Los microplásticos están, lamentablemente, en cualquier sitio. Y no es raro. Los seres humanos ya hemos creado más de 8.300 millones de toneladas de plástico y el 91% ni se ha reciclado, ni se reciclará jamás. ¿Cómo no va a acabar habiendo partículas en todos lados?
El problema es que eso incluye, no hace falta ni decirlo, el agua que bebemos.
Dándole un nuevo sentido al término ubicuidad. Da igual si es agua del grifo (a nivel mundial, el 83% está contaminada por microfibras de plástico), el agua embotellada (donde, de media, llegan a detectarse 240.000 fragmentos por litro) o incluso cerveza, miel o azúcar: si bebes algo, estás tomando microplásticos.
Un truco sencillísimo. Por eso, cada vez más científicos, están preocupados por encontrar formas sencillas de limitar esas microfibras. Y ahora, unos investigadores de la Universidad Médica de Guangzhou y la Universidad de Jinan han encontrado un sistema sorprendentemente simple de reducir hasta en un 90% las partículas: hervir el agua.
"Esta sencilla estrategia de hervir agua puede 'descontaminar' las partículas de micro y nanoplásticos del agua del grifo doméstica y tiene el potencial de aliviar de forma inofensiva la ingesta humana de dichas partículas a través del consumo de agua", explicaban los investigadores. Y, si se confirma, tienen razón: hervir, filtrar y listo.
Es verdad que el sistema funciona mejor en "aguas duras" porque los minerales presentes en ellas permiten capturar mejor los microplásticos. Sin embargo, siempre según los datos de los autores, también funcionaba bien (los peores resultados mostraban una reducción del 25%).
¿Tiene sentido ponerse a hervir y filtrar agua? Esa es la gran pregunta. "Tenemos suficientes datos sobre la vida silvestre y sobre el impacto que causa en la vida silvestre como para estar preocupados", explicaba a The Guardian Sherri Mason, experta en el tema de la Universidad Estatal de Nueva York.
"Porque, si está afectando a la vida silvestre, ¿cómo no va a estar afectándonos a nosotros?", proseguía. Y la pregunta es digna de consideración: sobre todo, porque aunque sabemos que a corto plazo no presentan problemas significativos, desconocemos totalmente el impacto que a largo plazo puedan tener en la salud.
Las dudas del largo plazo. En este contexto, la idea de hervir el agua antes de enfriarla en botellas de cristal y tomarla parece excesivo. Pero es verdad, que podemos encontrarnos con un futuro cercano en el que este tipo de prácticas se vuelvan más comunes. No está de más disponer de herramientas sacarlos de la ecuación.
Imagen | Noppadon Manadee
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