En un planeta con cada vez más población que demanda cada vez más recursos, fuentes de energía fósil limitadas, y problemas con las emisiones que la actividad humana libera a la atmósfera, tanto a nivel de contaminación del aire que respiramos, como a nivel del calentamiento global, algunas personas concienciadas, y a la vez un tanto pioneras, se deciden a comprar un coche eléctrico, y la verdad es que, aunque todavía haya ciertos inconvenientes, su experiencia es positiva y son felices con su coche eléctrico.
Sin embargo las ventas de coches eléctricos en algunos países como España son irrisorias: son del orden del 0,14 % del total de coches que se venden al año (en 2015 fueron 1.461 coches eléctricos de un total de 1.034.232 coches), o bien del orden del 0,23 % si sumamos también las furgonetas y cuadriciclos eléctricos (2.342 unidades). Eso no es nada si lo comparamos con Noruega, donde los coches eléctricos suponen ya el 17 % del total de coches que se venden al año. ¿Por qué no se venden más coches eléctricos?
Fabricar un coche eléctrico todavía es costoso, sobre todo su batería
Pongamos un ejemplo de precio de venta de un coche eléctrico totalmente actual: el nuevo Renault ZOE con la batería de 41 kWh y 403 km de autonomía homologada NEDC. Aparte de los Tesla Model S y Tesla Model X, mucho más caros y lujosos, que juegan en otra liga, este es el primer modelo de coche eléctrico "asequible" a la venta en España con una cifra de autonomía que permitiría animarse a tratar de viajar con él, y por el momento el que tiene más autonomía.
Si configuramos un Renault ZOE de acabado intermedio Intens, con batería en propiedad para no tener que pagar cuota mensual de alquiler por la batería, vemos que su precio de partida es de 33.925 euros. Solo por la nueva batería el coche se ha encarecido 2.500 euros.
Si añadimos elementos opcionales como la recarga rápida (+ 700 euros), la pintura metalizada (+ 410 euros), la cámara de marcha atrás y radar (+ 200 euros) y el tercer reposacabezas trasero (+ 50 euros) nos ponemos en 35.285 euros, impuestos incluidos, sin contar ningún descuento del fabricante, ni tampoco ninguna ayuda a la compra de las administraciones.
Ese precio es muy alto para un coche utilitario de segmento B de cinco puertas y 92 CV de potencia, que aunque esté bien equipado y sea agradable y cómodo de conducir, es un coche sencillo y sin lujos. Pensemos que un coche equivalente con equipamiento similar como podría ser el Renault Clio Zen dci 90 CV con cambio automático cuesta 21.160 euros según tarifa, o bien 18.832,40 euros con descuento del fabricante incluido.
La diferencia en el precio de compra, así de primeras, es muy grande. Si contamos con las ayudas a la compra del Estado, 5.500 euros, el precio del coche eléctrico se reduce un poco, si además contamos ya con un punto de recarga (algo que no tiene todo el mundo), el vendedor nos descontaría otros 1.210 euros, o incluso algo más si está por la labor y desea vender más coches y nos descuenta algo más. En una situación favorable el precio de venta podría reducirse en unos 7.000 o 7.500 euros. En este caso podríamos quedarnos en unos 27.785 euros, que aunque sigue siendo mucho, no asusta tanto.
Y aunque no es menos cierto que un coche eléctrico permite ahorrar dinero en otro tipo de costes, por ejemplo por un muy inferior coste por km, hay que echar cuentas calculadora en mano para saber si lo podremos amortizar y después de unos años nos saldrá a cuenta si hacemos muchos kilómetros.
Así que la realidad es que la mayoría de los posibles compradores de un coche nuevo, se encuentran con un precio de partida de los coches eléctricos muy elevado que les echa para atrás cuando lo comparan con un coche convencional de motor de combustión interna.
Los datos de mercado también nos lo dicen
Esto de que la existencia de ayudas tienen mucho peso a la hora de vender coches eléctricos se ve confirmado por la evolución de las ventas de coches eléctricos en España durante el año.
Cuando hay ayudas a la compra del Estado, y por tanto el precio se ve rabajado en la práctica (5.500 euros menos para un coche eléctrico con más de 90 km de autonomía), se disparan las ventas, como sucedió al principio de 2016 cuando las ventas subieron un 187,3 % en los primeros tres meses del año.
Pero nos nos engañemos, las ventas fueron muy altas porque el año anterior se acabaron las ayudas a la compra antes de finalizar el año, y algunos clientes pospusieron su compra a enero para cuando entraran en vigor las nuevas ayudas de 2016.
El dinero destinado a las ayudas en 2016 se terminó muy rápido (eran tan solo 4,5 millones de euros para compra de coches eléctricos), y aunque se reconfiguraron los fondos para destinar dinero no consumido de otras partidas del plan Movea, a mediados de año se agotaron de nuevo por completo, y entonces las ventas se frenaron. Según ANFAC, la asociación de fabricantes de automóviles, en octubre las ventas cayeron un 38,1 %, después de caer un 2,1 % en septiembre. Noviembre y diciembre no pintan para nada mejor. Al finalizar el año las ventas de coches eléctricos muy probablemente suban algo con respecto al año anterior, pero no va a ser nada "rompedor".
Los compradores ponen el precio por delante de otras consideraciones
No somos sólo nosotros los que decimos que el precio tiene mucho peso a la hora de vender coches eléctricos. Nissan, el fabricante con más coches eléctricos vendidos a nivel mundial (cerca de 300.000) y con más cuota del mercado, también lo cree.
Según un estudio sobre la Generación Z, jóvenes que han nacido a partir de 1992, el principal inconveniente que encuentran los más jóvenes y que les frena para comprar un coche eléctrico es el precio. Este se sitúa por delante de otros inconvenientes como la autonomía o la infraestructura de recarga. De hecho, con las mejoras que están llegando relativas a la autonomía con coches eléctricos de 400 km y todavía más en menos de dos años gracias a las nuevas baterías, está claro que la autonomía cada vez será menos un problema.
Prácticamente lo mismo dice Endesa: más allá de mejorar el que los conductores sepan qué es y cómo funciona un coche eléctrico, está el precio. Cuando los coches eléctricos son asequibles y se pone fácil comprar uno, los conductores responden y se lo compran. Así sucedió por ejemplo durante dos años en los que esta compañía lanzó sendas campañas para que sus trabajadores compraran un coche eléctrico, añadiendo a la ayuda a la compra del Estado otra ayuda que ponía la compañía. El resultado fue coches eléctricos a precio más asequible y un éxito: más solicitantes que ayudas disponibles.
Más allá de esto, también podemos mirar a la situación de Noruega, el país de Europa donde más coches eléctricos se venden, y aunque ya no sea el país del mundo con más ventas, pues China o EEUU, mercados mucho más grandes, venden más, sí es el país con mayor cuota de mercado de estos coches, un 17 %.
Tal y como dijimos en su día al analizar las claves del éxito del coche eléctrico en Noruega, el poder adquisitivo de los clientes potenciales y el precio de compra del coche son vitales a la hora de que se vendan los coches eléctricos, por encima de otros factores, que aunque están ahí, cuando el precio es de verdad atractivo no importan tanto.
¿Por qué tiene que haber ayudas para los coches eléctricos?
Esta pregunta se la plantean ciertas personas, ¿por qué hay que dar ayudas con dinero del Estado para que algunas personas se compren un coche nuevo que solo van a disfrutar ellos, mientras que las ayudas han salido del dinero de todos?
Cuando os explicamos en qué consisten, qué condiciones y qué importes tienen las ayudas a la compra de coches eléctricos en España del Estado, también os explicamos el porqué. Entrar en detalles daría para otro artículo completo, pero en pocas palabras es porque los vehículos eléctricos, a día de hoy, aportan beneficios para el país y los ciudadanos.
Menos contaminación del aire de las ciudades (cero emisiones locales), menos problemas de salud relacionados con la contaminación, menos multas por exceder los límites de contaminación, menos emisiones de dióxido de carbono, menos coste por compra de derechos de emisión, menor impacto sobre el calentamiento global, menos importaciones de petróleo, mayor aprovechamiento de las energías renovables, mayor independencia energética y mayor eficiencia energética, principalmente.
Y no olvidemos que al vender un coche eléctrico, parte del importe de las ayudas a la compra es recuperada por el Estado a través del 21 % de IVA que se paga en la compra y recauda Hacienda. Pensemos en el ejemplo anterior, el Renault ZOE: de los 35.285 euros de su precio de venta, 6.123,84 euros son IVA (en este caso se cubre sobradamente los 5.500 euros de las ayudas).
Podría haber otras fórmulas, por ejemplo que en lugar de ayudas a la compra los coches eléctricos pagarán un IVA reducido, o directamente no lo pagaran. En el ejemplo que hemos puesto, el precio de venta del coche directamente se reduciría en esos 6.123,84 euros correspondientes al IVA. Hay quienes prefieren esta opción ya que el importe de las ayudas a la compra, los 5.500 euros, hay que incluirlos en la declaración de la renta, y según el tipo resultante que tenga cada persona, hay que devolver parte de esa cantidad, fácilmente alrededor del 20 %, es decir 1.100 euros, quedándose la ayuda al final en 4.400 euros.
Esto de que los coches eléctricos no paguen IVA sucede por ejemplo en Noruega, donde los coches más contaminantes pagan más impuestos a la compra que los menos contaminantes: de esta manera un coche eléctrico paga muchos menos impuestos que un coche con motor de combustión interna (en este caso cero, por ser de cero emisiones), y al final su precio de compra resulta algo más bajo que el de uno similar de combustión.
Desde luego que hay que exigir a los fabricantes que trabajen para reducir costes, optimizar procesos y abaratar los precios de los coches eléctricos, sin merma en la calidad. No se puede depender indefinidamente de las ayudas de la administración que pagan parte del precio de compra que el comprador no puede pagar, ciertamente.
Pero dado el interés estratégico que tienen los vehículos eléctricos en este momento para un país, y dado también que la tecnología está comenzando y todavía es costosa por necesidad (porque aún se fabrican muy pocas unidades, porque lo último en baterías es más caro, por tener la fabricación de motores y baterías más controles de calidad...), es comprensible que durante unos años se ayude al desarrollo y sobre todo difusión y popularización del vehículo eléctrico, hasta que este se valga por sí mismo.
Si queremos que en España se vendan ahora mismo muchos más coches eléctricos que durante estos últimos cinco años, ayudaría mucho una de estas dos opciones: o ganamos más dinero para poder pagarlos, o tendrán que costar menos (vía ayudas a la compra, mientras la vía de la reducción de precio por parte del fabricante llega).
En Xataka | Cómo instalar un punto de recarga para vehículos eléctricos en el garaje
Ver 76 comentarios