sigue siendo cierto que ciertas interacciones táctiles en pantalla son más rápidas que el teclado o el ratón.
Quizás la única pega seria sea la de todos estos equipos de Microsoft y los que han seguido esa misma línea de diseño: el soporte que permite mantener la pantalla erguida en distintos ángulos es fanástico si trabajamos encima de una mesa, pero si usamos el equipo sentados o incluso tumbados para leer algo o ver una película un rato antes de dormir no resulta tan cómodo como un portátil convencional con esas bisagras que suelen dar más juego y que no dependen de esos soportes traseros.
Surface Pro 6, la opinión y nota de Xataka
Pocos son los defectos que puede encontrarle uno a un formato tan asentado como el del Surface Pro 6. Quizás ese es el problema: que funciona tan bien y está tan asentado que algunos podrían pedir un cambio, algo que fuera distinto y con lo que Microsoft pudiera diferenciar más este modelo de sus predecesores (o sus competidores).
No parece haber demasiada ambición en ese sentido: es como si Microsoft acudiera al "si funciona, no lo toques", y lo cierto es que esa filosofía da resultado.
Puede que echemos de menos algún puerto USB-C en el equipo y puede que podamos pedir alguna novedad más en su diseño para salir de la monotonía, pero si uno se hace a la idea de que el teclado es parte indisoluble de esta apuesta, el Surface Pro es una alternativa fantástica al portátil tradicional.
Es un dispositivo más versátil y con mejor portabilidad, además de contar con ese atractivo especial de una pantalla táctil y el soporte del lápiz Surface (o del Surface Dial, ya puestos) que pueden convertirse en valiosas herramientas para profesionales del diseño o, simplemente, para quien necesita tomar notas constantemente.
La inversión sigue siendo importante, desde luego, pero a cambio de ella podremos acceder ante un equipo al que difícilmente se le pueden encontrar pegas en cuanto a acabados o construcción. Las garantías de los Surface Pro 6 se mantienen e incluso aumentan, y eso es ya de por sí un punto muy a favor de un equipo que para nuestro gusto quizás es algo más conservador de lo que podría ser.
8,9
A favor
- El formato de Microsoft es casi impecable en construcción y diseño
- La autonomía ya era buena y mejora
- El lápiz puede dar mucho juego para entornos creativos
En contra
- Seguimos echando de menos un puerto USB-C sin descuidar los USB convencionales
- El precio es algo elevado si lo comparamos a portátiles tradicionales
El ordenador ha sido cedido para la prueba por parte de Microsoft. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas
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