Mitos y realidades de la fiabilidad de los SSD: su vida útil es (probablemente) más larga de lo que esperabas

Las unidades de estado sólido o SSD se han convertido de forma silenciosa en toda una revolución para el mundo de los PCs y portátiles, pero lo han hecho con algunas dudas.

Una de las más frecuentes es esa leyenda urbana que parece apuntar a que la vida útil de estas unidades no es tan buena como la de un disco duro tradicional. Como pronto os descubriremos, lo más probable es justamente lo contrario, y todo se debe a la evolución de una tecnología que de hecho los fabricantes nos marcan con una fiabilidad pesimista... por si las moscas.

Abreviando, que es gerundio

El precio de las unidades SSD ha caído de forma espectacular en los últimos tiempos, y tanto modelos SATA como modelos M.2 NVMe se encuentran ahora al alcance de todos los bolsillos.

Las prestaciones de estas unidades han demostrado sobrepasar a los discos duros tradicionales en todos los frentes excepto en el de la capacidad bruta: si necesitamos varios TB disponibles la opción evidente siguen siendo los HDDs.

Pero salvo por ese factor, las unidades SSD se han convertido en la opción clara, entre otras cosas por su propio principio de funcionamiento.

Las memorias NAND flash utilizadas son mucho más rápidas que los discos duros tanto en lecturas como escrituras, aunque en su diseño hay que tener en cuenta que esas células pueden ser programadas y borradas (P/E) un número limitado de veces. Esa descripción es importante porque cuando se escriben ("programan") datos a una célula NAND se deben borrar los datos previos antes de poder guardarlos en la celda destino.

Aunque los llamados ciclos P/E son una forma importante de medir la fiabilidad de las unidades SSD, en realidad hay otros factores que afectan a esos ciclos de vida. Veamos los tres más importantes:

  • Ciclos P/E: al realizar escrituras en un SSD los datos se escriben y luego se borran para ser reescritos. El número de ciclos P/E que soportan las unidades SSD es muy variable, y típicamente se sitúa entre los 500 y los 100.000.
  • TBW: esta magnitud, acrónimo de "TeraBytes Written" (Terabytes escritos) indica el número total de datos que se pueden escribir en una unidad SSD antes de que empiece a presentar errores. En una unidad como la Samsung 970 EVO se indica cómo por ejemplo se estiman 150 TBW para modelos de 250 GB, 300 TBW para los de 500 GB, 600 TBW para el de 1 TB y 1.200 TBW para el modelo de 2 TB. Estas unidades tienen una garantía de 5 años o del TBW especificado, lo que antes ocurra.
  • MTBF: (o Mean Time Between Failures) es la medida de fiabilidad que indica normalmente cuántas horas pasan antes de que se pueda producir algún fallo en la unidad. En un disco duro el MTBF suele rondar las 300.000 horas, mientras que en una unidad SSD ese MTBF es de normalmente 1,5 millones de horas. No es el tiempo que puede durar la unidad, sino el tiempo medio que podemos esperar antes de que se produzca un fallo en la unidad.

Estas magnitudes ayudan a entender cómo de fiable es una unidad, y probablemente la más clara para los usuarios es esa TBW que revela la enorme cantidad de datos que deberíamos escribir antes de que la unidad se degrade.

Si por ejemplo pensamos en ese dato de los 150 TBW para una unidad de 250 GB, tendríamos que escribir más de 80 GB al día durante todo un año para alcanzar esos límites de los que habla Samsung, una cantidad que raramente se produce en usuarios convencionales.

Lo normal, de hecho, es que estas unidades alcancen una vida útil muy por encima de las especificaciones que marca el fabricante, ya que las pruebas y datos que trasladan esos fabricantes son prácticamente casos pesimistas.

Así pues, aunque las garantías de unidades como la citada Samsung 970 EVO son de 5 años, es probable que con un uso normal la unidad tarde mucho más en presentar problemas. Conviene desde luego mantener copias de seguridad de los datos más importantes en otra unidad o en la nube por si ocurren esos problemas, pero a priori la fiabilidad de estas unidades es excelente, sobre todo en los últimos años.

Lo demuestran análisis detallados como el que realizaron los responsables de Heise Online, una reputada publicación alemana en 2016 que mostró cómo tras un año de programar lecturas y escrituras en diversas unidades SSD el comportamiento de todas ellas excedió las expectativas.

En sus pruebas hasta las peores unidades eran capaces de multiplicar por 2,5 veces el dato de TBW del fabricante, pero en unidades como las Samsung SSD 850 PRO la cosa fue a más: lograron escribir 9,1 Petabytes de datos, 60 veces más que el TBW que ofrecía Samsung. Es normal que unidades de ámbito empresarial (por eso la etiqueta PRO) vayan aún más allá en esa fiabilidad, pero como pudo comprobarse entonces, ese dato de los fabricantes es muy conservador.

De hecho estamos hablando de unidades de 2016: hoy en día las tecnologías que forman parte de nuestras unidades SSD son aún más avanzadas, lo que hace esperar una fiabilidad tan buena o mejor que la que ofrecieron aquellos modelos.

Un vistazo a…
Discos SSD vs Discos duros HDD, ¿qué ofrece cada uno?

Celdas NAND: SLC mejor para unas cosas, QLC para otras

De hecho hay otro factor que puede influir en vuestra elección de la unidad SSD que queréis adquirir. Se trata del tipo de células NAND que utiliza. Mientras que la primera generación de unidades SSD hacía uso de memorias SLC (Single Level Cell), posteriormente fueron apareciendo unidades MLC (Multi-Level Cell, dos bits por célula), TLC (tres bits por célula) y QLC (cuatro bits por célula).

Tener un mayor número de bits por célula es bueno en un sentido y no tan bueno en otro en este ámbito: las unidades QLC son buenas para escenarios centrados en la lectura de datos porque esa operación apenas afecta a la fiabilidad futura de esas células.

En cambio las escrituras son más "dañinas" por decirlo de algún modo, lo que hace que en escenarios en los que estamos constantemente escribiendo datos las unidades SSD con células SLC son más "resistentes" a ese degradado.

Evaluando cómo anda nuestro SSD de salud

Conviene señalar también que si estas unidades comienzan a fallar en muchos casos lo harán de forma gradual: es raro que un único fallo pueda hacer que parte de nuestros datos estén inaccesibles, y como ocurre en discos duros tradicionales notaremos que empieza a haber problemas cuando veamos ciertos síntomas al usar el equipo.

Samsung Magician indica que la unidad de SSD de mi Dell XPS 13 (con casi cinco años dando guerra) aún está al 83% de su estado original. Se ha degradado, sí, pero a estas alturas según muchos fabricantes podría estar mucho peor.

Por ejemplo, cuando el sistema operativo muestre que se ha encontrado con sectores de disco defectuosos en los que no puede leer o escribir datos. Eso llevará a lecturas y escrituras que tardan más tiempo del habitual. También puede que el sistema no nos deje escribir cierto fichero en disco, o que el sistema de ficheros como tal necesite reparación porque, por ejemplo, no hayamos apagado el ordenador de la forma adecuada.

Afortunadamente las unidades SSD nos permiten consultar su estado de salud con utilidades como Samsung Magician, CrystalDiskInfo o SSD-Life, que se encargan de gestionar los datos S.M.A.R.T. de estas unidades para poder informarnos del nivel de degradación que tienen nuestras unidades.

La recomendación sigue siendo la de mantener copias de seguridad de nuestros datos más relevantes, pero si utilizáis unidades SSD podéis estar (probablemente) muy tranquilos: su fiabilidad es excelente.

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