Si inviertes en criptovisisas, quizás no deberías decirlo muy alto: hace unos meses alguien contrató a un mercenario para que amenazara a su amigo a punta de pistola: o le daba las claves de sus monederos virtuales (con un valor de 1,8 millones de dólares), o le metía una bala en la cabeza.
Los supuestos responsables de dicho intento de robo fueron arrestados, pero no ha sido el único caso: esta semana nos enterábamos del robo de 600 máquinas de minería de bitcoin en Islandia. Robar criptodivisas de forma electrónica está de moda, pero cuidado, porque los robos tradicionales, los 'offline', también están a la orden del día.
Islandia, paraíso para los mineros
Once personas fueron arrestadas en ese robo en Islandia, incluido uno de los guardias de seguridad del centro de datos del que se robaron esas 600 máquinas, muchas de ellas ASICs dedicados a la minería de bitcoin. Esos ordenadores especializados para minar bitcoin y otras criptodivisas no han sido aún localizados, pero según los datos de la investigación tienen un valor de unos 2 millones de dólares.
La operación consistió en cuatro robos, tres de los cuales se produjeron en diciembre. La policía no hizo públicos los robos con el objetivo de tratar de encontrar a los responsables, que volvieron a actuar el pasado mes de enero.
En Islandia la energía es especialmente barata gracias a su uso de centrales geotérmicas e hidroeléctricas, algo que ha fomentado el crecimiento de los centros de datos dedicados a la minería de criptodivisas, en la que se consumen grandes cantidades de energía.
Los bitcoins o la vida
Esta noticia se une a otros casos en los que estamos viendo cómo los robos de criptodivisas van más allá de esos robos masivos por parte de hackers que logran superar diversas barreras de seguridad electrónicas.
Los robos físicos se han ido sucediendo en los últimos meses. El caso mencionado en el que Louis Meza es desde luego especialmente llamativo: Meza contrató a alguien para que apuntara con un arma a su amigo tras meterle en una furgoneta y pedirle sus claves privadas de acceso a su monedero virtual de ETH. Para el fiscal del distrito de Manhattan que llevó el caso este suceso demostraba "la creciente intersección común entre el crimen cibernético y el crimen violento".
En el Reino Unido se produjo un robo similar el pasado mes de enero: un grupo de enmascarados invadieron la casa de un inversor en criptodivisas, ataron a su mujer, dejaron a su pequeño en un carrito fuera de la casa y le amenazaron: o les transfería sus bitcoins, o allí podría pasar de todo.
Finalmente nadie resultó herido tras el robo, y ahora la policía está investigando un caso que podría ser el primero de muchos. El responsable del departamento de Crimen Organizado en Scotland Yard's, Mick Gallaguer, indicaba cómo muchas bandas están mostrando interés por las criptodivisas: "en estos momentos parece que hay un crecimiento significativo"
Los inversores comienzan a volverse paranoicos
Esos casos se están convirtiendo en una amenaza real para los inversores en criptodivisas, algunos de los cuales han logrado beneficios increíbles en sus operaciones.
Los sucesos que se están dando en este ámbito están provocando que algunos inversores estén comenzando a tomar medidas al respecto. En Ucrania el CEO de una empresa financiera dedicada a las criptodivisas fue secuestrado a finales del año pasado y liberado tras pagar un rescate de un millón de dólares.
El uso de monederos físicos es una de las medidas que muchos inversores están tomando, pero algunos están yendo más allá tras estos indidentes.
El usuario de Reddit Grrumpynitis explicaba en uno de los hilos de debate allí cómo él acabó usando un ingenioso sistema basado en un (aparentemente inocente) fichero de vídeo. Acabó cambiando de método y usando una de las célebres Ledger Nano S (que destripó para asegurarse de que el dispositivo no había sido hackeado antes del envío) para proteger sus criptodivisas.
Aún así, fue más allá, y protegió esos monederos con conjuntos de palabras que distribuyó en distintos sobres sellados y guardados en distintas localizaciones físicas. Sólo unas pocas personas distintas entre sí conocen la localización de los distintos sobres, de forma que como él comentaba el riesgo de robo se minimizaba al máximo.
Otros inversores que llevan tiempo siendo voces activas en las distintas comunidades que participan en el debate sobre criptodivisas están sufriendo las consecuencias de ser tan participativos: se sienten vigilados, algo que ha hecho que lleguen a recomendar estudiar a fondo sistemas de seguridad domésticos, además de distribuir las claves de acceso a los almacenamientos físicos (también conocidos como 'cold storage') con sistemas como el esquema de Shamir.
Invertir en criptodivisas se está convirtiendo en algo cada vez más peligroso, parece.
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