Ayer Microsoft confirmaba lo que ya venía avisando desde hacía meses: que Internet Explorer 7, 8, 9 y 10 quedarán "virtualmente" fuera del soporte oficial de la empresa, que ahora solo ofrece dos alternativas: o usar Internet Explorer 11, o usar su nuevo navegador, Microsoft Edge, que aporta diversas innovaciones frente a su desarrollo tradicional.
Como explicaban nuestros compañeros de Genbeta, solo Internet Explorer 11 seguirá recibiendo actualizaciones en Windows 8.1 y Windows 10, pero con este paso Microsoft lo tiene claro: quieren cerrar la era de Internet Explorer para completar la transición hacia Microsoft Edge.
Un soporte complejo
Aunque abandonar el soporte de anteriores versiones de Internet Explorer parece simplificar el esquema de Microsoft, la cosa no es tan clara. Aunque esos navegadores dejarán de tener soporte oficial de Microsoft en sistemas operativos para usuario final, sí que seguirán teniéndolo debido a los sistemas operativos servidores y embebidos en los que aún se mantendrán esas actualizaciones.
Como explicaban en Ars Technica, ese es el caso de Windows Server 2012, cuya actualización (Windows Serve 2012 R2) no tiene la misma categoría que tiene por ejemplo Windows 8. Eso significa que ambas versiones de este SO tienen que garantizar el soporte durante 10 años, y ya que no existe IE 11 para este sistema, sus usuarios tendrán que seguir pudiendo usar IE 10 y por supuesto tendrán derecho a actualizaciones en esta versión del navegador.
EL problema se extiende como decíamos a los sistemas operativos embebidos que por ejemplo se usan en TPVs, donde de nuevo incluso las versiones de IE7 para Windows XP seguirán recibiendo actualizaciones. La decisión de Microsoft ciertamente hace que existan menos combinaciones de sistema operativo y versión del navegador soportados, pero esos ciclos de soporte aún tardarán en permitir darle el adiós definitivo a dichas ediciones.
Las empresas y Windows 7, el gran problema
Los usuarios de esas versiones anteriores del navegador recibirán avisos en los que se les urgirá a que actualicen las versiones de sus navegadores, y para las empresas Microsoft proporciona un modo de compatibilidad -llamado Enterprise Mode- en Internet Explorer 11 que permite dar compatibilidad a aplicaciones web que fueron desarrolladas para anteriores versiones de este navegador.
El problema es que muchas pequeñas empresas tardarán en darse cuenta de la situación, o si lo hacen puede que no se den cuenta de la importancia que tiene la actualización a la hora de estar por ejemplo protegidos ante potenciales amenazas. La transición a nuevos navegadores suele implicar un coste tanto económico como técnico y de horas de soporte para resolver todos los problemas, y eso hace que esa migración a nuevos navegadores pueda ser compliada.
Microsoft lleva tiempo tratando de forzar esa migración también en sus sistemas operativos: muchos se quejan de que los avisos para actualizar a Windows 10 ya están empezando a ser demasiado molestos, pero esta es la única forma que tiene Microsoft de hacer ver a los usuarios lo importante que es mantener su software actualizado para aprovechar nuevas características, pero sobre todo para mantener la seguridad en todos esos componentes.
En Redmond, no obstante, no son especialmente duros con este proceso, y lógicamente ceden el control total al usuario, pasándole la responsabilidad de sus actos precisamente para evitar quejas como las que se están viendo con Windows 10. Esa laxitud ha hecho que millones de usuarios de Windows 7 están en peligro.
Cuando Windows 7 apareció en 2009 lo hizo con Internet Explorer 8, pero para asegurar que las aplicaciones web -como las empresariales- seguían funcionando sin problemas muchos decidieron bloquear la actualización a IE 9, 10 y 11. De hecho, en muchos de esos equipos ya no aparecen notificaciones porque los usuarios las bloquearon para no tener esa molestia.
Eso plantea un problema: la inmensa mayoría de los usuarios no saben que se quedan sin soporte, pero precisamente la oferta de actualización a Windows 10 trata de mitigar ese problema en el que los usuarios son responsables últimos de sus equipos y de su sistema operativo.
Los desarrolladores web, de fiesta
El problema de Microsoft ha sido el de seguir su propio camino durante años y apartarse de los estándares dictados por la W3C (World Wide Web Consortium), el organismo bajo el cual sí se refugiaban los desarrollos de otras empresas. Eso tenía una consecuencia clara: la misma página se podía ver de forma totalmente distinta en IE que en navegadores que sí seguían esos estándares como Firefox u Opera.
Eso resultó ser una pesadilla para desarrolladores web, que debían comprobar que sus páginas se veían correctamente no solo en distintos navegadores, sino en distintas combinaciones de navegadores y sistemas operativos. Aquel caos toca a su fin y eso ha hecho que en las redes sociales este colectivo de profesionales haya celebrado la decisión de Microsoft.
Aunque Internet Explorer 6 fue un navegador realmente potente, otras alternativas por fin lograron superar sus capacidades y tuvieron el acierto de seguir una serie de estándares que empezaron a poner en peligro a IE. Microsoft no quiso hacer demasiado caso de esa tendencia y con IE 7 el soporte seguía siendo prácticamente nulo.
Solo comenzó a prestar atención al problema con IE 8, que por fin certificaba que sí comenzaba a tener este tipo de soporte al superar tests famosos en aquella época como Acid2. Sin embargo lo hacía de forma claramente inferior a otras propuestas, algo que aprovecharon tanto Firefox como sobre todo Google Chrome, el navegador que logró captar el interés de una gran mayoría de usuarios de sistemas operativos Windows.
¿El fin de una época? Depende de nosotros
La evolución de la cuota de mercado de los navegadores deja claro que el interés por los navegadores de Microsoft se ha ido reduciendo de forma sostenida durante los últimos años. Los datos de StatCounter Global Stats muestran por ejemplo como Chrome e Internet Explorer han invertido sus papeles en los últimos 7 años, mientras que otros navegadores han tenido unas cuotas más o menos estables.
Microsoft no reaccionó a tiempo o con el suficiente acierto con su Internet Explorer, y puede que el lanzamiento de Windows 10 y de Microsoft Edge sea también el último cartucho que les queda en esta batalla -y no solo en su apuesta por móviles-. El nuevo navegador de los chicos de Redmond cambia totalmente de enfoque y aporta novedades interesantes, pero como ocurre en otros apartados del sistema operativo, está verde.
Este navegador se enfrenta a otros retos. El primero es precisamente el de mejorar los suficientemente rápido y hacerlo además de forma notable. El soporte de las prometidas extensiones puede ser fundamental, pero aquí Microsoft parte con mucha desventaja con respecto a sus competidores.
El segundo es uno mucho más preocupante: las versiones antiguas. Según NetApplications el uso de versiones inferiores a IE 11 es aún importante: uno de cada cinco usuarios hacen uso de estos navegadores, lo que hace que como apuntábamos muchos usuarios no parezcan demasiado preocupados por el hecho de que sus navegadores dejarán de estar soportados y podrían convertirse en un coladero en materia de malware.
Es evidente que Internet Explorer 11 seguirá siendo una opción interesante para algunos usuarios y sobre todo empresas, lo que hará es ese fin de una época tarde más en llegar de lo que muchos desearían. De nosotros depende, porque Microsoft lleva tiempo tratando de facilitar esa transición. Veremos cuánto tardamos en pasar de página.
En Xataka | ¿Es el momento de matar a Internet Explorer para Microsoft?
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