La imagen que encabeza este texto vale más que mil palabras: España está meteorológicamente aislada de lo que ocurre a su alrededor. Y va a seguir estándolo durante días. Esto no es una curiosidad técnica, es algo que tiene consecuencias en el día a día. Y bastante importantes.
No, no es cosa tuya: hace mucho frío. Las dos últimas semanas de enero han sido más frías de lo habitual para estas fechas del año y eso que el mes había empezado siendo extremadamente continuista con un diciembre muy cálido. Quizás por eso, por comparación, la percepción generalizada es que ha hecho muchísimo frío (aunque, todo hay que decirlo, ni siquiera parece que hayamos estado en 'ola de frío').
La noche más fría. En parte, esto se debe a que, aunque en las últimas semanas hemos visto mínimas bajísimas (con hasta 16 grados bajo cero), solo en los últimos días hemos visto un frío intenso generalizado en todo el territorio. De hecho, la noche más fría del invierno ha sido la del 30 de enero.
Sobre todo, porque más allá de los mínimos (y se ha llegado a registrar -18,2ºC en la provincia de Cuenca), lo que ha caracterizado a estas últimas noches es que en varias provincias (Huesca, Guadalajara, Navarra, etc...) se han registrado temperaturas por debajo de los -10ºC. De hecho, capitales como Soria (-8ºC ) y Teruel (-9ºC) se han acercado mucho a esa "línea roja" y, en el contexto de los últimos años, es algo no tan usual.
Tocar suelo. Todo parece indicar, que salvo algún evento extraordinario, las temperaturas han tocado suelo. Eso no quiere decir que vaya a dejar de hacer frío. Al revés, las heladas nocturnas van a seguir durante toda la semana, pero poco a poco las temperaturas se irán suavizando (y las máximas irán subiendo).
¿Qué está pasando? La pregunta, efectivamente, es qué está pasando. Es decir, ¿por qué tenemos esta situación tan estable y tranquila? La respuesta, aunque no lo parezca, es una vieja conocida: tenemos un anticiclón encajado encima de la Península.
Esto, en verano, es uno de los detonantes del conocido "horno ibérico". Sin embargo, en invierno (con mucha menos incidencia de la luz solar) los resultados son menos dramáticos. No lloverá y, posiblemente, seguirán suavizándose las temperaturas, pero poco más.
Toca hacer recuento y ponernos a planificar los próximos meses. La falta de lluvias es un problema, sí; pero hay que hacer notar que (tras las últimas semanas) los embalses españoles están significativamente mejor que en 2022. Seguimos muy por debajo de la media de los 10 últimos años, pero las cifras permiten empezar a pensar qué vamos a hacer.
Sobre todo, porque El Niño (que, según las últimas previsiones, puede acabar por empujar las temperaturas globales más allá del 1,5ºC) podría disimular los efectos de la sequía en España y hacernos perder un tiempo precioso que necesitamos para reconstruir el sistema hídrico nacional.
Imagen | RAM / ECMWF
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