Microsoft Edge y la batalla por hacer olvidar (un poco) a Internet Explorer

A ver si adivináis qué tres navegadores tienen en la actualidad más cuota de mercado que Microsoft Edge. El primero es Chrome (por supuesto), el segundo es Firefox (por supuesto), pero es que el tercero es Internet Explorer. ¿Cómo? ¿IE? Sí, IE. Un navegador que se incluyó por obligación en Windows 10 y que sigue siendo mucho más usado de lo que pensaríamos.

Según NetApplications y su NetMarketShare la cuota de mercado de IE es de nada menos que un 9,52%, muy cerca del 9,63% de Firefox. Edge apenas llega a la mitad, un 4,49%, pero puede que la nueva versión basada en Chromium por fin logre hacer que nos olvidemos (un poco) del viejo Internet Explorer. Esa es una de las metas de este nuevo desarrollo de Microsoft.

Intentando matar a IE

En 2016 Wired publicaba un artículo de esos que nos gustan a los medios. De esos que auguran la muerte y desaparición de este o aquel producto o tecnología. El defenestrado en este caso no era otro que Internet Explorer, del cual decían que "pronto sería cosa del pasado".

Pero de cosa del pasado nada. Internet Explorer sigue vivito y coleando, y de hecho es el navegador más utilizado de Microsoft. De largo. Dobla en cuota de mercado a Microsoft Edge (9,52% vs 4,49% según NetApplications), aunque la cosa no es tan llamativa si solo contamos la versión presente en Windows 10, Internet Explorer 11 (7,70% vs 4,49%).

El dato es alucinante. ¿De verdad es tan bueno Internet Explorer? ¿O es que Edge es demasiado malo?

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Ni Edge es demasiado malo...

Probablemente ninguna de las dos cosas son (del todo) ciertas. Cuando Microsoft presentó Project Spartan antes del lanzamiento de Windows 10 lo hizo con innovaciones importanes en su diseño espartano (cómo no), su integración de Cortana o su teórico soporte (al fin) de extensiones.

Cuando se lanzó Windows 10 y Project Spartan se convirtió en Microsoft Edge la cosa prometía, pero pronto quedó claro que aquello no podía competir con Chrome y Firefox en prestaciones y, sobre todo, en extensiones.

Las intenciones de Microsoft eran buenas y trataron de competir con los grandes rivales en temas como el teórico ahorro de batería que ofrecía o su rendimiento y gestión de memoria.

Aquello estaba bien, pero no era lo esencial: la gente quería extensiones, y Microsoft las ofrecía pero con cuentagotas. A pesar de contar con opciones curiosas como su soporte avanzado de PDF o de la tecnología Windows Ink para anotaciones -fantástica para quienes usan stylus- Microsoft se encontró con que tras casi 4 años en el mercado su navegador seguía sin cumplir sus objetivos.

... ni Internet Explorer es (ni mucho menos) tan bueno

Lo que uno no acaba de explicarse a priori es que Internet Explorer esté donde está. Teniendo Chrome, Firefox y opciones igualmente válidas como las que ofrecen el propio Edge, Opera, Brave, Vivaldi y otros navegadores web minoritarios, ¿por qué usar Internet Explorer?

Internet Explorer 11 en acción con la página de inicio de Xataka en escena. Fijaos en cómo el logo de la cabecera no aparece centrado: este navegador tiene sus propias reglas, y el que no las sigue acaba teniendo problemas más o menos importantes al no hacerlo.

Hace mucho que pasaron aquellos tiempos en los que Internet Explorer dominaba el mundo y Microsoft era la reina de los navegadores. Ella dictaba estándares y guías de diseño web de forma inmisericorde, y aquellos banners con el mensaje "Best viewed on Internet Explorer" eran la norma en una época casi olvidada.

No solo eso: acabó siendo una época que generó un odio visceral a versiones malditas como Internet Explorer 6, para el que surgieron campañas como IE6 Must Die que demostraban una y otra vez que esta versión que llegó con Windows XP era no solo un horror en prestaciones y soporte de estándares modernos años después, sino una puerta abierta para el malware.

Aquel navegador murió oficialmente en 2014 como efecto colateral del fin de soporte de Windows XP, pero en realidad no lo hizo del todo: sigue teniendo una cuota muy reducida pero sorprendente, un 0,19% en el último estudio de NetApplications, más que Chromium o que Vivaldi. Qué desesperación.

Así pues, ¿cómo es posible que IE esté donde está? La razón es simple: muchas empresas siguen dependendiendo de él. La propia Microsoft lleva años evangelizando a los usuarios: "no es un navegador, es una solución de compatibilidad", afirmaba un arquitecto sénior de Microsoft en febrero, y su comentario no podía ser más acertado.

Eso es lo que es Internet Explorer hoy en día: una herramienta para que aplicaciones y servicios empresariales que fueron diseñados para este navegador (o sus versiones previas) sigan funcionando. Es la maldición de Microsoft, que al crear estándares propios que acabaron muriendo virtualmente ha tenido que ofrecer alternativas como esta para que quienes dependen de ellas no tengan un problema realmente notable.

Edge le hace un guiño a IE para lograr que lo olvidemos

Es ahí donde entra este nuevo Edge basado en Chromium, una revolución total que ha sido recibida de formas muy distintas. En Mozilla lamentaban la decisión y destacaban que era una verdadera pena que la tecnología propia de Microsoft en navegadores -con EdgeHTML a la cabeza- acabase desapareciendo. Con ello "Microsoft cede aún más control de nuestra vida online a Google", aseguraba Chris Beard, uno de los máximos responsables de Firefox. Desarrolladores web independientes se mostraban de acuerdo en largas explosiciones y aludían a que la web es cada vez más "la web de Google".

Para Microsoft, no obstante, el paso parece acertado y así lo declaraban en su anuncio de la decisión. Con este salto podrá ofrecer un navegador que tendrá poco que envidiar a Chrome a nivel general y en el que además la empresa de Redmond aportará su propia personalidad eliminando diversas opciones de Chrome -las más ligadas a servicios de Google, claro- y añadirá ingredientes que quieren ser diferenciales.

Entre ellas, nos destacaban ayer durante la celebración de la conferencia BUILD 2019, estará la inclusión de un "Modo IE" que permitirá a quienes lo necesiten abrir pestañas en modo compatibilidad con IE. La propia Microsoft indicaba en el anuncio oficial que esta es una característica "para clientes empresariales" y añadía qu estaba diseñada "para vuestros sitios internos sin comprometer la experiencia web moderna en la internet pública".

Ahí lo tenéis: esa es la demostración última de que el soporte de viejos servicios es una condena para Microsoft, que no puede convencer a las empresas de que actualicen sus servicios -¿si funciona no lo toques?- y acaba poniéndole tiritas a su desarrollo para que siga funcionando para todos.

De hecho en ese anuncio explicaban cómo "hemos oído a nuestros clientes cómo la mayoría de empresas dependen de una solución multi-navegador hoy en día, y tanto nuestros clientes como nuestros partners nos indican que esta experiencia es inconexa y confusa". Al unir ambos navegadores en uno por fin lograrán que Internet Explorer deje de tener identidad propia para convertirse en un modo de Microsoft Edge.

Veremos si eso basta para que olvidemos (un poco) a Internet Explorer.

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