Si el titular no ha supuesto una línea roja a la hora de sumergirte en esta crítica, especifiquemos algo más: 'Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City' no es una adaptación seria y estirada de la serie de videojuegos de horror y acción de Capcom, sino una verbena de sangre, monstruos y absolutamente ningún rigor argumental. Recupera la narrativa deslavazada e histérica de las películas de Paul W.S. Anderson, con saltos temporales e incongruencias constantes y si no aprecias los momentos más demenciales de la saga de Mila Jovovich, esta película no es para ti.
Pero si entiendes las películas (como también lo son los videojuegos, aunque llegaremos a eso más tarde) como montañas rusas de acción y espectáculo, con poses cool y personajes de una pieza, con intrigas culebroneras difíciles de seguir y guiños a los videojuegos que te saltan a la cara como un cangrejo rabioso, posiblemente 'Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City' te complacerá. No se han hecho públicos los motivos por los que Sony no ha llevado a cabo una adaptación más sosegada y atmosférica teniendo la posibilidad de reiniciar la franquicia... pero lo celebramos.
'Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City' recoge elementos muy reconocibles de los dos primeros juegos, la mansión de 'Resident Evil' y la comisaría y la Raccoon City en llamas de 'Resident Evil 2', y los adereza en un todo más o menos consistente con una historia de origen para Claire y Chris Redfield que no tiene demasiado que ver con los juegos y que sin duda da pie a las escenas menos interesantes de la película. Y en esos tres contenedores, Johannes Roberts ('A 47 metros', 'El otro lado de la puerta') lanza todo tipo de elementos relacionados con los juegos.
Zombis, monstruos mutantes, conspiraciones víricas, laboratorios subterráneos bajo una mansión, nada tiene demasiado sentido y no importa, porque la película funciona más como un collage de momentos clave de la serie. Así, veremos desfilar ante nosotros al primer zombi girándose hacia el espectador como en 'RE', la notable réplica de las fachadas de los edificios icónicos de los dos juegos, el camionero que desata el caos en 'RE2', la referencia al 'Jill Sandwich', el aspecto de Lisa Trevor sacado del remake de 'RE' de 2002, el meme de 'Itchy, Tasty' y un largo etcétera.
A tope con Lo Biohazard
Durante un tiempo, James Wan iba a encargarse de producir este reboot de la franquicia en cine, y sin duda le habría dado un toque más oscuro y atmosférico (aunque viendo el despendole de su última 'Maligno', tampoco se puede poner la mano en el fuego). Sin embargo, el proyecto pasó a las manos de Johannes Roberts, y con la producción de Paul W.S. Anderson, 'Bienvenidos a Raccoon City' se reorientó hacia un tono algo menos referencial y desmadrado que las anteriores películas, pero desde luego, lejos de una película de terror al uso.
El caso es que tampoco nos podemos quejar demasiado, porque los 'Resident Evil' interactivos no son precisamente un ejemplo de contención narrativa, personajes coherentes y decisiones rigurosas. Es verdad que la séptima entrega dio un giro hacia lo sórdido y lo oscuro, pero en el último 'Village' de nuevo tenemos vampiresas de tres metros y pulpos descomunales. Todo muy en sintonía con los desmadres españoles de 'Resident Evil 4' o incluso con los primeros juegos, que no olvidemos que eran un batiburrillo de lugares comunes más propios de una película de explotación que de un juego que buscara un trabajo cuidado de atmósfera a lo 'Alone in the Dark'.
Esta 'Resident Evil' proporciona una buena cantidad de guiños para conocedores de la franquicia, un buen trabajo de ambientación y maquillajes, una banda sonora con toques ochenteros, y efectos digitales muy superiores a lo que los más agoreros temían viendo los trailers. Las dinámicas entre los personajes funciona e incluso su narrativa fragmentada, a causa de que el grupo protagonista no se encuentra hasta el final, refuerza el espíritu de "viva Cartagena" que respira el conjunto.
E incluso dentro de esos límites, 'Bienvenidos a Raccoon City' se permite ciertos momentos de inventiva visual, como el ataque a Chris Renfield en un entorno a oscuras, iluminado solo por los fogonazos de su arma, o la majestuosa y macabra entrada del zombi en llamas en la comisaría. El conjunto es discutible según lo tiquismiquis que sea cada cual, pero ante tantas películas de terror y superhéroes que se creen merecedoras de la Palma de Oro, esta es una alternativa muy refrescante.
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