El balance de ventas de vehículos eléctricos ha dado una grata sorpresa al sector automovilístico chino, y un buen varapalo a Tesla, que no renovaba su liderazgo en ventas. La marca de Elon Musk firmaba un registro de 484.000 coches vendidos, pero el fabricante chino le adelantó por la derecha con 526.000 coches en ese mismo trimestre.
Uno de los responsables de esta hazaña es Wang Chuanfu, fundador y CEO de BYD. Este discreto millonario no aparece a diario en los medios como lo hace Elon Musk, pero ha conseguido levantar todo un imperio automovilístico, siendo un huérfano en la región más pobre de China. En la actualidad, Forbes calcula su fortuna en unos 14.800 millones de dólares.
Una infancia de superación. Las historias de éxito de los millonarios que han terminado triunfando con sus empresas acostumbran a envolverse con un halo de romanticismo de “millonario hecho a sí mismo”, cuando en realidad, muchos de ellos –como Mark Zuckerberg o Jeff Bezos—, consiguieron levantar sus empresas gracias a la inversión inicial de unas familias acomodadas o mecenas. La historia de Wang Chuanfu, fundador y CEO del fabricante de vehículos eléctricos BYD es muy diferente.
Chuanfu nació en 1966 en el seno de una familia de agricultores de arroz en la provincia de Anhui, al este de China, donde estudió en la escuela secundaria. Fue entonces cuando sus padres murieron y él quedó al cuidado de sus hermanos mayores. Estudió química, física y metalurgia en la Universidad Industrial Central del Sur en la provincia de Hunan. Se graduó en 1987 y obtuvo un master en metalurgia, despertando en él un gran interés por el potencial de las baterías.
David (y su primo) contra Goliat. Tras su periodo universitario pasó varios años como investigador estatal, pero en 1995 dio el salto al sector privado en la floreciente Shenzhen. Allí, junto a su primo Lu Xiangyang fundó BYD Company (Build Your Dreams) una empresa que, por el momento, solo fabricaba baterías para móviles. Industria que en aquellos años se imponía como locomotora del crecimiento económico de la zona.
La empresa salió adelante gracias de las pequeñas aportaciones de toda la familia de Xiangyang y de Chuanfu. Según publica el WSJ, los primos reunieron el equivalente a los 300.000 dólares que necesitaron para iniciar su aventura empresarial en un local alquilado de unos de 2.000 metros cuadrados. Desde esa pequeña infraestructura se dispusieron a hacerle frente a gigantes como Sony o Sanyo.
Líder en baterías, pero de móviles. En solo cinco años, BYD ya era uno de los mayores fabricantes de baterías para móviles del mundo, por lo que evolucionó fabricando también el resto de componentes para móviles de marca de Motorola, Nokia, Sony Ericsson e incluso Samsung.
No obstante, Wang Chuanfu creían que el potencial de las baterías eléctricas iba más allá de alimentar los móviles y tabletas durante unas horas, por lo que se hizo con el control de Qinchuan Machinery Work, un pequeño fabricante de automóviles al borde de la bancarrota y fundó BYD Automobile, la división de automoción de la marca.
BYD definitivamente no se parece a Tesla. Esa compra le permitió acceder a una mayor infraestructura donde construyó su primera planta de baterías para vehículos a gran escala en 2003. A diferencia de Tesla, que comenzó hiperautomatizando la cadena de producción de su fábrica, mientras que Chuanfu apostó justo por lo contrario: segmentar cada paso en la fabricación de las baterías hasta el extremo de necesitar herramientas muy sencillas y obreros muy poco cualificados.
De ese modo consigue contener los precios de sus productos.
El objetivo era la velocidad y evitar la necesidad de maquinaria costosa para rentabilizar más rápidamente su producción, algo que Elon Musk tuvo que aprender a marchas forzadas si quería cumplir su promesa de fabricar 5.000 unidades semanales de su Tesla Model 3.
En 2005, BYD se estrenaba en la industria de la automoción presentando el F3, un sedán que rivalizaba con los Jetta de Volkswagen y con los todopoderosos Toyota Corolla, pero que apostaba por un motor de combustión. Quienes le conocen, aseguran que Wang Chuanfu es un hombre reflexivo y calmado, por lo que su estrategia fue aprender primero a hacer coches, para después evolucionarlo con distintas variantes hacia el vehículo híbrido y eléctrico con sus baterías.
El efecto Buffett. En 2008, los accionistas de BYD no apoyaron el cambio de sector de la compañía, por lo que Wang tuvo que enfrentarse a una pérdida de hasta el 31% del valor de la compañía que había fundado.
Sin embargo, el éxito de ventas de su vehículo llamó la atención de Charlie Munger, amigo y socio de Warren Buffett en Berkshire Hathaway. "Este tipo es una combinación de Thomas Edison y Jack Welch: algo parecido a Edison en la resolución de problemas técnicos y algo parecido a Welch en lo que respecta a hacer lo que tiene que hacer. Nunca he visto algo así" declaró el socio de Warren Buffett sobre Chuanfu.
A Warren Buffett no le quedó otra alternativa que comprar el 10% de la compañía de aquel genio que había conquistado a su socio, aunque su oferta inicial era para hacerse con el control del 25% de la compañía. Esa inyección de capital hizo que un año más tarde, la marca subiera el listón fabricando el primer autobús eléctrico, metiéndose de lleno en la industria con un vehículo de 12 metros de largo y una autonomía de 250 kilómetros por carga.
En 2009, se convirtió en una de las personas más ricas de China con una fortuna de 5.900 millones de dólares.
Triunfador en los negocios, discreto en su vida. Según el WSJ, Wang Chuanfu mantiene el gusto por la austeridad en la que se educó y se ha convertido en un millonario exitoso en sus negocios, pero modesto en sus hábitos.
Pese a su enorme fortuna, acostumbra a viajar en turista cuando los horarios le permiten viajar en vuelos comerciales, y lleva su propia maleta y mantiene un perfil bajo con el que negocia discretamente los acuerdos que han llevado a la marca que fundó a convertirse en el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo.
La trayectoria de BYD ha mostrado a Wang Chuanfu como un emprendedor visionario que se adelantó a su tiempo, siendo pionero en la apuesta por la electrificación de la industria automovilística y por su aportación a su desarrollo en otros ámbitos como los autobuses eléctricos. Esa visión ha llevado a BYD a ocupar los primeros puestos en una carrera por el coche eléctrico que ha pillado a la industria automovilística con el pie cambiado.
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Imagen | Wikimedia Commons (maxhdtenda)
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