Convirtiendo el gas en piedras. Así es como un grupo de científicos puede haber encontrado la forma de resolver parcialmente el problema de las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Sí, soy consciente de que suena extraño. Pero según publicó Science ayer este grupo de científicos ha encontrado una forma barata, rápida y segura de atrapar el dióxido de carbono en basalto, el tipo de roca volcánica más común. No quiero lanzar las campanas al vuelo, pero es inevitable preguntarnos si estamos ante uno de los mayores progresos tecnológicos frente al cambio climático.
Basalto y Co2: una pareja insospechada
Nunca hemos sido muy buenos atrapando CO2. O bien lo capturábamos físicamente (en grandes contenedores metálicos) o se inyectaba en rocas de donde el gas no podía escapar aunque estuviera ahí. Por eso, en 2005, los autores del informe del IPCC sobre almacenaje de gases de efecto invernadero urgían a centrar nuestros esfuerzos en "atraparlo químicamente más que físicamente".
Eso es lo que se ha conseguido ahora. Como parte del proyecto CarbFix, los investigadores inyectaron las emisiones de CO2 producidas por una planta eléctrica islandesa dentro de una formación de rocas de basalto. El gas reaccionó con las rocas formando carbonato, un material estable similar a la caliza. Una vez convertido en carbonato el gas sencillamente no puede, por sí solo, volver a la atmósfera.
"Los resultados muestran que entre un 95 y un 98 por ciento del CO2 inyectado se mineraliza en menos de dos años, lo que es increíblemente rápido", explicaba Juerg Matter, el investigador principal del proyecto. De hecho, es muchísimo más rápido de lo que nunca hubiéramos imaginado. Las estimaciones más optimistas hablaban de que el dióxido tardaría unos doce años en mineralizarse. Pero, como decíamos y para sorpresa de todos, las 250 toneladas inyectadas tardaron apenas dos años en solidificarse. Un suspiro en términos geológicos.
Frente a las emisiones cualquier ayuda es bienvenida
"Esta técnica abre la puerta a encerrar enormes cantidades de CO2 de forma segura en un periodo muy corto de tiempo", comentaba otro de los investigadores, Martin Stute. Aunque esto no quiere decir, ni mucho menos, que reducir las emisiones haya dejado de ser la prioridad número uno.
A día de hoy, producimos más de 40 mil millones de toneladas de dióxido de carbono cada año. Contar con herramientas para reducir las emisiones es una enorme noticia para la lucha contra el cambio climático. Pero no por su impacto real, claro. El siguiente paso técnico de los investigadores, es escalar el sistema para conseguir almacenar unas 5.000 toneladas al año. Poco, muy poco. Pero contra el problema de las emisiones cualquier ayuda es bienvenida; sobre todo, si una vez que la técnica empiece a escalar, se inicia una reordenación de las plantas energéticas contaminantes que necesitemos para instalarlas en entornos ricos en basalto.
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