Desempolvamos los diagramas y crujimos los nudillos para contarte por qué ‘Primer’ es una de las mejores películas de viajes en el tiempo. Dependiendo de tus gustos (y, al parecer, tu profesión, porque la obra de Shane Carruth flipa a los ingenieros) puede incluso que ‘Primer’ esté en lo más alto de tu lista de mejores películas de viajes en el tiempo. ¿Y por qué?
¿Puede ser por su aproximación realista?
En ‘Primer’ el descubrimiento del viaje en el tiempo no se hace a propósito, sino como efecto colateral de una investigación para aligerar la gravedad en los objetos. Vamos, algo parecido al descubrimiento del teflón, el horno microondas o la sacarina con la que me autoengaño por las mañanas de que sigo a dieta.
Pero ojo, que el realismo no acaba aquí. Porque el viaje en el tiempo no es algo instantáneo, como hemos visto en cientos de obras audiovisuales o literarias, sino que se produce al mismo ritmo que el tiempo normal.
Me explico: en la máquina de ‘Primer’, para viajar seis horas al pasado, tienes que permanecer seis horas dentro. Y dada su atmósfera de argón, los protagonistas no pueden respirar dentro, de ahí que tengan que proveerse con botellas de oxígeno para el viaje.
Planes sobre planes, evidentes u ocultos, pasados y futuros
En una obra de ficción que habla de viajes en el tiempo, por norma, el argumento no suele ser difícil de seguir por una cuestión: aunque la fecha de la historia se balancee adelante o atrás en el tiempo, la vivencia de una persona se sigue o intuye de forma lineal.
Hasta cierto parte de la película, 'Primer' puede parecer igual a las demás porque los primeros viajes de Abe y Aaron no tienen complicación. Encienden la máquina, se van, se aíslan, vuelven a la máquina y se meten poco antes de que se apague para viajar al pasado.
Pero luego vienen las curvas, que el vídeo de arriba intenta superar con diagramas y una explicación nítida. Porque, en el mundo de 'Primer', si se viaja al pasado y se cambia algo que evite que tu yo pretérito se meta en la máquina, entonces se rompe la simetría y hay un desdoblamiento. Por no hablar de que la complejidad aumenta exponencialmente cuando se viaja en el tiempo junto a otra máquina, para montarla en el pasado y operarla a espaldas de otras versiones de ti mismo.
Una vez rota la simetría, con otras versiones de los personajes con una agenda propia, se hace imposible para los protagonistas originales concebir siquiera lo que está pasando. Y mientras, sus otras versiones, más conscientes pero igual de ilusos de lo que puede estar pasando a su costa, tienen dos opciones: desentenderse o tratar de controlar el futuro.
De todo esto sacamos una valiosa lección: si tuviéramos la capacidad de viajar en el tiempo, salvo que mantuviéramos nuestra interacción ridículamente baja, un cambio nimio podría embarrar nuestra percepción de lo que está pasando al traer consecuencias inesperadas.
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Sin máquina, no hay viaje
Otro de los aciertos de 'Primer' en su aproximación realista es que, de acuerdo a algunas teorías sobre viajes en el tiempo, no se podría viajar a un punto anterior al encendido de la primera máquina temporal.
Es decir, nada de viajar a millones de años en el pasado (como en 'El sonido de un trueno' de Ray Bradbury) o un milenio al futuro (como 'La máquina del tiempo' de H.G. Wells). La máquina no es sólo la locomotora, también los raíles y sin ella no hay viaje, algo que vimos también en 'Los cronocrímenes' de Nacho Vigalondo.
Modales por encima del tiempo
Las razones que os he dado antes son más que suficientes para hacer de 'Primer' una merecida película de culto y una de las mejores de su clase, pero creo que su principal atractivo son sus personajes.
Abe y Aaron no se enfrentan al fin del mundo. No tratan de evitar una catástrofe, si acaso un incidente en una fiesta, pero nada espectacular ni muy trágico. Y aún así, las consecuencias son catastróficas a un nivel emocional.
Porque no se conforman con sacar algo de dinero jugando a cortoplacistas de Bolsa, sino que quieren explorar límites físicos y morales. Y se ocultan cosas, se manipulan, se observan. Hacen planes dentro de planes, terminan con varias versiones de sí mismos pululando por el mundo sin poder reclamar la que era su vida y, peor aún, su amistad se rompe.
Al final, 'Primer' está más emparentada con 'La red social' que con 'Regreso al futuro' porque demuestra que todos estamos a un invento de distancia de convertirnos en una mala persona para otros. Y que, en el camino, no debemos preguntarnos si hicimos lo correcto al descubrir el fuego, sino si podremos soportar la visión de un incendio.
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