Alemania quiere ser menos "dependiente" a nivel tecnológico. Y ya sabe quién va a pagar el pato: China

La Guerra de Ucrania ha tenido un impacto notable para la Unión Europea en ámbitos como el energético y, desde luego, el tecnológico. En realidad el runrún de esa compleja relación con potencias como China lleva años sonando. Algunos países han tomado buena nota de cómo meter todos los huevos en una cesta en según qué apartados puede ser muy peligroso. Alemania acaba de mover ficha.

La estrategia. El canciller alemán, Olaf Scholz, indicó que su gabinete presentará este miércoles una estrategia nacional de seguridad. El objetivo, según Bloomberg, será el de impulsar la resiliencia económica del país. ¿Cómo?  La clave estará según ese plan, aún sin definir del todo, en reducir dependencias centradas en un solo país en áreas como la energía, los materiales y algunas tecnologías críticas para el desarrollo económico.

Más alianzas. Según Scholz, "Nuestro mundo multipolar es cada vez más complejo, con muchos centros de poder emergentes". En sus palabras dejó claro que esa nueva estrategia tratará de cambiar el anterior modelo de grandes dependencias de algunos países. El caso de Rusia con la energía es claro, y Scholz destacaba que "tenemos que esforzarnos por establecer nuevas asociaciones, y eso es lo que estamos haciendo".

Más Asia, pero no tanto China. Los esfuerzos por ese "desacoplamiento" de algunas grandes potencias llevan meses en marcha, y el mejor ejemplo es el de los esfuerzos que Alemania está haciendo por diversificar sus lazos comerciales en Asia. Uno de los países con los que quiere reforzar esas relaciones es con Indonesia, que recientemente se unía a un grupo a petición de Alemania—con la base del G-7— para luchar contra el cambio climático. Otros países como India —y México en Latinoamérica— son también focos de esas alianzas, mientras que al mismo tiempo el país europeo quiere reducir su dependencia de China.

Fuente: Bloomberg.

Eso no es tan fácil. Sin embargo el plan de Scholz tiene opositores importantes: los responsables de firmas como BASF, Siemens o Volkswagen mantienen grandes inversiones en China, y no quieren renunciar a esas alianzas. Arno Anlitz, CFO de Volkswagen, indicaba en una reciente conferencia con inversores que "no nos rendiremos con China". El CEO de Mercedes, Ola Källenius, fue más allá en una entrevista con Bild en abril: abandonar China, decía, era "una ilusión".

China es su mayor aliado comercial. El problema además es que no parece probable que Alemania se pueda permitir una ruptura comercial con China, su mayor socio comercial. El año pasado ese intercambio comercial tuvo un valor de 300.000 millones de euros, casi el 7% del PIB alemán en 2022.

Y encima, chips. Los acontecimientos se han precipitado en los últimos meses tras la presión a la que tanto Estados Unidos como Europa están sometiendo a China en un segmento específico: el de los chips. El viejo continente quiere tratar de recuperar terreno en un campo en el que estaba muy rezagado, y la Ley Europea de Chips y sus 43.000 millones de euros de dotación son un primer paso destacable para ello. Aún así, la realidad es clara: no va a ser nada sencillo.

"Derisking", no "decoupling". Como señalaban en CincoDías, el propio Scholz se posicionaba en abril junto a Von der Leyden, presidenta de la Comisión Europea. Romper relaciones comerciales con China es inviable (el "desacople" o "decoupling"), pero se pueden reducir riesgos ("derisking"), y esa parece ser la estrategia alemana y europea. Eso no significa que sea fácil llevarla a cabo: el presidente francés Macron se mostró ambigüo y pidió que Europa se distanciara del conflicto entre EEUU y China por Taiwán. Norbert Röttgen, del CDU, explicaba que tras esa posición se esconden intereses económicos.

Imagen | Deutsche Bundesbank

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