Aunque es uno de los retos más importantes de la humanidad, siempre que hablamos de cambio climático o calentamiento global estalla la polémica. ¿Qué causa en realidad el calentamiento global? ¿Es un proceso natural del planeta? ¿Es un fenómeno provocado por el ser humano?
Hoy hemos decidido irnos a los datos y, con la ayuda de la NASA, podemos ver las causas con nuestros propios ojos y sacar algunas conclusiones.
Empecemos por lo básico, ¿De verdad hace más temperatura de lo normal?
La respuesta depende de lo que definamos como normal. Usualmente, los científicos toman como referencia los últimos ciento cincuenta años porque fue entonces cuando empezamos a registrar las temperaturas de forma sistemática. Como podéis ver, desde mitad del siglo XIX las temperaturas han ido subiendo progresivamente. Mucho más y más rápido en los últimos treinta o cuarenta años.
Eso no quiere decir que la Tierra no haya estado "más caliente" en otros momentos históricos. Nuestro planeta ha sufrido periodos muy cálidos y edades de hielo sin necesidad de la ayuda del ser humano. ¿Por qué este calentamiento global iba a ser distinto? ¿No será cosa de la naturaleza?
Por ejemplo, ¿No será una cuestión de la órbita terrestre?
Si repasamos los posibles factores naturales que están detrás del cambio climático, la primera opción que se nos ocurre es la órbita terrestre y las oscilaciones sobre su propio eje. En este tema hemos avanzado mucho en los últimos años.
Según creemos, estos cambios pueden afectar al clima de la tierra y son uno de los motivos que han conducido las sucesivas edades del hielo. El problema es que si miramos el efecto que han tenido las oscilaciones sobre la temperatura durante los últimos 125 años, nos damos cuenta de que ha sido casi despreciable.
¿Y el Sol?
Hace unos meses explicábamos que el sol, y sus ciclos de actividad, también tenían un impacto muy importante en las temperaturas del planeta. Se habla incluso de que estamos a las puertas de una nueva edad de hielo. Por eso, también es un buen candidato para estar impulsando los cambios globales en las temperaturas. En este caso, sí se puede ver algún efecto, pero demasiado pequeño como para explicar el cambio climático en el que estamos.
¿Volcanes?
Descartadas las causas 'astronómicas', ¿Qué tal los volcanes? Sabemos que en 1816 no hubo verano. A una histórica caída de la actividad solar, se le sumó la erupción del monte Tambora en Indonesia. Se dice que fue la erupción más grande en 1300 años y la temperatura mundial cambió de manera inesperada.
¿Es posible que la actividad volcánica (o la falta de esta) sea la que está impulsando el calentamiento? Los datos sugieren que no. No sólo porque la actividad volcánica ha emitido del orden de cien veces menos CO2 a la atmósfera que la industrialización, sino porque el poder disruptivo de los volcanes es a corto plazo y no explica la tendencia sostenida.
¿Las tres a la vez? ¿Todos los factores naturales a la vez?
La última posibilidad que nos queda es combinar las tres causas. Tampoco es razonable pensar que sea solo un factor el que impulse un cambio climático de estas dimensiones, ¿qué pasa si agregamos los efectos de los factores naturales de los que hemos hablado? Que no podemos explicar el calentamiento global. Necesitamos algo más.
¿La deforestación?
Los seres humanos estamos siendo capaces de hacer una cosa y la contraria. En los últimos años, hay más árboles en la Tierra a la vez que la desertificación avanzaba sin parar. A día de hoy, podemos decir que ya no existen entornos naturales completamente vírgenes. ¿Es posible que estos cambios que hemos provocado en el cambio del uso de la Tierra estén detrás del calentamiento global? Pues no. Según los modelos, tampoco parece que este sea un factor clave.
¿El ozono?
El ozono. Este, aunque pueda parecernos sorprendente, sí es un buen candidato. Llevamos décadas escuchando hablar del ozono como el "chico bueno de la ecología" porque, con su capa, nos protege del sol. Pero, aunque es menos conocido, el ozono también tiene un lado oscuro negativo.
Cuando aparece cerca de la superficie, el ozono es un agente contaminante y puede hacer que aumenten las temperaturas. ¿Puede ser el culpable que buscábamos? Desafortunadamente, los datos tampoco nos dan pie a usarlo como cabeza de turco.
¿Aerosoles?
Para que la búsqueda tenga sentido, no sólo hemos de buscar a los culpables: los cómplices y encubridores también cuentan. No todos los gases que lanzamos a la atmósfera hacen subir las temperaturas. Ciertos aerosoles (como los aerosoles de sulfatos) pueden enfriar el planeta.
Aunque los efectos cambian dependiendo de la localización climática, en términos generales, y según los expertos, las emisiones que hacemos de estos aerosoles deben de aparecer en nuestros cálculos. Al fin y al cabo, la reducción de temperatura que producen, puede ayudar a enmascarar al verdadero culpable. ¿Que por qué no los usamos para combatir el cambio climático en sí mismo? Por un pequeño efecto secundario, producen lluvia ácida.
¡Los gases de efecto invernadero!
Ajá. Aquí lo tenemos. Los niveles de CO2 son un 40% más altos que en 1750 y no son los únicos gases invernadero que están creciendo. Las series temporales muestran una correlación muy fuerte entre el aumento de gases invernadero y la subida de las temperaturas. Todo parece indicar que tenemos al culpable.
Si juntamos todos los factores humanos...
La verdad es que, si agregamos todos los factores humanos, el dibujo que nos queda es sorprendentemente preciso. Está claro, una vez más, que la principal fuerza impulsora del calentamiento global es la actividad humana. O, al menos, eso es lo que nos dicen los datos.
La imagen completa
Pero, como decíamos antes, el calentamiento global es demasiado complejo como para culpar solo a los gases invernadero o a la actividad humana. En realidad, todos los factores que hemos repasado tienen un papel a la hora de estudiar qué está causando el cambio climático.
Y es seguro que aún quedan muchas cosas por descubrir y muchos factores por identificar. El cambio climático es uno de los retos más importantes de la humanidad, un problema complejo como pocos y un impacto real en nuestras vidas. No conviene hacernos trampas a nosotros mismos.
Imágenes | NASA
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