Si te compraste un PC hace tres o cuatro años puede que hayas notado cómo el equipo en el que invertiste un buen dinero se ha quedado algo limitado en algunos apartados. Eso es especialmente cierto en el terreno de los videojuegos, el más exigente y que hace que notemos claramente cómo la tecnología de otros años pronto se ve superada por nuevos componentes.
Lo bueno de los PCs de sobremesa es que su capacidad de actualización es enorme, y no es difícil poner nuestro equipo al día con una inversión reducida. En este texto encontrarás tres áreas clave en las que puedes ganar muchos enteros por poco dinero, además de unos cuantos consejos adicionales si quieres aspirar a una actualización más ambiciosa para tener un PC aún más potente.
SSD, solucionando el cuello de botella del almacenamiento
El primero de los elementos a los que deberías prestar atención es crítico. Se trata del sistema de almacenamiento, que ha sufrido una evolución prodigiosa en los últimos años gracias a la popularización de las unidades SSD.
Si tu equipo tiene ya cierta edad es probable que sigas manteniendo unidades de disco duro tradicionales, pero puede que incluso compraste una de las primeras unidades SSD del mercado para mejorar este apartado. Aunque en este último caso el consejo es algo menos válido, la propuesta se mantiene: deberías adquirir una de las últimas unidades SSD del mercado.
No importa que sea especialmente grande en capacidad, y de hecho ese es el factor que encarece más el coste final de esta actualización, pero tienes unidades SATA3 de 2,5 pulgadas que son capaces de ofrecer tasas de lectura y escritura excepcionales (el máximo teórico son 750 MB/s, aunque al final las tasas reales sean sensiblemente más bajas), muy superiores a las que pudieran tener hace 4 o 5 años.
Como hemos repetido a lo largo de los años, tanto los PCs como los portátiles pueden "resucitar" gracias a esta actualización hardware: las unidades de almacenamiento convencionales se convierten en un cuello de botella en numerosas ocasiones, y con unidades SSD se aligeran de forma notable todo tipo de operaciones, desde el inicio o apagado del equipo hasta el lanzamiento de todo tipo de aplicaciones y la propia fluidez del sistema operativo.
Esta es por tanto la clave esencial a la hora de ganar rendimiento y fluidez global. No es una mejora destinada a un ámbito concreto como el de los videojuegos, sino una que hará que nuestro equipo se comporte mejor en todos los escenarios. Si todavía estábais dudando, no lo hagáis más e invertid en este tipo de solución.
Hay muchas buenas opciones en este caso, y tenéis por ejemplo los modelos que recomendábamos hace algunos meses, a los que se han sumado en los últimos tiempos unidades aún más capaces que en lugar de la interfaz SATA convencional aprovechan la nueva interfaz M.2 que poco a poco está conquistando a los usuarios más exigentes. De eso, por cierto, hablamos más adelante.
Jamás hubo mejor momento para actualizar la tarjeta gráfica
Probablemente uno de los motivos por los cuales los usuarios se plantean la actualización de sus equipos es el de poder disfrutar de los videojuegos de última hornada a mejor resolución, con mayor detalle y, sobre todo, con mayor fluidez.
Es aquí donde las tarjetas gráficas de nueva hornada marcan la diferencia. La mala noticia es que esta actualización puede resultar muy cara. La buena es que estamos en un momento dulce en el ámbito de las tarjetas gráficas dedicadas, y jamás hemos disfrutado de mejores opciones o mejores precios.
La relación precio/prestaciones dio un giro notable con la llegada de las NVIDIA GeForce GTX 10x0, pero es que AMD también tiene buenas propuestas en un ámbito algo más modesto con sus Radeon RX480 y modelos inferiores. La cosa se animará aún más antes del verano, porque precisamente AMD está a punto de lanzar sus nuevas gráficas con arquitectura Vega (además de los procesadores Ryzen) y eso hará que se active una vez más la carrera por el rendimiento y que haya otra consecuencia favorable.
Esa consecuencia es la que podríamos esperar: bajarán los precios de los modelos actuales, como por ejemplo el de las citadas RX 480 que están entre las favoritas de los gamers "modestos" por su buen comportamiento en títulos DX12. Estas gráficas, que se han puesto al nivel de las GTX 1060 en rendimiento, tiene además a su favor ese "mimo" que AMD tiene por sus productos a largo plazo.
Aquí como decimos la inversión puede llegar a ser astronómica, pero lo cierto es que hay gráficas que en el ámbito de los 150 euros pueden ser realmente solventes: las Radeon RX 460 con 2 GB de VRAM y las GTX 1050 compiten en esa franja de precios.
Si queréis gastar algo más de dinero podríais ir a versiones superiores de estas tarjetas: están las Radeon RX 460 con 4 GB o las GTX 1050 Ti con también 4 GB de VRAM. Aquí hay varios factores a tener en cuenta, y hay quien asegura que invertir en más memoria no tiene demasiado sentido (las pruebas, desde luego, así lo indican) en esas tarjetas.
Otros argumentan que tener más memoria es importante para que nuestras tarjetas alarguen su ciclo de vida, ya que están más preparadas "para el futuro", con juegos que efectivamente pueden sacar más partido de esa memoria adicional. No solo eso: quienes defienden esos argumentos añaden además que siempre es posible aumentar la frecuencia de reloj de la GPU con overclocking, algo que efectivamente puede ayudar a exprimir algo más estas gráficas dedicadas.
Aquí suele ser más tentador ir a GPUs algo más potentes en lugar de contar con algo más de memoria gráfica. Un ejemplo: las Radeon RX 460 de 2GB se pueden encontrar por 120 euros o menos, y las de 4 GB por 140 euros o menos, pero las Radeon RX 470 salen por unos 190 euros y la diferencia en prestaciones (y precio, claro) es sensible, como revela la siempre útil (apuntadla para vuestras investigaciones) GPUBoss.
El otro apartado interesante es el de el soporte a las tecnologías FreeSync y G-Sync que tanto AMD como NVIDIA llevan tiempo poniendo respectivamente sobre la mesa. Las gráficas de AMD abaratan ese escenario ya que los monitores FreeSync son más populares y, sobre todo, tienen precios más asequibles.
Es difícil calificar una tecnología como mejor que la otra, pero lo que está claro es que AMD FreeSync es más accesible económicamente, y eso es un factor crucial para esas actualizaciones de las que hablábamos. De hecho si lo que queréis es mejores experiencias de gaming una actualización de tarjeta gráfica debería ir acompañada de una de monitor, pero eso son ya palabras mayores... o casi, sobre todo si nos movemos en presupuestos ajustados.
Solo con la gráfica dedicada notaréis que esas experiencias ganan muchos enteros, así que si de hecho solo tenéis presupuesto para una de las tres actualizaciones que os proponemos (SSD, gráfica o memoria) y queréis centraros en el gaming, la apuesta es clara: apostadlo todo a una gráfica decente.
La memoria extra nunca vendrá mal
La tercera de las actualizaciones recomendadas a la hora de actualizar nuestro PC es la de ampliar la cantidad de memoria principal (memoria RAM) disponible en el equipo.
Este tipo de actualización es la que menos impacto tendrá en nuestra percepción de la potencia del equipo: contar con más memoria no hará que las aplicaciones vayan necesariamente más rápidas, por ejemplo. Incluso si cambiamos nuestros módulos de memoria por unos de mayor capacidad y velocidad, las diferencias en rendimiento probablemente sean mínimas. Lo mismo ocurre en el ámbito de los videojuegos, donde como revelaban análisis como el de HardwareSecrets, el impacto de poner más memoria no era importante.
En algunos videojuegos exigentes esa ampliación de memoria sí puede ser relevante, y muchos análisis en los últimos tiempos han puesto como ejemplo a Battlefield 1, un juego en el que más RAM significa menos "parones" en el desarrollo del juego y una experiencia de juego sensiblemente mejor.
Sin embargo la cosa cambia cuando hablamos de tener más "manga ancha" para trabajar con aplicaciones más exigentes o simplemente para hacer más cosas de forma más fluida. Puede que no notemos que nuestra sesión con Chrome o la edición de esa foto con Photoshop vaya más rápida, pero sí notaremos que podemos abrir más pestañas en Chrome sin que el equipo empiece a ralentizarse y también a cargar varias imágenes pesadas en PS para trabajar con ellas sin problemas.
La realidad es que el precio de las memorias también ha alcanzado un punto en el que es recomendable ampliar la cantidad que tuviéramos en nuestro viejo equipo (normalmente, 4 GB) doblándola con un coste muy bajo. Podremos utilizar las ranuras libres disponibles en nuestro ordenador para llegar a esa cantidad o, simplemente sustiuir los módulos antiguos por unos nuevos de mayor capacidad.
La máxima aquí se cumple siempre: cuanta más memoria RAM, mejor. Puede que sea el componente con que veamos menos cambios drásticos en el rendimiento, pero como decimos esta actualización nos dará más margen de maniobra en todos los ámbitos.
Y si quieres ir más allá
Os recomendamos por tanto "jugar" con esas tres recomendaciones para encontrar el mejor conjunto de actualizaciones para vuestros equipos. Tenéis multitud de combinaciones, pero con un presupuesto de entre 300 y 400 euros se pueden hacer pequeñas maravillas a la hora de actualizar vuestro "viejo" PC de hace 3 o 4 años.
Pero claro, siempre queremos más. Si estáis pensando en una actualización aún más seria que os permita simplemente reaprovechar ciertos componentes de vuestro PC tendréis que gastar bastante más dinero, pero lógicamente el resultado será mucho más claro en rendimiento general del equipo y, sobre todo, en tareas intensivas como los videojuegos.
El problema es que los fabricantes no nos lo ponen fácil en algunas mejoras importantes, y el mejor ejemplo de ello es el de los microprocesadores. Tanto Intel como AMD lanzan nuevos procesadores de forma frecuente, pero con esos procesadores llegan también cambios en el socket o zócalo utilizado para conectarlos a la placa base. Eso implica que si queremos cambiar de procesador también tendremos que cambiar de placa, y las opciones son tan variadas en prestaciones como en precio.
Aunque el nicho del gaming hace que las necesidades sean más concretas, para el usuario medio con un nivel de exigencia menor recomendamos llegar a un equilibrio inteligente: no suele merecer la pena comprar lo último de lo último, por más potente que parezca, porque el precio a pagar por las soluciones de alta gama suele ser desorbitado.
Así pues, si decidís cambiar de placa y procesador, lo acertado será normalmente ir a soluciones de gama media en las que, esos sí, tendremos que prestar especial atención no al procesador, sino a la placa base, un componente del que hablamos en detalle y que hay que mirar con lupa: formato (del ATX al Mini-ITX hay un mundo), zócalo para la CPU, zócalos para la memoria y tipo de módulos que soporta, chipsets (todo un mundo de opciones que orientan estos productos a equipos más o menos ambiciosos), tipos de ranuras PCIe (x16, x8, x4), y por supuesto puertos y ranuras adicionales (que dispongan al menos de una ranura M.2 "dedicada" sería muy recomendable).
Si cambiamos de placa base, por ejemplo, tendremos a buen seguro la capacidad de avanzar en otros terrenos que no son el del procesador, como por ejemplo el de las unidades SSD que podremos elegir. Como decíamos al hablar del apartado de almacenamiento, el problema con las unidades compatibles con el estándar M.2 es que necesitaremos que nuestra placa base ofrezca una de estas ranuras, algo que será poco probable si nuestro PC tiene esos cuatro o cinco años de edad.
A ese soporte hay que añadirle el tipo de soporte PCIe de la placa y si también se hace uso del estándar NVMe. En la página de Jonhy Lucky existe información detallada sobre las unidades recomendadas del mercado según esos parámetros, pero como decimos, en esas unidades M.2 todo depende de vuestra placa base. Una placa base decente puede daros mucho margen de maniobra para los próximos años en este ámbito, por ejemplo.
También en el apartado de la memoria, con el soporte para unas memorias DDR4 que tratan de imponerse a las DDR3 y que ofrecen mejores anchos de banda y (al menos teóricamente) "más alegría" para el comportamiento de nuestro PC. Es un apartado en el que una vez más las diferencias no se notarán especialmente, así que a menos que necesitéis apurar al máximo, id a la opción más económica porque parece que tenemos memorias DDR3 para rato.
En el ámbito de los procesadores evidentemente hay también opciones para todos los gustos, pero salvo en casos específicos creemos que de nuevo es recomendable no ir a soluciones demasiado ambiciosas y caras. Sí que es importante invertir en una buena refrigeración —las soluciones de refrigeración líquida son ahora más asequibles y eficientes que nunca—, y por último puede que queráis invertir en fuentes de alimentación con más garantías o que sean por ejemplo más silenciosas.
Es posible, eso sí, que vuestra fuente no pueda alimentar algunas tarjetas gráficas potentes de última generación, así que si vais a haceros con una gráfica potente y pensabais reaprovechar la fuente, tenedlo en cuenta. Para los aficionados a los videojuegos, como apuntábamos brevemente, el otro elemento clave es el monitor, y hoy en día hay modelos fantásticos y toda una cultura alrededor de temas como la frecuencia de refresco y ya comentados estándares FreeSync y G-Sync, con webs específicamente dedicadas a este subconjunto de dispositivos. Si a eso le añadimos ese otro mundo de ratones y teclados de gaming, la cosa se pone aún más complicada... o divertida, según se mire.
La capacidad de expansión de un PC da mucho juego, así que es posible mejorar mucho de golpe o ir haciéndolo poco a poco y con componentes que sin ser lo último de lo último pueden aportar diferencias significativas en nuestra experiencia de uso. Antes de tomar cualquier decisión, eso sí, informaos bien de las prestaciones que podéis esperar y de si esas soluciones van a ser compatibles con vuestros equipos para no llevaros sustos. Lo importante, podéis creernos, es que podéis conseguir mejorar vuestros equipos sin inversiones estratosféricas.
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