Evidentemente en 1956 no había discos de esa capacidad, y las unidades IBM 350-I con discos de 24 pulgadas tenían una capacidad de 3,75 Mbytes y costaban 34.500 dólares. La cuenta es fácil: el MB salía a 9.200 dólares, y -de haber estado disponible- el GB saldría a más de 9 millones de dólares de la época.
Sesenta años después hemos visto cómo la potencia de nuestros ordenadores se ha multiplicado exponencialmente, pero también lo ha hecho la capacidad de los sistemas de almacenamiento, algo que también ha hecho que los precios caigan en picado. Hoy en día el coste por GB en discos duros tradicionales es de apenas 0,02 dólares, pero hay avances aún más llamativos en un mercado en constante movimiento.
Gigabytes de rebajas
Muchos son los estudios que han ido analizando el precio de distintas unidades de almacenamiento a lo largo de los años. Uno de los más completos es que el que mantienen en Mkomo, o el de JCMit, donde muestran una evolución de los precios de distintas unidades a lo largo de los años.
Esta última es más completa, y por ejemplo estudia esa evolución en discos duros desde que aparecieran en 1956. El crecimiento de las capacidades de almacenamiento ha sido inversamente proporcional al precio por GB, y los saltos de tecnología han sido asombrosos no solo en la capacidad de almacenamiento, sino desde luego en tiempos de acceso, durabilidad y por supuesto velocidades de transferencia.
De hecho esa imagen con los precios que una unidad de 5 MB tenía en 1981 -nada menos que 2.898 dólares- es un buen ejemplo de que no hace mucho los discos duros eran algo excepcional: si rondáis los 40 o los superáis seguramente tengáis alguna que otra anécdota que compartir en este sentido, y yo recuerdo que mi primer ordenador propio con disco duro de 40 MB... en 1992.
Hoy en día los precios han caído de forma aún más exagerada en diversos sistemas de almacenamiento: hablaremos de ello también, pero si nos restringimos a los discos duros el coste se reduce a menos de dos centavos de dólar por GB.
Una unidad Seagate de 8 TB a 5.400 RPM —no la más rápida del mercado, desde luego— tiene un precio de 149,99 dólares hoy en día, y los datos los confirmaba por ejemplo la empresa BackBlaze de almacenamiento en la nube, que a menudo ofrece interesantes informes sobre su uso de discos duros y que también mostraba esa evolución clara en la última década.
Las unidades SSD han sido la otra revolución
Como decíamos no solo ha habido una revolución en los precios, sino también a nivel tecnológico: a los avances en discos duros tradicionales, que los ha habido -y muchos- han quedado eclipsados por la revolución planteada por las unidades de estado sólido.
El lanzamiento de este tipo de unidades ha permitido lograr un salto espectacular en las velocidades de transferencia, pero es que además esas velocidades también se han visto progresivamente mejoradas con nuevos formatos que pasaban del tradicional conector SATA a conectores PCI Express en formato M.2.
Las mejoras en las tecnologías implicadas en el ámbito de las unidades SSD han sido frenéticas. Las memorias NAND utilidadas han ido mejorando y desarrollos como 3D XPoint que se usan en las soluciones Intel Optane han ido un paso más allá.
Otros fabricantes también han propuesto diversas mejoras que han ido permitiendo mayor densidad de grabación, lo que a su vez ha hecho que las unidades SSD superen su antigua y clara limitación, que era la capacidad, y hoy en día ya contamos con unidades de 1 TB relativamente asequibles, algo impensable hace pocos años.
El coste por GB no está de hecho muy lejos de los discos duros si nos vamos a capacidades inferiores (alrededor de los 500 GB), pero esa diferencia sigue existiendo a medida que buscamos unidades más capacidad. Si esa es nuestra prioridad, el disco duro tradicional sigue siendo la mejor opción, pero siempre es posible combinar una unidad SSD con un disco duro de gran capacidad para tener lo mejor de ambos mundos.
Esa evolución tiene un futuro espléndido ante sí: ahora disfrutamos de interfaces como NMVe que ayudan a lograr velocidades de transferencia de hasta 3.500 MB/s en los mejores casos, cuando una unidad SATA III puede llegar a unos 600 MB/s como máximo teórico.
Sin embargo esas velocidades irán a más gracias a la llegada del estándar PCIe 4.0, ya soportado por AMD y que es con toda seguridad el secreto de esas unidades ultra rápidas que tanto Microsoft como Sony han prometido para sus consolas de próxima generación en 2020.
Las primeras unidades SSD disponibles para PCs con este estándar logran tasas de transferencia de 5 GB/s en lectura y 4,4 GB/s en lectura, cifras de locura que de hecho son tan solo el principio de un nuevo salto cualitativo excepcional. El precio de estas unidades es 10 veces superior al del disco duro tradicional (una Sabre Rocket de 1 TB cuesta 200 dólares, así que el coste por GB es de 20 centavos), pero quienes busquen las máximas prestaciones seguramente ni lo duden.
Lo que está claro es lo mucho que ha llovido en el ámbito del almacenamiento. Que viva la evolución tecnológica.
Imagen | Markus Spiske
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