Llevamos hablando de los procesadores de 10 nanos de Intel durante años —nuestro excompañero Pablo Espeso lo hacía en 2011, por ejemplo—. La firma ofreció sus primeros micros de 14 nanos en 2014, y se esperaba que el salto a los 10 nanos llegaría en 2016 cuando en realidad casi en 2020.
La firma ha confirmado (de nuevo) que tendrá listos sus primeras CPU de 10 nanómetros en Navidad de 2019. La familia Ice Lake plantea un punto de inflexión notable sobre todo en autonomía, potencia (de la CPU y, atentos, de la GPU) y conectividad. Veamos qué cambiarán estos micros cuando aparezcan en el mercado.
El largo camino hasta los 10 nanómetors
Los procesos litográficos de Intel avanzaban a ritmos frenéticos a finales de los 90 y principios del nuevo milenio. El ciclo tick-tock de Intel se cumplía a rajatabla, pero entonces algo pasó: los 14 nanos tardaron algo más de la cuenta en llegar, pero los 10 nanos se le atragantaron a Intel.
De hecho la empresa fue retrasando gradualmente el lanzamiento de los 10 nanos, aunque ha habido algún confuso guiño a ese salto tecnológico. En 2015 todo parecía ir bien para un lanzamiento en 2016, pero en Intel acabarían aplazando el salto tecnológico.
En lugar de ofrecer esos procesadores, en Intel fueron ofreciendo revisiones sucesivas de la microarquitectura Broadwell original de 14 nanómetros y así se fueron paseando Skylake (2015), Kaby Lake (2016), Coffee Lake (2017) y el reciente Coffee Lake Refresh (2018).
Esas revisiones —y alguna otra— han traído algunas mejoras a esas microarquitecturas, pero todos esperábamos la llegada de los 10 nanos, y con razón: los cambios para los procesadores de Intel podrían ser mucho más notables, y a continuación analizamos el impacto en distintos apartados.
Más potentes (en todo)
Los primeros procesadores de Intel fabricados con esta litografía pertenecerán a la familia "U" que los destina a Ultrabooks. Es una decisión fantástica, ya que buena parte de las ventajas de estos micros cobrarán especial relevancia a equipos ultraligeros.
Para empezar, esos primeros modelos con microarquitectura Sunny Cove contarán con hasta cuatro núcleos y hasta ocho hilos de ejecución (para los micros con Hyper Threading activado) y tendrán un TDP de 15 W.
Hasta ahí nada parece demasiado diferente, pero es que hay varios elementos llamativos. Entre ellos está el que afecta a la memoria. Estos procesadores trabajarán con memoria LPDDR4X y por fin dirán adiós a los tradicionales módulos LPDDR3. Eso permitirá aumentar el ancho de banda a entre 50 y 60 Gbps, una cifra que será especialmente útil en otro apartado: la GPU.
Aquí también llegan buenas noticias, porque contaremos con chips gráficos integrados Gen11 que contarán con hasta 64 unidades de ejecución frente a las 24 habituales.
Eso, indican en Intel, hará que por primera vez este tipo de procesadores gráficos lleguen a ofrecer 1 TFLOP de potencia, una cifra que desde luego está lejos de las gráficas dedicadas pero podría dar muchas alegrías en el ámbito de los juegos. Y si no tened en cuenta que el chip gráfico de la Xbox One S tiene 1,4 TFLOPs de potencia (en la Xbox One X se llega a los 6).
Así pues, contaremos con ultraportátiles mucho más potentes en todos los ámbitos, pero que sobre todo plantean mejoras sustanciales en el apartado gráfico.
Las cosas no terminan ahí, porque Sunny Cove tendrá mejoras relevantes en diversas áreas que perimtirán ganar rendimiento en diversas situaciones: en AnandTech ya hicieron un análisis técnico más detallado de estas mejoras, y desde luego todo apunta a que veremos un impacto sensible en el rendimiento de estos futuros microprocesadores.
Más eficientes y con mayor autonomía
La ventaja inmediata de ir a procesos litográficos más avanzados es la de poder meter más componentes en el mismo espacio. Eso tiene un impacto directo en eficiencia y consumo, que teóricamente deberían ser claramente mejores que los de las microarquitecturas actuales.
En Intel afirmaban que estos nuevos procesadores se beneficiarán no solo de esas mejoras de la litografía, sino que también aprovecharán las ventajas de tecnologías de pantalla como los paneles '1W' (1 vatio) que según Intel podrían ser aún más relevantes para la autonomía que los propios microprocesadores.
A esas mejoras se le sumarán las que permitirán ahorrar espacio en la circuitería por la disminución de muchos componentes, lo que dará más espacio a las baterías. En Intel ponían el ejemplo de un equipo de 12 pulgadas en el que podría liberarse un 10% de espacio frente a los actuales diseños, pudiendo ir así de una batería de 52 Wh a una de 58 Wh.
Según Intel, que ha tratado de ir exprimiendo cada parte de esos ultraportátiles para ganar en este terreno, las baterías de esos equipos podrían llegar a presumir de 25 horas de autonomía.
Más y mejor conectados
El otro apartado protagonista de la presentación de Intel fue la conectividad, que para empezar ganará enteros con el soporte nativo del estándar Wi-Fi 6 (802.11ax) con el que las redes inalámbricas ganarán en ancho de banda.
Pero la cosa no para ahí, porque también habrá soporte nativo de Thunderbolt 3 a través de un puerto USB-C, algo que era difícil encontrar en ultraportátiles actualmente y que se convertirá en la norma con este salto tecnológico de Intel.
Aquí las ventajas son muchas, pero entre ellas está la de poder conectar tarjetas gráficas externas (eGPU) para hacer que esos ultraportátiles sean además capaces de mover cualquier tipo de videojuego sin problemas.
¿Adiós a Spectre y Meltdown?
Intel no aclaró del todo si estos nuevos chips contarían con protecciones hardware totales para Meltdown y Spectre, esas vulnerabilidades que se descubrieron a principios de 2018 y que sembraron el caos entre usuarios profesionales y no profesionales.
En la presentación que realizaron en CES Intel solo indicó que el nivel de seguridad sería similar al de Cascade Lake, con mecanismos para mitigar algunas variantes de Spectre a nivel hardware.
No sabemos si Intel está tratando de atajar todos los problemas de una vez, pero esta sería una de las asignaturas pendientes para unos diseños que deberían aprovechar esa nueva microarquitectura para hacer que podamos olvidar estos problemas de una vez por todas. Aún así, parece que hay ingredientes suficientes para hacer de este salto uno de los más prometedores de Intel de su historia reciente.
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