Los ingenieros de YouTube tenían un problema: la gente no paraba de subir vídeos al servicio y convertirlos (transcodificarlos) a los formatos adecuados no se hacía lo suficientemente rápido. Al ritmo que iba a todo, el colapso era factible. Ahí es cuando Partha Ranganathan, máximo responsable de ingeniería en Google, tuvo claro que algo tenía que cambiar. Tenían que dejar de depender de hardware de otros y crear sus propios chips.
Qué ha pasado. Aquel esfuerzo que comenzó hace siete años cristalizó con los llamados Argos Video Coding Units (VCUs), unos chips muy especiales que han permitido a YouTube lidiar con nuestra particular fiebre por subir vídeos al servicio para luego poder disfrutarlos en todo tipo de dispositivos.
¿Un chip solo para transcodificar? Resulta que lo de convertir vídeos a formatos adecuados es un proceso enormemente exigente. Ranganathan explicaba en una entrevista reciente cómo "la transcodificación estaba consumiendo una gran parte de nuestros ciclos de computación".
El hardware que usaban para ello era potente, pero se usaban procesadores de propósito general que no eran especialmente eficientes en este ámbito, así que este ingeniero lo tuvo claro: había que crear un chip específicamente diseñado para la transcodificación.
Una tarea muy exigente. Estos chips, que ya van por su segunda generación —ya tienen las dos siguientes en desarrollo—, se encargan de convertir las 500 horas de vídeo que se suben a YouTube cada minuto para que estén disponibles en varios formatos de pantalla y con varios códecs de compresión: la idea es poder disfrutarlos con la calidad y resolución adecuada tanto en tu Smart TV como en tu smartphone, y eso supone tener que transcodificar el vídeo original en hasta 15 versiones distintas.
Esto recuerda a los chips usados para minar bitcoin. Cuando los bitcoins aparecieron en escena cualquiera podía minar esta criptodivisa con su ordenador, pero pronto la tarea se volvió tan compleja y exigente que se crearon chips específicos para realizar solo esta tarea.
Estos chips eran ASICs (Application-Specific Integrated Circuits) que podían presumir de ser buenos en una cosa y solo en una: minar bitcoin. El concepto ha sido extrapolado a otros campos, y en Google y YouTube lo han aprovechado para sus TPUs y ahora para estas VCUs llamadas Argos.
Las GPUs no salen a cuenta. Scott Silver, otro de los directivos implicados en el desarrollo, explicaba que aunque las GPUs son capaces de hacer un buen trabajo, al final "si la mayoría de tus ordenadores están transcodificando vídeos y estás pagando lo que sea, muchas decenas de millones o cientos de millones de dólares al año para hacerlo, sería obvio que tienes espacio para [invertir en] un ASIC para hacerlo".
Así da gusto. Crear sus propios chips para transcodificar vídeo parece salirle realmente bien a la empresa. Según Google, estos desarrollos son entre 20 y 33 veces más potentes que el hardware que usaban anteriormente para la transcodificación. Su presencia es invisible a los usuarios, pero este cambio ha permitido a Google y a YouTube afrontar el enorme caudal de vídeos que los usuarios subimos a diario.
Control, control, control. No solo eso: también le permite a la empresa controlar aún más su servicio y la infraestructura del que depende. La decisión recuerda a la que tomó Apple al prescindir de Intel y crear sus chips M1 hace un par de años: como entonces, Google se asegura ahora de no depender de terceras partes y de ajustar el rendimiento y eficiencia de su hardware de forma específica a sus necesidades. Eso introduce otros retos, desde luego, pero para empresas de la dimensión de Google esa decisión compensa.
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