Parece inexplicable que a día de hoy, con los avances en materia de movilidad y de finanzas online, sea tan ineficiente hacer micropagos en tantos ámbitos. El mercado no está preparado para ello, y los principales actores no parecen dispuestos a mover demasiados dedos por impulsar este tipo de transacciones.
Y sin embargo, hay alternativas de lo más prometedoras en este segmento. La banca tradicional comienza a hacer movimientos en este sentido, pero son las startups tecnológicas las que más atención han prestado a un fenómeno que podría revolucionar multitud de industrias.
Un mercado con muchas ramificaciones
La implantación de sistemas de micropagos lleva en marcha años, pero solo en algunos segmentos ha tenido cierta aceptación por parte de los usuarios. El transporte público o privado, por ejemplo, ha contribuido a impulsar el uso del smartphone para esas transacciones, pero también hemos visto cómo este tipo de transacciones han sido la clave del desarrollo del modelo Free-to-play con las compras dentro de aplicaciones y juegos móviles.
Sin embargo muchos de esos sistemas plantean el uso de monederos virtuales, versiones digitales de unas carteras que “recargamos” con crédito que luego vamos utilizando en diversos ámbitos. La idea proporciona una alternativa interesante en este tipo de mercados en los que necesitamos realizar muchos pequeños pagos, pero no es válida para otras situaciones en las que el usuario simplemente quiere realizar un micropago ocasional sin necesidad de crear uno de estos monederos virtuales.
Existen hoy en día varias alternativas en este sentido, y hemos podido hablar con tres empresas que están tratando de solucionar el problema desde distintas perspectivas. Por un lado, la banca tradicional, en este caso representada por BBVA. Por otro, una empresa referente en pagos electrónicos, PayPal. Y por último, una pequeña empresa llamada Dropcoin, creada en España y que precisamente es la que mejor parece haber entendido las necesidades actuales en materia de micropagos.
PayPal, una buena alternativa
PayPal es sin duda la referencia obvia en el segmento de los pagos electrónicos. El lanzamiento de PayPal.Me hace pocas semanas abría nuevas formas de realizar pagos rápidos entre usuarios, pero eso sí, sometidos a las mismas comisiones que maneja el servicio habitualmente. Eso hace que una vez más utilizar su servicio convencional (ojo, el convencional) para pagos de pequeña entidad -menores a 2 euros- sea poco recomendable por esa comisión del 3,4% más 0,35 euros por transacción.
Hablábamos de ello con Estanis Martín de Nicolás, que en el momento de realizar la entrevista ocupaba el puesto de director general de PayPal en España (estos días se ha producido un cambio y Raimundo Sala ha tomado ese testigo). Martín de Nicolás nos explicaba cómo esas comisiones son difíciles de reducir porque cada transacción económica tiene un coste de procesador -en Quora explicaban en profundidad el problema- y también hay que tener en cuenta otros costes como los del cambio de moneda si es que éstos se producen en dichas transacciones.
No obstante, nos explicaba este directivo, en PayPal hace tiempo que ofrecen una tarifa precisamente orientada a micropagos. Para ello hay que contar con una cuenta empresa (Business) a la que asociar este tipo de pagos, que tienen una comisión de un 5% más 0,05 euros por transacción. Como nos explicaba, esa tarifa es "especialmente competitiva" para pagos menores de 20 euros, y como nos comentaba por debajo de 2 euros es especialmente complicado afrontar la gestión de esas comisiones.
En esos casos, nos decía, la alternativa son los monederos virtuales que podremos asociar a dispositivos como pulseras RFID. Lo hicieron recientemente a eventos como conciertos en los que los usuarios, una vez colocada la pulsera, podían realizar pequeños pagos en el recinto para comprar comida o bebida y poder pagar las entradas a los distintos eventos celebrados en esas jornadas. Hacemos una transacción de 50 euros para recargar la pulsera, "pero luego podremos realizar 25 transacciones de 2 euros si así lo deseamos" y sin que se aplique comisión en cada una de ellas, solo en la inicial de la recarga.
El objetivo de PayPal.Me, nos explicaba Martín, no era el de afrontar el mercado de los micropagos en sí, sino el de ofrecer una solución para hacer que los pagos personales sean más agradables y menos intrusivos. "Por ejemplo a la hora de pagar cenas", pero también, destacaba el máximo responsable de la firma en nuestro país, para realizar transferencias internacionales, ya que gracias a PayPal.Me ese intercambio de dinero es más sencillo que nunca en el sistema.
Uno de los potenciales protagonistas de este ámbito es, sin lugar a dudas, bitcoin, la criptomoneda que impone un sistema de intercambio monetario eficiente y rápido en el que además no existen comisiones porque se evita a los intermediarios tradicionales. En PayPal por supuesto están al tanto de las opciones de bitcoing, pero son conservadores por varias razones:
Lo que falta allí es seguridad y comodidad. En PayPal todos los pagos están regulados, y gran parte de la seguridad en los pagos vienen de saber bien quién es el receptor y el que envía el dinero, es una labor que por ejemplo PayPal hace con sus consumidores.
Además de citar problemas como la utilización de bitcoin para pagos de actividades que pueden implicar un delito -lavado de dinero, terrorismo, prostitución, drogas- otro problema de bitcoin, nos indica Martín, es el del anonimato. No solo eso: "hay un problema de volatilidad. Como pequeño comercio con márgenes pequeños, si vendes con bitcoin cuando lo conviertes puedes acabar perdiendo dinero, ya que puede caer la cotización". De momento, destaca este directivo, el valor de integrarlo es más publicitario (en plan "somos el primer bar que acepta bitcoin"), pero esta propuesta de momento no puede competir con la que en su opinión ofrece PayPal.
La banca tradicional comienza a mover ficha
Pudimos hablar también con Álvaro Morón, responsable de Nimble Payments, y Pedro Campañó, experto en estrategia digital y medios de pago en BBVA, que también trabaja en este nuevo proyecto de esta firma. Nimble es una solución no orientada específicamente a los micropagos, sino a ofrecer una pasarela sencilla de integrar a los comercios y empresas que entran en el mundo digital.
Estos dos responsables nos hablaban de cómo aunque el proyecto estaba dirigido a micropagos siguen abiertos a ampliar el espectro de negocio cubierto, y destacaban las posibilidades que había "en el soporte tanto del negocio como de desarrolladores, con APIs y SDKs, además de módulos para plataformas de eCommerce".
Sin embargo, su pasarela no está preparada aún para este tipo de pequeñas transacciones, y no hay de momento nada claro respecto a si se abrirá la oferta. Sí que nos hablaron de bitcoin, aunque no con la moneda virtual como protagonista, sino con su tecnología: hace ya tiempo que BBVA -como otras entidades financieras- estudia el tema de la cadena de bloques para su potencial aplicación a su negocio, pero de nuevo no parece que bitcoin pueda ser un candidato para este tipo de transacciones a corto plazo.
Dropcoin, un potencial competidor a PayPal
Un pequeño proyecto nacido en Pamplona es el que a priori parece haber entendido mejor la esencia de nuestros pagos en nuestro país y -que sepamos- en buena parte del mundo. Se trata de Dropcoin, un proyecto que a pesar de su nombre no hay que confundir con bitcoin y que nació de la curiosidad de Iñaki Sebastián.
Este músico profesional comenzó a plantearse la perspectiva de artistas y periodistas al ir conociendo a varias personas en Twitter, y pronto se dio cuenta de que internet es un medio en el que el consumo de contenidos es de tal magnitud que resultaba irónico que no existiera un sistema de micropagos fácil y cómodo. A pesar de la existencia de plataformas como Patreon o Flattr, su modelo era distinto: "estas plataformas implican un compromiso continuo, como las suscripciones". Y destacaba una de las diferencias fundamentales de Dropcoin, que "apela a que el usuario aporte de una forma puntual".
En Dropcoin han confiado desde el principio en ese pequeño porcentaje de gente que sí puede y quiere contribuir a esos proyectos de artistas y autores que son en esencia parecidos a los proyectos de financiación colectiva que aparecen a menudo. Nos decía Sebastián que en 2014 esos servicios movieron 13.000 millones de dólares, pero en lo que llevamos de 2015 ya llevan moviéndose 36.000 millones de dólares. En este proyecto creen que "lo que la gente no quiere es pagar a menudo y de forma recurrente. El objetivo es lograr un sistema muy sencillo y que no comprometa a nada".
El sistema ya ha sido implantado en medios como JotDown y blogs como Politikon, y la respuesta está siendo positiva, aunque este servicio aún es poco conocido, y allí es donde se nota cómo el funcionamiento de este sencillo botón es casi inmediato.
El registro consiste en la introducción de una dirección de correo electrónico y una contraseña, además de la activación de un sistema de pago, como por ejemplo una tarjeta de crédito. Las transacciones van desde los 0,10 a los 2 euros, y en todas ellas se aplica la misma comisión: un 85% del dinero va a parar al creador del contenido, mientras que el 7% es para Dropcoin y el resto son comisiones bancarias e impuestos.
Competir con PayPal es complicado, desde luego, y la tarifa de micropagos de esta última acaba siendo más competitiva para micropagos a partir de 0,5 euros, en los cuales lo que se lleva el creador y lo que paga de comisión es lo mismo. Aún así, la propuesta es valiente y está específicamente orientada a este tipo de pequeñas transacciones.
La incógnita de las criptomonedas
En el ámbito de los micropagos es evidente que una de las alternativas más interesantes la plantea la citada bitcoin, una criptomoneda con la que varias empresas están tratando de ofrecer este tipo de planteamientos. Una de las más conocidas es ChangeTip, que como ellos mismos definen es "más que un 'Me gusta', mejor que un 'compartir'".
La idea tras la cual se apoya ChangeTip es, como su propio nombre indica, la de aportar dinero a través de pequeñas propinas. El sistema funciona con transacciones que se aprovechan de las redes sociales para provocar ese efecto viral. La gente nos manda una propina y "presume" de ello en redes sociales, algo que a su vez puede incitar a otros a hacerlo.
El uso de bitcoin y un modelo que prescinde del blockchain (hasta que el dinero se deposita definitivamente en la cuenta, o cuando hay una devolución), lo que permite que las transacciones sean instantáneas y gratuitas. Las propinas pueden ser casi tan bajas como queramos, y es ahí donde la divisibilidad de bitcoin es importante (podremos operar con satoshis = 0,00000001 BTC).
Por supuesto hay ciertas barreras al uso de estos sistemas basados en bitcoin o sus alternativas (tenemos a DogeTip, que se basa en Dogecoins). La más importante: que los usuarios deben contar con una cartera de bitcoins desde la que operar, algo que aunque es hoy en día relativamente sencillo puede suponer un obstáculo para usuarios con más resistencia al cambio en estos modelos de pago.
A ello se suma, desde luego, la volatilidad de la que nos hablaba Estanis Martín, pero aún así el atractivo de bitcoin para este tipo de microtransacciones inmediatas y sin intermediarios es enorme. Queda por ver si bitcoin finalmente se extiende como moneda para transacciones electrónicas, pero lo cierto es que si lo hace y resuelve las dudas que algunos plantean PayPal y otras muchas entidades financieras tendrán ante sí a un rival formidable.
En Xataka | Qué cree la gente que sigue creyendo en Bitcoin
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