Rusia se había hecho con un peculiar botín de guerra durante el conflicto en Ucrania: había robado toneladas de grano y, atención, tractores. Los rusos se las prometían muy felices, pero tras trasladarlos 800 km a la región en la que pensaban usarlos, sorpresa: no había forma de arrancarlos.
El problema no estaba en los tractores. Resulta que el fabricante, John Deere, los había desacactivado de forma remota. Se ha criticado mucho a esta empresa por sus técnicas para evitar reparaciones no autorizadas de sus máquinas, pero ese mismo enfoque y las capacidades de acceso remoto de su software han cumplido una singular función estos días.
Tecnología contra los saqueos
La Guerra de Ucrania está provocando situaciones llamativas que tienen mucho que ver con los últimos avances tecnológicos. Un ucraniano logró rastrear movimientos de tropas rusas cuando le robaron sus AirPods, y ese seguimiento también lo planteaba un profesor de Monterey en California, que usó Google Maps e imágenes de radar.
La última sorpresa la han dado no obstante los tractores del fabricante John Deere. La empresa ha sido centro del debate por el derecho a reparar en los últimos años: llevan tiempo planteando todo tipo de medidas tecnológicas para evitar que quienes compran los tractores puedan repararlos.
Las tropas rusas robaron equipos agrícolas con un valor de 5 millones de euros en la ciudad ocupada de Melitopol, en Ucrania. Las cosechadoras robadas, cada una con un valor de 300.000 euros, fueron trasladadas a una localidad de Chechenia, a 800 km, pero cuando los rusos intentaron ponerlas en marcha, vieron que no era posible.
John Deere las había desactivado gracias a la función de bloqueo remoto. Sus equipos agrícolas incluyen desde hace tiempo funciones como esa o un receptor GPS que permite localizarlos en todo momento —por no hablar de su renovada apuesta por los tractores autónomos— pero la polémica es clara a pesar de estos acontecimientos.
El software ofrece ventajas interesantes a la hora de actualizar y mejorar esos equipos agrícolas —o corregir fallos, como si fueran una aplicación más de nuestro móvil o nuestro PC—, pero también es una forma de evitar intervenciones de los propios usuarios. Eso ha hecho que lo de hackear tractores e instalar un firmware para liberarlos sea ahora algo sorprendentemente común.
John Deere no es desde luego la única en ir contra las "reparaciones caseras". La industria de los móviles y los portátiles no nos lo pone fácil, pero hay desde luego otros fabricantes como General Motors que incluso afirmaban que este tipo de bloqueo de libertades favorece la innovación.
Ese enfoque es desde luego polémico para muchos usuarios que tratan de reparar sus propios dispositivos, y gigantes de la tecnología como Apple acabaron teniendo que reconducir sus estrategias en ese sentido. Hace poco la firma de Cupertino anunciaba su programa de reparaciones caseras, pero como pudimos ver, muchas de ellas no salen a cuenta.
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