Hemos tenido el marzo más caluroso de lo que llevamos de siglo. Abril va camino de convertirse en el más seco desde que hay registros. Mientras tanto, una enorme masa de aire cálido va a llevar las temperaturas del país a niveles propios de julio. Y, pese a todo, eso no es ni remotamente lo peor.
Lo peor es que el campo español está al borde del colapso y, muy especialmente, el olivo. Porque, como respuesta a este tiempo enloquecido, la floración del olivo se ha adelantado en el sur de España y eso, con un calor tan "extremadamente anómalo", solo puede significar una cosa: la desaparición de la mayor parte de la cosecha.
Hablemos (de lo que queda) del olivo. Lo cierto es que "el olivo puede aguantar temperaturas muy altas, pero siempre que esté hidratado". Pero no, no lo está. Y es que, aunque los árboles no tengan mal aspecto ("porque llovió en diciembre"), la mayor parte del olivar meridional encara la floración sin humedad.
Es decir, encara la floración en un estado de debilidad terrible. En "una situación de estrés hídrico tremendo como la de ahora, con las raíces totalmente vacías de agua, lógicamente el árbol abortará el fruto”, explicaba Juan Luis Ávila, responsable del sector del aceite de oliva de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).
En la misma línea, el ingeniero agrónomo Juan Casado explicaba a NIUS que "el problema para la planta es que venimos de muchos meses sin que llueva prácticamente nada, donde la otoñada fue muy tardía y el olivo no ha terminado de reponerse bien de su reserva hídrica para afrontar estas altas temperaturas”.
"El secano [ya] está perdido". O, al menos, Ávila lo da por perdido mientras "en el regadío estamos intentando regar como podemos, lo mínimo, porque luego tenemos que pasar los meses de junio, julio, agosto y septiembre". Puede parecer la queja recurrente de los agricultores en verano, pero su nos vamos a los datos vemos que "la dotación de agua es de 400 metros cúbicos" cuando lo normal suele estar en torno a los 1.500.
Y eso tiene consecuencias. La primera es que como resultado de la pésima cosecha del año pasado y el repunte de los precios, las ventas han caído un 22,78% con respecto al primer trimestre de 2022.
De hecho, tras meses mezclando aceites de diversas calidades para contener el precio, parece que los envasadores ya están combinando aceites de distinto tipo: las mezclas de oliva y girasol pueden costar hasta dos euros menos por litro que su equivalente 100% de oliva. Esta práctica está prohibida en España. Pero como denuncia la Unión de Pequeños Agricultores, se puede realizar en otro país comunitario y, posteriormente, traer la mezcla al país. De hecho, se está haciendo.
¿Qué se puede hacer? Casi nada. Hace unos días, el agricultor y consultor agrícola Daniel Trenado decía en LaSexta que "vamos a tener un gran problema con el grano, tendremos que traerlo de otros países". Y en el caso del cereal es posible hacerlo. Será un drama para los agricultores y las industrias asociadas ("todas las empresas de servicios, cosechadoras, venta de abonos, fitosanitarios, almacenistas del grano, transformadores..."), pero es posible.
De hecho, China acaba de cancelar un pedido de maíz estadounidense de 327.000 tonaledas esperando a que el precio baje. Es decir, a nivel global, no hay escasez a la vista. El problema es que con el aceite de oliva no se puede hacer lo mismo: España es el mayor productor y exportador mundial de aceite de oliva.
El fin de la cultura del aceite cada vez más cerca. Si revisamos los datos, el consumo de aceite de oliva ha ido cayendo año tras año en la última década. Es cierto que, aunque ha sido un tema muy estudiado, nadie tiene muy claro cuáles son los factores sociodemográficos que están detrás, pero un boom de los precios como el que vamos a vivir no augura nada bueno.
En Xataka | Crónica de una catástrofe anunciada: por qué el aceite vale 114% más que ahce dos años
Imagen | Achim Ruhnau
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