No ha sido ninguna sorpresa, durante años los investigadores han analizado de cerca una enorme grieta que se había formado en la plataforma de hielo Brunt en la Antártida. El resultado de esta grieta se ha visto hecho realidad el pasado 26 de febrero, cuando la grieta llegó a su totalidad separando un gigantesco bloque de hielo de más de mil doscientos kilómetros cuadrados.
El iceberg formado, que ha sido bautizado como A74, tiene un total de 1.270 kilómetros cuadrados según datos satelitales y 150 metros de espesor. Si bien es gigantesco, no es el más grande, en los últimos meses de hecho hemos tenido bien presente al iceberg A67 y cómo ha navegado y se ha desintegrado en el sur del Océano Atlántico.
Los investigadores del British Antartic Survey han analizado de cerca este nuevo iceberg y su evolución. Si bien se puede predecir parte de sus acciones, al ser un elemento flotante y dependiente de las corrientes marinas, no tienen claro del todo qué va a pasar con él. Puede quedarse encallado o por lo contrario puede comenzar a navegar alejándose de la plataforma de hielo.
En noviembre del año pasado apareció por primera vez la enorme grieta que ha causado el nacimiento del iceberg. Desde entonces ha sido analizada para ver si finalmente se separaba del todo. Según British Antartic Survey, algunos días la grieta se alargaba hasta un kilómetro de longitud. Recientemente grabaron una vista aérea de la enorme falla:
Sobrevivir en una plataforma de hielo hecha añicos
Aunque el nacimiento del iceberg puede parecer preocupante, no fue inesperado. Las grietas han estado apareciendo en la plataforma de hielo Brunt desde hace años. Es una plataforma que, como muchas otras en la Antártida, se está haciendo añicos. Los movimientos de estos trozos de hielo son imprevisibles, por lo que es mejor vigilarlos de cerca, especialmente si hay humanos cerca.
¿Hay humanos cerca? Los hay. Precisamente en la plataforma de hielo Brunt se encuentra la base de investigación científica de British Antartic Survey. En los últimos años los investigadores británicos decidieron tomar precauciones. Es por ello que movieron la base un total de 32 kilómetros adentro para alejarse de la grieta.
Las bases de investigación en la Antártida generalmente son módulos fáciles de transportar gracias a las patas con esquís que tienen. Con un tractor y a modo de remolque la base fue trasladada a un lugar más estable en 2016. Según British Antartic Survey, supervisan la plataforma constantemente con datos satelitales de la NASA y la ESA, así como con instrumentos GPS colocados en diferentes puntos del área. Con todos estos datos pueden saber con mayor seguridad si es momento de moverse antes de quedarse flotando en mitad del océano.
Vía | LiveScience
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