Las mares vivas de esta semana estarán entre las más intensas que se recuerdan en el Cantábrico. Esto es lo que podemos esperar

La marea podría superar los cinco metros en el Cantábrico occidental

Castro Urdiales
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La costa del Cantábrico se enfrenta a un nuevo episodio de mareas vivas. Estas mareas de gran altura se producen de forma ocasional y, en función de la meteorología, pueden causar inundaciones en zonas costeras y en las riberas de las rías.

Más de cinco metros. La altura de la marea podría superar mañana jueves los cinco metros en algunas zonas de la costa del Cantábrico según las previsiones de la Autoridad Portuaria de Santander y del Centro de Investigación Marina y Alimentaria del País Vasco (AZTI). Es precisamente en Cantabria y Euskadi donde se espera que las mareas vivas sean de mayor intensidad.

El fenómeno afecta desde ayer al litoral costero y se prolongará hasta el viernes, pero será mañana cuando las mareas alcancen su pico de intensidad: la Autoridad Portuaria de Santander prevé que la pleamar del jueves de las 18:15 (hora peninsular) alcance los 5,27 metros. Las pleamares más intensas serán las vespertinas, entre las 17:00 y las 20:00.

Aviso amarillo. En Euskadi, la Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología del Gobierno Vasco anunciaba la activación de avisos amarillos durante las tardes de hoy miércoles y mañana jueves. En Cantabria, el Instituto de Hidráulica Ambiental rebajaba el lunes su previsión sobre el riesgo que supondrían las mareas vivas de esta semana.

La Luna y las mareas. Las mareas vivas no son otra cosa que mareas de singular intensidad. Las mareas son causadas por la atracción gravitatoria de la Luna, aunque pueden estar influidas en menor medida por otros factores como la gravedad del Sol o las condiciones meteorológicas.

Para comprender las mareas vivas conviene entender cómo la gravedad afecta a nuestros mares. El “tirón” gravitatorio de que la Luna ejerce sobre nuestro planeta hace que este tienda a deformarse hacia una forma de esferoide prolato, la forma de un balón de rugby.

Esto se debe a que la fuerza ejercida es proporcional a la distancia: la parte más cercana a la Luna se acerca más a la Luna, mientras que la más alejada se acerca menos. Esta fuerza no es lo suficientemente intensa como para causar cambios notables en la litosfera (la parte rocosa del planeta), pero sí en fluidos como los océanos.

Mareas vivas. La Luna es la principal causante de las mareas, no es la única. El tirón gravitatorio del Sol también ejerce su influencia sobre estas. Las mareas vivas se producen cuando los respectivos tirones gravitatorios del Sol y la Luna se alinean. Por eso, el fenómeno está asociado a las Lunas nuevas y las Lunas llenas.

Según explica AZTI, aunque las mareas vivas se produzcan al menos una vez el mes, las épocas de grandes mareas vivas se dan entre septiembre y octubre, y entre febrero y marzo, coincidiendo con los equinoccios de primavera y otoño.

Superluna llena. Si las mareas vivas son de especial intensidad en esta ocasión tiene que ver por la conjunción de otros factores. Por ejemplo, el perigeo lunar. El perigeo es el momento en el que un cuerpo realiza su máximo acercamiento a la Tierra, en el caso de la Luna.

Cuando el perigeo lunar coincide con la fase de Luna llena se habla de una Superluna llena, como la que vivimos anoche. Una Superluna que coincidió con un eclipse lunar, hecho que de nuevo nos indica la alineación entre el Sol, nuestro planeta y la Luna.

La meteorología, también relevante. Según señala AZTI, el factor astronómico representa alrededor del 95% de la intensidad de una marea. Sin embargo hay otros factores no directamente asociados al movimiento de los astros que también afectan a la altura que pueda alcanzar el mar.

Especialmente factores meteorológicos como la presión atmosférica, la temperatura del mar o la dirección e intensidad del viento. Estos factores además afectan al riesgo que implican estos fenómenos: la conjunción de episodios de lluvias intensas y mareas altas puede implicar un mayor riesgo de inundación en zonas costeras y, en especial, en los estuarios fluviales.

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Imagen | JavierAlamo

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