España vuelve a pintarse de rojo. Poco a poco, a lo largo de la semana, las temperaturas van a ir escalando hasta alcanzar valores propios de lo más intenso del verano y, sí, aún estamos a mitad de junio. Ya decíamos que la temporada iba a ser dura y aquí tenemos la primera muestra: los termómetros superarán los 40 grados en el sur, el centro va a tener anomalías por encima de cinco grados de lo habitual y, en general, la península va a convertirse en un horno de leña. Otra vez.
El 'horno ibérico' se reactiva. La península ibérica tiene unas características geográficas muy concretas que facilitan, con determinadas condiciones meteorológicas, los procesos de "producción de calor" muy intensos. Cosas como la falta de nubosidad, el alto número de horas de sol, la estabilidad atmosférica (que hace que el calor quede atrapado e impide que se distribuya) y la falta de viento son algunos de los factores que dispara el calor en grandes regiones del país.
El culpable se llama Alex. La clave de todo este despropósito de temperaturas es un ciclón tropical y no es casualidad. La temporada de huracanes acaba de empezar y la primera tormenta tropical, Alex, ha resultado ser la más fuerte desde 2016. Esto es lo que "rompe" con las dinámicas atmosféricas usuales y enchufa aires más cálidos de lo normal (entre 5 y 10 grados). Pero, también, es lo que hace que nos temamos un verano movidito. Pero vayamos por partes.
¿Por qué nos llegan ciclones y qué tienen que ver con los huracanes? En el Atlántico norte, las tormentas más potentes empiecen a formarse cerca de las costas de Cabo Verde y son empujadas por los vientos alisios hasta llegar al Caribe, el Golfo de México y las zonas aledañas. Es ahí, donde las aguas cálidas (por encima de los 26 grados) y las profundidades adecuadas, permiten que las tormentas escalen hasta convertirse en huracanes.
A partir de ahí, los huracanes suben la costa este de Estados Unidos y, empujados por la corriente del golfo, "vuelven" hacia Europa. A Europa suelen llegar muy debilitados y, aunque tenemos muchos ejemplos de vientos huracanados, su impacto usual viene de la manera en que interfieren con las dinámicas atmosféricas habituales en el continente.
En este sentido, una vez que Alex dejó atrás América, el ciclón se dirigió directo a la región oceánica que hay entre Islandia y las Islas Británicas. Llegará el viernes de esta semana y, por el camino, empujará la dorsal anticiclónica hacia Europa. Algo que, traducido a lenguaje común, significa "aire caliente, días soleados y poquísimo viento": es decir, "horno ibérico" y calor, mucho calor.
¿Lo peor está por llegar? Esa es la gran pregunta que se hacen los investigadores porque, con todas las diferencias que queramos señalar (y es que la temporada de 2016 se adelantó cinco meses y fue la más larga desde 1938), la virulencia de 'Alex' hace que nos preguntemos si como ocurrió en aquella temporada lo peor está por llegar. Aún es pronto para saberlo, pero la mosca está ya detrás de la oreja.
Los modelos se van cumpliendo... y eso es una malísima noticia. Por ahora, se confirman los modelos que señalan que la dorsal anticiclónica se mantendrá fuerte en latitudes medias y altas. Esto, como decíamos, provocará muchas horas de sol y ausencia de viento: es decir, el llamado "horno ibérico" estará a pleno rendimiento generando cantidades ingentes de calor.
De nuevo, estamos ante un problema de fondo. Las olas de calor aumentarán la presión sobre los sistemas sanitarios y causarán muertes, sí; pero además podrán en problemas el sistema hídrico nacional. Un sistema que, recordemos, lleva desde 2014 en una situación muy complicada. Si los modelos se cumple, el verano será intenso, sí; pero el otoño y el invierno serán un desastre.
Y no es una forma de hablar. Durante los próximos meses, todos los expertos van a estar con los ojos centrados en los pantanos. Solo hay que mirar la gráfica superior para entenderlo. Pese a que esta primavera hemos tenido meses muy húmedos, los niveles de agua embalsada están bajísimos. Da igual si lo comparamos con 2021, 2020 o con la media de los últimos 10 años. Si el verano es como señalan los modelos, empezaremos la temporada hídrica en otoño bajo mínimos históricos. Tendremos las restricciones de agua llamando a la puerta y no tenemos un plan para solucionarlo.
Imagen | Daniel Gonzalez/GTRES
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