Hace literalmente años que esperaba tener la oportunidad de probar un dispositivo móvil basado en Ubuntu. Desde que en octubre de 2011 Mark Shuttleworth -creador de Canonical y de Ubuntu- diera las primeras pistas de esa ambición la plataforma ha recorrido un largo camino, y hoy ya tenemos a nuestra disposición los primeros dispositivos basados en Ubuntu para móviles.
Ya os hablamos en detalle de este bq Aquaris E4.5 Ubuntu Edition y también hicimos un repaso en exclusiva de esa primera toma de contacto con una plataforma que quiere tratar de hacerse hueco en este ultracompetitivo segmento. Ahora hemos tenido la oportunidad de contar con el producto durante un periodo más extendido, y tras aprovecharlo como mi smartphone principal durante este tiempo, éstas son las conclusiones.
La interfaz es original, pero no diferencial
No vamos a descubrir nada especialmente distinto a lo que ya vimos en nuestro repaso a la plataforma. Aquí el teléfono de bq cumple con lo que se puede esperar de él, y de hecho frente a esa oferta también tendremos muy pronto otra más ambiciosa en su hardware que puede satisfacer a usuarios más exigentes en apartados como cámara o procesador: ya pudimos ver el Meizu MX4 con Ubuntu en el MWC 2015, y ahora solo queda que la compañía lo lance de forma definitiva tanto en Asia como en Europa.
Lo que ya intuíamos en esa toma de contacto detallada tras las primeras horas con este terminal se ha cumplido. La experiencia con la interfaz de usuario de Ubuntu es interesante, pero en suma no ofrece características lo suficientemente diferenciales que justifiquen el salto a esta concepción para usuarios que están contentos con su móvil actual o acostumbrados a otras plataformas. Aquí la natural resistencia al cambio juega en contra de Ubuntu, pero además hay otras limitaciones.
La usabilidad del sistema es aceptable, pero la ausencia de botones físicos sigue resultando extraña un mes después de comenzar a usarlo. Cierto que uno ya no toca de forma frenética ese botón de Inicio que no existe en el terminal de bq, pero para muchas acciones, aun cuando los gestos -pilar de esa experiencia táctil- resuelven muchas situaciones, encontramos que no hay mejora en prácticamente ningún apartado de la experiencia y en algunos hay desventajas. Más clics o gestos para llegar al mismo sitio o a la misma acción que acaban sumando pequeños tiempos y esfuerzos que precisamente es necesario obviar.
Los Scopes como escaparate
Tampoco me acaba de convencer esa apuesta por la agregación de contenidos en Scopes en lugar de contar con los habituales escritorios con iconos de aplicaciones. Ese tipo de aproximación está en cierta forma disponible en capas de personalización de algunos fabricantes de dispositivos Android (HTC con Sense lo hace con BlinkFeed), también en otras plataformas (como BlackBerry con su Hub) y por supuesto hay lanzadores de terceras partes que también tratan de agregar información en las distintas alternativas móviles.
En esos dispositivos esa es una opción más y no el pilar de la experiencia de usuario, pero en Ubuntu han querido, como adelantábamos entonces, desplazar el foco de atención de las aplicaciones -cuya cantidad y calidad es reducida por ahora- hacia los contenidos. Esa apuesta tampoco añade -al menos, en mi caso- una mejora apreciable de la experiencia de usuario, aunque probablemente afinando en la configuración de las fuentes y en la cantidad y orden de los Scopes la cosa mejoraría.
Aún así, al final los Scopes son pasarelas hacia el contenido completo: puedo ver unos pocos tuits, unos pocos vídeos, parte del catálogo de música... pero si quiero navegar por mi flujo de actualizaciones en redes sociales acabo necesitando ir al cliente en cuestión, y lo mismo ocurre con la mensajería, las noticias que llegan de distintas fuentes o cualquier otro contenido. Los Scopes son más bien un escaparate, y como cualquier escaparate, están incompletos. Hay que entrar en la tienda (o en nuestro caso, en la aplicación) para lograr sacarle todo el jugo a esos contenidos.
El catálogo software es sin duda otra de las grandes barreras de una plataforma que de momento está muy limitada en cantidad y calidad de soluciones software. La mayoría de las soluciones presentes en el dispositivo o en la tienda de aplicaciones de Ubuntu (y que no es la misma que la del escritorio) son adaptaciones a Ubuntu de los clientes web de diversos servicios y aplicaciones.
Los Scopes son más bien un escaparate, y como cualquier escaparate, están incompletos
Aquí destacan ejemplos como Gmail, Facebook, Twitter u OpenStreetMaps: aunque todas ellas son usables, las diferencias con aplicaciones nativas es evidente en todo momento. No solo en opciones y prestaciones -las APIs de esos servicios no se aprovechan en aplicaciones web, o lo hacen de forma muy limitada- sino también en una fluidez que no es ni mucho menos la que podemos encontrar en otras plataformas.
Precisamente esa fluidez algo menos destacable se nota en todo el sistema operativo: las herramientas tardan en lanzarse y aunque el comportamiento de los gestos es correcto la sensación es la de que todo va un poquito más lento en Ubuntu. Quizás el Meizu MX4 o futuros dispositivos más potentes logren que desaparezca esa sensación, pero al menos en el terminal de bq las esperas y pequeños lags al pasar de una aplicación a otra, a la hora de abrir nuevas herramientas o incluso al usarlas eran frecuentes. No especialmente preocupantes individualmente, pero sí en conjunto.
La consola nos reconcilia con Ubuntu for Phones
Como buen linuxero uno de los temas que más me intrigaban de esta plataforma era su aprovechamiento de la consola de comandos o terminal, una herramienta absolutamente indispensable para los usuarios de las distintas distribuciones GNU/Linux que en Ubuntu for Phones da el do de pecho. Pero de verdad.
La aplicación nativa demuestra hasta dónde se puede llegar con estos desarrollos en Ubuntu. Tiene todo lo que podríamos desear, incluyendo accesos a atajos de teclado imprescindibles en cualquier sesión de terminal, y eso hace que esta faceta sea usable incluso desde un móvil en el que lo de escribir comandos con el teclado en pantalla no parecería a priori cómodo. No es lo óptimo, desde luego, pero como decimos esa terminal es perfectamente usable desde el teléfono.
Eso hace que si hay un motivo que destacaríamos para comprar uno de estos dispositivos sería este. La terminal nos reconcilia con una plataforma ambiciosa que lo quiere ser aún más y que promete desde sus inicios esa apuesta por la convergencia. Esa característica no está aún disponible, pero como vimos en MWC 2015 hay ya una parte del trabajo hecho que permite adaptar la interfaz del móvil o tablet y hacer que al conectarle un teclado y un ratón aparezca el escritorio con ventanas tradicional de Ubuntu.
En esa terminal tenemos la opción por ejemplo de aprovechar el gestor de paquetes apt-get para instalar nuevas herramientas de consola y gráficas, pero aquí hay que destacar que los repositorios disponibles en la actualidad limitan las opciones y la cantidad de soluciones disponibles: estos repos no tienen nada que ver con los de las versiones de Ubuntu (o de cualquier otra distro) de escritorio, y la oferta es escasa pero no por ello desdeñable. Así, probé a instalar Firefox (navegador web), InkScape (editor de imágenes), Nautilus (explorador de ficheros), Metacity (gestor de ventanas) o Baobab (gestor de espacio en disco) para comprobar cómo se comportaría la plataforma a la hora de servir esas aplicaciones en remoto.
Ahí es donde aprovechamos para utilizar el teléfono de bq como un pequeño servidor de aplicaciones. La magia del protocolo SSH, de su característica para reenviar conexiones X11 y su combinación con un ordenador normal (en mi caso probé con un PC con Windows 10 TP) permitía lanzar esas aplicaciones desde una sesión SSH para poder disfrutarlas en mi escritorio de Windows. Aun cuando la fluidez de ejecución era discutible, las aplicaciones se podían usar con un poquito de paciencia. Lo importante no es tanto eso como la demostración de que ese componente fundamental de cualquier distribución GNU/Linux sigue siendo igual de fundamental (o puede serlo si el usuario quiere) en Ubuntu for Phones.
Conclusiones: si WhatsApp es el centro de tu experiencia móvil, olvídate de Ubuntu
Si hay algo que echamos claramente de menos en esa experiencia extendida fue la ausencia de diversas aplicaciones, y de todas ellas la más destacable, nos guste o no, es la de WhatsApp. Aunque existen alternativas como Telegram que sí usé con algunos (pocos) conocidos y familiares, la dependencia de la comunicación con WhatsApp (acabé llevando mi teléfono conectado a WiFi cuando podía para minimizar ese impacto) se ha hecho evidente en estos días.
Esa es una de las principales conclusiones tras un mes usando como teléfono principal este bq Aquaris E4.5 Ubuntu Edition, pero no la única. Como ya mencionbaba en aquel primer análisis, no hay nada a excepción de la terminal (o quizás razones sentimentales) que me haga recomendar esta plataforma de momento, y de hecho ese apartado deja claro a quién va dirigido este dispositivo.
Pocas son las razones que de momento justificarían la compra de este terminal.
Puede que la situación cambie en 2016 y que si la prometida convergencia desembarca en Ubuntu veamos realmente de lo que es capaz la plataforma, pero hoy por hoy la inmensa mayoría de usuarios harán bien en mantener una sabia actitud de espera de acontecimientos mientras disfrutan de sus dispositivos actuales en los que la madurez de otras plataformas es una ventaja absolutamente definitiva.
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