Los mapaches llegaron a España como mascotas. Ahora se han convertido en un dolor de cabeza para la cornisa cantábrica

Estos mamíferos se han convertido en una especie exótica invasora desde la costa cantábrica hasta el Doñana

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Si pensamos en especies exóticas invasoras es poco probable que el mapache sea el primer animal que se nos venga a la cabeza. Quizás por estar acostumbrados a verlos en series y películas norteamericanas, quizás porque raras veces pensamos en mamíferos cuando hablamos de este tipo de especies.

Nuevo avistamiento. Pero el mapache va camino de convertirse en uno más de la fauna ibérica, especialmente en el norte de la Península. Un nuevo avistamiento en la localidad costera de Lekeitio (Bizkaia) se ha convertido en recordatorio de la presencia de este animal en el área.

Los avistamientos de este animal no son muy frecuentes pero al menos durante los últimos años el goteo ha sido constante. Hace unos meses la prensa local informaba de que ya eran 23 los mapaches capturados por la Diputación Foral de Bizkaia en los últimos cuatro años.

Pero el problema no es exclusivo del territorio: desde el valle del Miño hasta Mutriku (Gipuzkoa) estos avistamientos se han extendido por toda la costa cantábrica. Más allá del tercio norte, esta especie también ha sido detectada en la Comunidad de Madrid, en la costa del Mediterráneo (también en Baleares) y en el Parque Nacional del Doñana.

El mapache. El El mapache o mapache boreal (Procyon lotor) es un mamífero carnívoro (omnívoro generalista y oportunista) de la familia de los prociónidos (Procyonidae). Se trata de un animal originario de Norteamérica y suele medir entre 60 centímetros y un metro y puede alcanzar los 16 kg de peso.

Se distinguen por las manchas oscuras alrededor de los ojos que recuerdan a un antifaz y por su cola anillada que alterna bandas oscuras y claras. Su aspecto es semejante al del perro mapache o mapache japonés (Nyctereutes procyonoides), aunque taxonómicamente se trata de especies relativamente alejadas. También muestra algunas semejanzas con el tejón (Meles meles).

Su nombre científico se lo debe a un curioso hábito: el de remojar su comida antes de alimentarse como si la estuviera lavando. A veces recibe el nombre de “oso lavador” y “lotor” puede traducirse como “que lava”.

Un riesgo para la fauna. Se cree que esta especie llegó a la península como mascota y que fue a partir de estas que la especie comenzó a extenderse. La gran capacidad de adaptación de este animal hizo el resto.

La proliferación de la especie genera varios problemas. El primero de corte ecológico: en su dieta se encuentran varias aves y sus huevos por lo que resulta un peligro en zonas de anidación. También compite por el alimento con especies nativas como el zorro o el tejón.

Desde la perspectiva humana, además de los impactos económicos sobre agricultura y ganadería este animal puede generar también un riesgo sanitario. Es transmisor de enfermedades como la rabia y puede transmitir también parásitos. Se trata, además, de un animal agresivo, convirtiéndolo en un riesgo en sí mismo.

Uno más en el catálogo. La vigilancia de especies invasoras es una preocupación más de quienes trabajan en la protección del entorno. Una no exenta de polémica: existe cierto debate sobre cómo debe ser realizada esta tarea.

Existen especies, por ejemplo, cuya introducción en un nuevo entorno ha resultado en impactos netos positivos, a veces por sustituir a otras especies desaparecidas en su nicho ecológico, a veces por generar impactos económicos positivos sin afectar negativamente al entorno.

Más allá de casos particulares, existe también debate sobre si una especie capaz de proliferar en un entorno que no sea el suyo es realmente invasora o si solo está ocupando un espacio al que está adaptada biológicamente.

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Imagen | BS Thurner Hof / Ben Bender

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