Febrero tiene fama de imprevisible y este 2023 no ha querido desmentirlo. Si esta semana empezaba con temperaturas muy superiores a las habituales para esta época del año, la atmósfera ha pisado el acelerador y vamos a acabar con una bajada de temperaturas de las que dan vértigo. En muchas parte de la península, los termómetros se van a descalabrar hasta 15 grados en apenas dos días.
Adiós a la calima, adiós a la primavera. Hola de nuevo, invierno.
Una masa gélida y cargada de agua. Mientras escribo estas líneas, una masa de aire gélida se está desplazando hacia el sur y, ayudados por el hecho de que el anticiclón atlántico está muy al norte , irá invadiendo poco a poco todo el territorio peninsular. El resultado es que vamos a tener frío polar a niveles bajos.
Pero la configuración atmosférica va más allá porque el anticiclón hace que las masas de aire frío que van a llegar al país estén cargadas de humedad y eso puede traducirse en una cantidad muy considerable de agua y nieve.
Frío, mucho frío. Donde primero se va a notar es en el norte del país. Allí, la semana ha empezado con temperaturas por encima de los 20 grados y va a acabar por debajo de los 10º. De hecho, hay un buen número de ciudades del interior (Burgos, Ávila o Vitoria) que se van a quedar con temperaturas por encima del cero durante el día, pero por poco: eso sí, por la noche, no será raro encontrarnos con zonas a -10º.
El jueves, no obstante, el frío ya va a estar instalado en toda la península y no sería raro que las máximas en el interior acaben igual que las mínimas registradas el lunes o el martes.
¡Nieve! ¡Nieve a las puertas de marzo! A la vez, las lluvias arrancarán el miércoles noche también en el norte y se irán extendiendo junto al frío. Precisamente por eso (y porque vamos a tener frío a todos los niveles de la atmósfera), mucha de esa humedad va a caer en forma de nieve. Hablamos de hasta 60 centímetros en la cornisa cantábrica.
¿La traca final del invierno? Es difícil de saberlo. Desde hace días los meteorológicos están siguiendo de cerca el calentamiento súbito estratosférico que empezó a producirse la semana pasada. El impacto de tipo de grandes disrupciones en la troposfera son difíciles de modelizar. Sobre todo, porque sus efectos se expanden más allá de tres semanas (y predecir a esa distancia temporal es prácticamente imposible).
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