Soy un usuario convencido de Windows. Incluso el criticado Windows 8 es para mí un integrante muy valioso de la familia: Microsoft demostró ambición y valentía (quizás diría que osadía) al ponernos enfrente una interfaz que apostaba más por lo táctil que por el ratón y el teclado. Aquel atrevimiento le costó mucho, y el escritorio clásico, el de toda la vida, recuperó parte de su protagonismo en Windows 8.1. Pero en realidad siempre estuvo ahí, aunque fuera algo escondido. Y Microsoft dio ese primer paso hacia la convergencia y su filosofía One Windows.
Tras todas esas críticas, las dudas sobre lo que nos propondría Microsoft con el nuevo Windows 10 eran numerosas. Me instalé la primera versión preliminar de Windows 10 en cuanto salió, y he estado usándola casi a diario durante todos estos meses. Éste es el análisis de Windows 10 desde esa perspectiva: puede que se trate de un repaso basado en versiones preliminares, pero las conclusiones -sobre todo ahora que estamos tan cerca del lanzamiento final- son interesantes a la hora de valorar el que para mí es el sistema operativo más importante de toda la historia de Microsoft.
El ratón y el teclado recuperan su protagonismo
Lo cierto es que la primera instalación de Windows 10 ya nos traía muchas buenas noticias. Para empezar volvía el menú de inicio, que se nos había ido de vacaciones en Windows 8 y que en esta nueva propuesta llegaba además con nuevos ingredientes. Puede que Microsoft se haya cargado el escritorio Metro en apariencia, pero las baldosas siguen muy presentes en este menú, y lo cierto es que el enfoque funciona. Encontraremos en forma de baldosas las aplicaciones que usamos con mayor frecuencia o aquellas que más rabia nos den, porque este menú es totalmente personalizable.
De hecho este es uno de los elementos que más ha ido evolucionando desde las primeras versiones preliminares. El menú original podía expandirse con un botón de maximizar que hacía que de repente nos encontrásemos con el terrorífico -no era para tanto, de verdad- escritorio Metro, pero en Redmond se dieron cuenta de que esta opción no tenía por qué estar tan presente y han acabado moviendo esa opción a los ajustes del sistema operativo, donde podremos elegir qué ocurre cuando pulsamos la tecla Windows (o pinchamos sobre el logo en la parte inferior izquierda).
La experiencia con el menú de inicio es fantástica, aunque para los que ya nos habíamos acostumbrado a lanzar aplicaciones con el teclado en Windows 8/8.1 (tecla Windows y comenzar a escribir el nombre de la aplicación) y sin ratón la mecánica no cambia mucho. El diseño ha ido cambiando ligeramente, y se ha añadido cierta transparencia a este componente cuando aparece, además de reservar más o menos espacio para las baldosas que queremos tener en primer plano.
Las mejoras en usabilidad han ido creciendo también a medida que aparecían nuevas compilaciones. Desde el primer momento contamos con una que particularmente me parece fantástica y que he visto poco destacada en medios y análisis: la característica Snap ahora permite acoplar ventanas a las esquinas para que ocupen una cuarta parte de la pantalla, y no la mitad. Eso permite que los amantes de grandes monitores (en mi caso, un 27'' 1440p) puedan aprovechar ese espacio de trabajo mostrando a la vez una, dos, tres o cuatro aplicaciones perfectamente alineadas y que ocupen espacios proporcionales. Parece mentira como algo tan "tonto" puede aportar tanta productividad.
Lo mismo podría decir de los escritorios virtuales, un concepto viejuno en Linux que llega muy bien copiado -vamos a hablar claro- en Windows 10. La vista de tareas (Task View) que tiene su propio icono en la barra de tareas permite acceder a miniaturas de las aplicaciones abiertas, a la creación de nuevos escritorios virtuales, y al movimiento de una aplicación de un escritorio a otro. El concepto es muy válido para muchos usuarios que trabajan más organizados con esta característica, y lo mejor de todo es que si no quieres no te enterarás ni de que lo tienes. Bien para los que nunca lo hemos usado, mejor aún para los que estaban esperando esa opción como agua de mayo.
Otro detalle de lo más bienvenido: la obsesión de Microsoft por el protagonismo de lo táctil había hecho que las aplicaciones "Metro" solo se pudieran ver maximizadas, pero en Windows 10 todas esas herramientas se pueden ver tanto maximizadas como en el escritorio con sus correspondientes ventanas de aplicación. Aquí se vuelve a demostrar que el escritorio clásico recupera su trono, y seguro que los que como yo trabajéis con equipos con pantallas de cierta diagonal agradecéis que vuestro PC no parezca un tablet gigante.
También hay algunos elementos raros en ese esfuerzo por mejorar la usabilidad. Me ocurre con el centro de notificaciones, que quizás por no aprovecharlo demasiado es un espacio casi del todo vacío al mostrarlo en el escritorio. Aquí parece que Microsoft tenía que resolver de alguna forma el hecho de que el acceso a las notificaciones y las preferencias rápidas del dispositivo era algo crucial en dispositivos móviles (smartphones y tabletas), y al menos en mi opinión ahí se nota que la resolución en el escritorio no es óptima.
Pasa también al querer forzar ese tipo de interfaz en la gestión de conexiones -mi PC con Windows 10 se conecta a un switch, así que la lista de redes WiFi que deberían poblar ese apartado se queda en nada- pero por ejemplo está bien resuelta en el control de volumen, que ocupa el espacio que tiene que ocupar. Aquí quizás un tamaño dinámico sería más apropiado para este tipo de componentes.
El paradigma de diseño de Windows 10 es muy similar a Windows 8.1, pero obviamente hay cambios sensibles en pequeños elementos que acaban conformando la experiencia final. Ocurre con la barra de tareas, elegante por el tamaño y diseño de los iconos del sistema operativo, o por detalles como ese subrayado con el que denota las aplicaciones que están abiertas. En esto último, la iconografía, hay opiniones para todos los gustos, pero tras estos meses con Windows 10 yo estoy particularmente a gusto con las elecciones de Microsoft, que sin haber adoptado la línea de diseño plano de forma completa sí parece entender que esta línea está teniendo mucho éxito entre los usuarios.
No me gusta tanto, no obstante, que esas líneas de diseño pierdan cierta coherencia entre unos apartados y otros del sistema operativo. Los iconos planos, simplones y de alto contraste -como los presentes en la parte inferior derecha para el área de notificaciones, volumen o red- se extienden a otros apartados como los botones de control de las ventanas o, atención, las nuevas preferencias del sistema. Aquí, la gran dicotomía: ¿Por qué Microsoft crea un nuevo área para los ajustes pero conserva el Panel de Control de toda la vida? ¿Por qué no, simplemente, rediseñar el panel de control? Llegar a controlar las opciones que ofrece Windows 10 es en ciertos momentos confuso, porque la preferencia que buscas puede estar en el Panel de Control, en la Configuración... o en ambos.
Hola, Cortana
Era una de las grandes promesas de Windows 10. Y por extensión, de cualquier sistema operativo de escritorio. La inclusión de un asistente de voz parecía una opción restringida a los dispositivos móviles, pero por fin un desarrollador decidió ofrecer dicha capacidad en un sistema operativo de escritorio. Cortana llegó a Windows 10 primero en inglés y luego en otros idiomas, y eso hizo que me lanzara raudo y veloz a tratar de probar esta opción en mi ya casi "veterana" compilación de Windows 10 TP en español.
Craso error: inicialmente uno no podía dar el salto de un idioma a otro en Cortana, lo que hizo que tras las pruebas con en inglés -muy satisfactorias, por cierto- me lanzara a reinstalar el sistema en español para poder probar Cortana en nuestro idioma cuando por fin apareció ese soporte en una compilación posterior. Actualmente uno puede cambiar de uno a otro soporte fácilmente. En la Configuración tienen que coincidir "País o Región" con "Idioma", y dentro del "Idioma" tendremos que pinchar para ir a sus opciones y descargar los ficheros que permitan el reconocimiento de voz y el dictado.
Cortana es -como decía- más una promesa que una realidad. Aunque es usable en ciertas operaciones -y responde muy bien a cosas como ese "Hola Cortana. Reproduce mi música" que yo he usado día tras día al iniciar sesión en el equipo-, está claro que hay mucho camino por recorrer. No solo por parte de este asistente, ojo: también por parte de los usuarios, que debemos aceptar que "alguien" nos está escuchando constantemente y podemos aprovechar esa interacción por voz como una potente forma de ser más productivos o, simplemente, de disfrutar más de nuestro equipo con Windows 10. Aquí hace falta una reeducación de los usuarios y un aprendizaje para lograr aprovechar una capacidad que puede ser baza fundamental en otros terrenos como la Internet de las cosas o los ya populares relojes inteligentes. La voz cobra protagonismo, y Cortana está preparada preparándose para asumir esa responsabilidad.
Las aplicaciones como futuro de la convergencia
Hay cosas que aún han sido difícilmente evaluables en Windows 10. La cacareada convergencia que permitirá que podamos ejecutar la misma aplicación en un smartphone, un tablet o un PC con Windows 10 es una de las máximas de esta nueva plataforma de Microsoft, pero de momento mi experiencia al respecto ha sido mínima. Tuve la mala idea de instalar Windows 10 en una Surface 3 cuando aún no había soporte para este dispositivo (sí para la versión Pro) y comprobé dos cosas: una, que las prisas nunca fueron buenas consejeras. Y dos, que Continuum funciona. No a la perfección -aquí de nuevo la culpa fue querer adelantarme a los acontecimientos-, desde luego, pero de una forma prometedora.
Precisamente Continuum es uno de los elementos que más intrigan en su comportamiento final. Sobre todo en su papel en los futuros smartphones de Microsoft, que puede haber reducido recursos entorno a esa división, pero que ha prometido que habrá novedades muy pronto. Será entonces cuando podamos comprobar si nuestro próximo PC será nuestro smartphone o no, porque teóricamente esos terminales gama alta de Microsoft podrán lograr ese particular milagro. En estas versiones preliminares de Windows 10 para escritorio y sobre todo en la versión existente en móviles este tipo de opción no está disponible, lo que hace imposible evaluarla.
Las aplicaciones universales (aunque en Microsoft prefieren quitar lo de "universales") serán una de las grandes ofertas de Windows 10, pero mi experiencia en este caso ha sido también limitada. O más bien, inútil a la hora de sacar conclusiones. He utilizado las mismas herramientas que utilizaba hasta ahora en otras versiones de Windows, y la única diferencia ha sido la existencia de esa nueva Tienda de aplicaciones que quiere ser el punto centralizado desde el que descargar software de este tipo.
Mi sensación aquí es que Microsoft tiene todo un reto por delante para convencer a los desarrolladores de que utilicen esta tienda como repositorio de sus desarrollos. Cierto que esa opción parece lógica para aquellas soluciones que se programen pensando en esa filosofía "universal", pero ¿qué ocurre con todo lo que hay disponible actualmente en Internet? Si por algo se caracteriza Windows es por la libertad que ha dado a fabricantes de hardware y desarrolladores de software para distribuir sus productos y creaciones. Será interesante ver si logra promocionar su tienda -Apple tiene un método infalible: no poner nada fácil que instales cosas que no provengan de su tienda- pero a priori se me hace raro buscar una aplicación de Windows en esta tienda -que desde luego lleva tiempo en marcha- y no acudir a las descargas desde los sitios oficiales de estos desarrollos, por ejemplo.
Es importante destacar que Microsoft ha hecho un esfuerzo importante con sus herramientas nativas. Muchas de ellas se han rediseñado para mostrar su mejor cara con Windows 10, y ahí tenemos Correo, Calendario, Contactos, Tiempo, o Dinero. Todas ellas, ya presentes en Windows 8, se adaptan a Windows 10 y muestran la interfaz que muchos desarrollos deberían aspirar a tener. Incluso el legendario pack del Solitario de Windows está disponible en Windows 10 con un renovado diseño. Apenas he utilizado ninguna de ellas -me temo que la gestión de contactos, correo o calendario se la cedo a Google (ups)- pero desde luego su aspecto y opciones básicas son notables. Sí he utilizado algo más el correo para sociar mi cuenta de usuario de Microsoft -en Outlook.com nada de Gmail aunque sería perfectamente factible- y su funcionamiento ha sido correcto, sin más.
Pero si hay una aplicación protagonista en Windows 10 esa es, cómo no, Microsoft Edge. El nuevo navegador de Microsoft apuesta por la simplicidad, pero también promete integrar opciones muy jugosas como el soporte de extensiones. El navegador tiene buena pinta, pero lo cierto es que me he tenido que esforzar en usarlo. Me he tenido que obligar a mí mismo. Y no he logrado que me gustara, al menos, no de momento.
Estoy demasiado hecho a una barra de marcadores constantemente disponible, a mis extensiones de Chrome o Firefox, o al hecho de que las tipografías de los menús no estén a 48px y parezca que de nuevo Microsoft me quiera obligar a usar su navegador en un tablet. Tiene un acabado tosco que impide que uno disfrute de puntos interesantes como el modo lectura e incluso esas anotaciones que tienen su aquel... si uno está utilizando el navegador en un tablet (o, supongo, en uno de los futuros smartphones Windows 10).
Ese protagonismo de la interfaz táctil que parece notable en Microsoft Edge es también patente en otra herramienta que podía haber dado mucho más de sí: Fotos. La aplicación de gestión de imágenes acude a un paradigma totalmente de tablet o smartphone, con grandes fotos e interfaz simplona que resta opciones a los "power users" de escritorio. Un pequeño ejemplo: en el visor de imágenes de Windows 8/8.1, por ejemplo, pasar de una foto a otra es mucho más rápido, y eliminarla con la tecla Supr para moverla a la Papelera de Reciclaje es algo instantáneo. En Fotos de Windows 10 pasar de imagen a imagen va sensiblemente más lento, pero por ejemplo para eliminar una imagen se nos pide confirmación: no tiene demasiado sentido, diría yo, cuando la imagen acaba igualmente en la Papelera de Reciclaje y podemos recuperarla. Las propias herramientas de edición son igualmente herederas de una concepción muy táctil que hace que su manejo en Windows 10 sea más bien confuso.
Sí he podido disfrutar de esa "sociedad" que ahora forman la Xbox One y Windows 10: poder emitir por streaming juegos de la Xbox One al PC para jugarlos en nuestro monitor es una idea estupenda que funciona realmente bien, y controlar algunas de las opciones de la consola desde la aplicación Xbox de este sistema operativo es igualmente llamativo. Microsoft ha hecho un gran trabajo en ese apartado, y su puesto de referencia en el mundo gamer parece garantizado gracias a este tipo de movimientos.
Dudas y certezas
Es imposible comprobar por el momento la dimensión de Windows 10, porque a pesar de tratarse de un sistema operativo "universal" solo está disponible en su versión prácticamente final en PCs de sobremesa, portátiles o, como mucho, tablets convertibles como el Surface Pro 3. Queda mucho por explorar, y sobre todo por validar a la hora de entender si el concepto que Microsoft propone tiene salida. Las aplicaciones universales, esa tienda única, Continuum en tablets y smartphones o su papel final en la Xbox One, dispositivos embebidos y soluciones pertenecientes a la Internet de las Cosas son por ahora una incógnita.
Y sin embargo los pilares sobre los que se asienta Windows 10 parecen sólidos. El comportamiento de las versiones preliminares en un PC de sobremesa -también probé durante unas semanas en un portátil- ha sido ejemplar en casi todos los apartados, y a falta de que los fabricantes resuelvan los lógicos problemas con los controladores de todo tipo de componentes -aquí estará una de las primeras batallas para una actualización sin conflictos-, el nuevo sistema operativo promete muchas alegrías a los usuarios de Windows de toda la vida.
No importa demasiado que el proceso de actualización a nuevas compilaciones sea engorroso -se tarda mucho, normalmente más de una hora, en completarlo-: la vocación de Microsoft por mejorar es evidente si uno se da cuenta del éxito de la herramienta "Opiniones sobre Windows". Tampoco que aplicaciones como Fotos o incluso Microsoft Edge no te convenzan -para eso están las alternativas. Lo realmente importante es que Windows 10 hace todo lo que hacían "los buenos Windows", pero añade además toda una serie de opciones de lo más prometedoras para ese futuro convergente. Apunta maneras. Y muy buenas.
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