Hace cuatro años descubrimos un parásito capaz de vivir sin oxígeno, es solo la punta del iceberg

Las pruebas de la existencia de este tipo de organismos se remontan 10 años atrás, aunque este sea el primer caso confirmado

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Recientemente ha vuelto a la actualidad informativa un pequeño organismo, un parásito del salmón llamado Henneguya salminicola. El motivo es que este ser vivo, que ha sido descrito como el primer animal que puede vivir sin oxígeno y, aunque es un hallazgo importante, la historia cuenta con algunos matices importantes.

Un hallazgo no tan reciente. Hace cuatro años, un equipo de investigadores anunciaba el hallazgo de un organismo que no necesitaba de oxígeno para sobrevivir. H. salminicola era un parásito del salmón perteneciente a la filo de los cnidarios (Cnidaria), el cual engloba a medusas y otros organismos similares.

El hallazgo, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), tenía el potencial de hacernos replantear algunas de nuestras concepciones clave sobre estos y otros animales. Desde entonces hemos ido descubriendo que, quizás, este curioso organismo podría no ser tan extraño como a veces se indica.

Sin mitocondrias. Este La clave del hallazgo estaba en el hecho de que H. salminicola carecía de genoma mitocondrial, lo que implica que no solo no necesita respirar, sino que es capaz de vivir una existencia al margen de este gas. Nuestra dependencia del oxígeno comenzó hace unos 1.450 millones de años, cuando una célula arquea “engulló” y asimiló una bacteria. Estos dos organismos se hicieron uno, la bacteria como orgánulo de la arquea.

Esta unión dio pie a la evolución de las células complejas ya que este nuevo orgánulo, la mitocondria, dotaba a la célula de una nueva fuente de energía. Nacieron así las células eucariotas, que no solo contaban con una mitocondria sino también con un nuevo núcleo en el que alojar su código genético (o al menos la mayor parte de él).

Las mitocondrias son las encargadas de “romper” las moléculas de oxígeno y producir adenosín trifosfato (ATP), una molécula que a su vez permite al resto de la célula obtener la energía necesaria para funcionar adecuadamente.

Una excepción, ¿entre otras? Hace unos meses, el que fuera Catedrático de Biología Animal de la Universidad de Málaga, Ramón Muñoz-Chápuli Oriol, incidía en un artículo para The Conversation en algunos aspectos importantes a la hora de interpretar este hallazgo. Especialmente en uno: quizás este no sea el único organismo conocido que puede vivir sin recurrir al oxígeno.

Existen otros candidatos conocidos, el matiz es que solo en el caso de H. salminicola tenemos pruebas de que se trata, efectivamente, de un organismo complejo pero anaeróbico. Los principales candidatos a esto son los loricíferos de la cuenca de L'Atalante.

L'Atalante, es un lago hipersalino submarino situado en el Mediterráneo. Estos lagos son lugares hostiles a la vida en los que solo pueden campar a sus anchas microorganismos extremófilos como algunas bacterias. Estos lagos carecen de oxígeno porque su agua es tan salina que no se mezcla con el agua de su entorno. El agua del mar requiere de estas mezclas para oxigenarse ya que este oxígeno suele producirse (generalmente) en las capas superiores donde algas y cianobacterias lo expulsan como remanente de la fotosíntesis.

Tres loricíferos. El motivo por el que no sabemos si las tres especies de loricíferos descubiertas en L’Atalante viven exentos de oxígeno es porque existen algunas dudas sobre si fueron hallados en un ambiente realmente anóxico. Sí sabemos, sin embargo, que al igual que H. salminicola las células de estos animales carecen de mitocondria.

En su lugar cuentan con unos orgánulos similares, probablemente evoluciones más simples de la mitocondria. En el caso de H. salminicola, se sospecha que la evolución llevó a este “pariente” de las medusas a simplificar el funcionamiento de su mitocondria al poder extraer la energía que requería de la bioquímica del salmón, el huésped al que parasita.

Los loricíferos de L’Atalante pueden servirnos para comprender los mecanismos empleados por otros posibles animales anóxicos. Según explicaba Muñoz-Chápuli Oriol en su artículo, estos animales “utilizan protones en lugar de oxígeno como aceptores de electrones para generar hidrógeno molecular y ATP”.

Catalogando lo inclasificable. La naturaleza escapa con gran facilidad a nuestros intentos de catalogarla. Los matices que hacen a cada especie única pueden dificultar nuestra tarea de determinar cuál es la primera especie descubierta en un género o qué otra especie excede en otro sentido.

Interés persistente. A menudo los estudios dan de qué hablar años después de su aparición. Entender cómo evolucionan las especies para adaptarse a entornos particulares es un saber importante de cara a descifrar la naturaleza de la vida en nuestro planeta, por lo que es lógico que genere interés.

Por si entender la evolución de la vida en nuestro planeta fuera poco, comprender las formas de vida que aparentan desafiar las nociones más básicas de la vida en nuestro planeta nos permiten también adaptarnos, por ejemplo, para la búsqueda de vida en otros lugares del universo.

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Imagen | Lophelia II 2010 Expedition, NOAA-OER/BOEMRE / Danovaro, Dell'Anno, et al. (2010)

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