Ha sorprendido a propios y extraños. 'The Sound of Freedom', una película que en circunstancias convencionales no veríamos por aquí, salvo de refilón y en streaming, ya tiene próxima fecha de estreno en España. Será a finales de agosto cuando podemos acercarnos a la película que ha vencido en la taquilla estadounidense a 'Indiana Jones y el Dial del Destino'. Una auténtica lección de cine propagandístico y tácticas financieras de guerrilla.
Cifras mareantes. 'The Sound of Freedom', este pasado fin de semana, ha permanecido en el segundo puesto de la taquilla estadoundense, solo adelantada por un gigante, la nueva 'Misión Imposible' y embolsándose 25 millones de dólares. Pero antes, había acariciado los 40 solo en seis días desde su estreno, aprovechando la festividad del 4 de julio. Nada mal para una película que costó solo 14 millones de dólares de producir y que alcanzará los 100 de recaudación en breve, a lo que hay que sumar una posiblemente muy saludable y larga vida en streaming (en plataforma propia, nada de concesiones a Netflix) y formatos domésticos.
Éxito de taquilla... o no. La cuestión es que la película ni siquiera es el éxito absoluto que claman sus defensores: cuando 'Sound of Freedom' llegó a la cartelera, Indiana Jones ya llevaba cinco días en ella. Fue específicamente el 4 de julio, un día de baja asistencia a los cines porque la gente suele andar de celebraciones familiares cuando 'Sound of Freedom' superó por poco la recaudación de Indiana Jones: 14'2 millones frente a 11'7 de 'El Dial del Destino'. La superó, sí, pero hay que hacer algo de pensamiento selectivo para calificarlo de triunfo total.
¿Qué pasa con 'Sound of Freedom'? Aparentemente, nada raro. Jim Cazievel da vida al agente especial Tim Ballard, un personaje real que (afirma él, porque por cuestiones de seguridad nacional nadie puede desmentir o confirmar su historia) que pasó una década desarticulando redes de tráfico de menores. Nada que señalar aquí: argumento de thriller al uso con ambientación exótica y triunfalismo norteamericano al uso. Las dudas comienzan cuando empezamos a rascar en su angelical fachada.
Los productores. A poco que se comience a indagar en los historiales de sus productores empezamos a encontrar nexos de unión con posiciones radicales de la alt-right norteamericana y el cristianismo de lazos evangélicos. Por ejemplo, uno de los productores es Eduardo Verástegui, activista en contra del aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual y la adopción homoparental, y con una labor reconocida por Hazte Oir. La productora tras el film es Angel Studios, productora de ideología católica y especializada en contenidos religiosos, como la exitosa serie sobre la vida de Jesús 'The Chosen'.
Desde 2018. La película tiene una historia de producción accidentada: estaba acabada en 2018 e iba a ser distribuida por Fox. Cuando Disney adquirió la compañía, decidió congelar la distribución, lo que ha desatado todo tipo de teorías conspiracionistas: Disney es uno de los monstruos de paja predilectos de los movimientos más desnortados de la derecha norteamericana, que vinculan a la propietaria de Marvel con redes de tráfico y corrupción de menores. Justo lo que combate el protagonista de la película.
Conexión QAnon. De hecho, es ese posicionamiento anti-Disney el que nos lleva al matiz conspiranoico de la película, que defiende indirectamente una de las tesis más extendidas de la facción trumpista más tronada, la del pizzagate y otras teorías: la élite progresista de Estados Unidos está detrás de una organización mundial de tráfico sexual de menores, con el fin de extraer de ellos una sustancia llamada adrenocromo. La película no alienta esta teoría, pero Jim Cazievel ha sacado el tema a pasear durante la promoción de la película, y Ballard también lo ha respaldado.
El padre, el hijo y Donald Trump. Lo cierto es que la película, más allá de estas tenues conexiones, no se lanza en plancha a las teorías conspiranoicas, pero la unión entre alt-right tronada y el film está clara. Donald Trump, por ejemplo, promovió un pase privado de la misma en su residencia de New Jersey, y en un podcast con el ultraderechista Steve Bannon, Cazievel agradeció el gesto del ex-presidente diciendo que "creo que Donald Trump fue elegido por Dios Todopoderoso, y estoy hablando de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo". Puede que esta conexión no sea explícita durante el metraje, pero lo cierto es que la ha ayudado a convertirse en un éxito.
Estudios con ángel. En Angel Studios saben que hay un potencial comercial indiscutible en el público devoto. Por eso han puesto en marcha una campaña (apoyada por Cazievel en un vídeo que aparece al final del film) en el que se pueden comprar entradas para quien no se las pueda permitir. Es una forma de hacer el bien con los desfavorecidos, por supuesto, pero también una buena manera de que la película multiplique sus ingresos. "Hagamos que millones de personas la vean", dice Cazievel. O como mínimo, que cuenten como millones de entradas vendidas.
Cines medio vacíos. La consecuencia de esta estrategia es que salas con todas las entradas vendidas se encuentran medio vacías, con la excepción de los fanáticos que responden con vivas a Cristo cada frase sobre los niños de Dios, según la terminología que está usando la propia Angel Studios para promocionar el film. Por supuesto, esto ha desatado su correspondiente mitología conspiracionista, que explica estas salas vacías en el área de Washington con teorías acerca de problemas técnicos inexistentes o aires acondicionados apagados para incomodar al público. Angel Studios y la cadena AMC han tenido que emitir un comunicado negando todas las acusaciones de este tipo.
Cabecera: Angel Studios
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