Ayer conocíamos de primera mano al nuevo integrante de la familia Surface. Estos tablets convertibles (o portátiles convertibles, según se mire) llegaron con novedades importantes, pero una sobresalía sobre todas las demás: Microsoft había decidido que el Surface 3 sería un dispositivo Windows convencional.
Esa declaración de intenciones deja claro algo que se mascaba en el ambiente desde hace meses: Windows RT ha muerto. Microsoft no lo ha comunicado públicamente, pero es evidente que aquella versión de Windows para arquitecturas ARM que llegó con las primeras iteraciones de estos dispositivos iba a ser la gran víctima y la gran marginada de ese nuevo ambicioso plan de Redmond en el que el mensaje "One Windows" es más claro que nunca.
La cosa pintaba mal desde el principio
Lo cierto es que la llegada de Windows RT no tuvo una acogida especialmente cálida. Las prestaciones de aquella versión específica de Windows para procesadores móviles orientados a tablet eran curiosas, pero como decían nuestros compañeros de Xataka Windows hace ya dos años y medio, su uso imponía serias limitaciones.
No solo en el hardware, que tenía que ajustarse a unas estrictas líneas definidas por Microsoft, sino también al software, que imponía las aplicaciones Modern UI y limitaba el catálogo disponible de forma drástica: las aplicaciones Win32 no se podían aprovechar en esa edición del sistema operativo que además ocultaba casi por completo ese escritorio tradicional con el que los usuarios habían convivido durante dos décadas.
Esas limitaciones hicieron que las ventas de aquellos Surface RT y Surface 2 (ya sin el apellido RT a pesar de usar ese SO) fueran un gran desastre. Microsoft perdió 900 millones de dólares con esa apuesta, y hasta Ballmer tuvo que admitir que habían fabricado demasiados dispositivos de este tipo.
La primera víctima de la filosofía 'One Windows'
Pocos fueron los fabricantes que apostaron por la plataforma en la primera hornada, pero menos aún lo hicieron más tarde. Solo Microsoft mantendría la propuesta en septiembre de 2013 con el citado Surface 2 con un acompañante sorpresa (o no tanto): el Nokia 2520 que se presentaría en el último Nokia World en el que un siempre optimista Elop también defendía una plataforma que no tenía futuro alguno.
Y no lo tenía porque en 2014 llegarían cambios radicales en Microsoft: la llegada de Satya Nadella provocó importantes ajustes en toda la estructura de una empresa que se ha centrado en nuevos objetivos y sobre todo en una apuesta clara por la convergencia. Windows 10 es el resultado de esa orientación, y su compatibilidad tanto con arquitecturas ARM como con x86/AMD64 hacen que Windows RT sea la primera víctima de este nuevo camino.
El mismo futuro le espera desde luego a Windows Phone, pero todo lo que estamos viendo nos hace esperar lo mejor de una nueva etapa en la que las aplicaciones universales -a las que desde ahora tenemos que llamar simplemente "apps", por lo visto- unifican un catálogo que se le escapaba a las plataformas móviles pero que se une al resto de ventajas de este renovado enfoque.
Fue bonito mientras duró, RT. O quizás no. Hasta siempre.
En Xataka | La convergencia es el futuro: el smartphone como PC de sobremesa
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