"Desde la posguerra nunca se había dado una situación así", decía en RTVE Paride Antoline, el presidente de la Orden de Geólogos de Emilia Romaña. Las cifras empiezan a darle la razón: al menos nueve personas han muerto, varias han desaparecido y alrededor de 13.000 han tenido que ser evacuadas por las inundaciones que acaban de sufrir varias regiones del norte de Italia.
Inundaciones históricas. El temporal, que llevaba varios días siendo monitorizado y objeto de alarma, ha desbordado 14 ríos y ha provocado inundaciones generalizadas en más de 30 municipios. Han sido unas precipitaciones realmente excepcionales, pero que llegan en un contexto muy determinado.
En términos generales, Italia (como España, como el resto de Europa) también sufría una sequía bastante profunda. Sin embargo, desde hace un par de semanas eso ha cambiado de forma radical. En mayo las precipitaciones están muy por encima de lo normal. "Hay puntos en los que ya se superan los 500 l/m² en lo que llevamos de mes. Es lo que de media suele caer en unos 7-8 meses", explicaba Samuel Biener en Meteored.
Es decir, el sistema hídrico ya estaba muy cargado justo cuando la DANA rompió sobre Italia. Lo demás es un drama.
¿Puede pasar esto en España? A corto plazo, no. De la misma forma que los meteorólogos italianos llevan días avisando de la llegada de esta masa de aire (y de la excepcionalidad de las lluvias que podía traer); los modelos hablan de tormentas y chubascos en la España peninsular, pero nada excepcional. Al contrario, lo que estamos viendo es que, en cierta forma, estamos recuperando los patrones 'normales' de la primavera en el país.
A largo plazo, sin embargo, es otra cuestión.
El cambio climático, amigo. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) lleva años insistiendo que los "desastres relacionados con el clima" han aumentado desde los años 70. Contando fenómenos meteorológicos, climáticos e hídricos extremos, podemos decir que en los años 80 se registraron 1.400 incidentes mientras que, en durante la última, se rozaron los 3.200.
La OMM tiene claro que parte de este aumento se debe a que ahora somos capaces de identificarlos mejor que antes. No obstante, insiste en que el otro factor clave es "la influencia de la humanidad en el clima, el calentamiento de los océanos o las olas de calor". Es decir, como señalaba el Consejo Asesor Científico de las Academias Europeas en un informe de hace unos años todo parece indicar que los eventos meteorológicos extremos van a ser más frecuentes. Es decir, deberíamos empezar a preparanos.
Por suerte, lo estamos haciendo. Quizás no a la velocidad que nos gustaría, pero los datos son claros. Durante esas mismas décadas en las que crecía el número de desastres se ha producido un descenso muy importante en el número de víctimas.
Y, sin embargo, siempre nos pillan con el pie cambiado. Porque, aunque las DANAs o Gotas Frías son algo que se repite muchas veces a lo largo del año, siempre hay una que acaba provocando lluvias torrenciales (y un colapso generalizado) en el este de la Península. ¿Cómo es posible?
Pues porque, como nos recordaba Emilio Rey, director de DigitalMeteo, pese a que son fenómenos recurrentes, "la gente tiene una memoria meteorológica muy corta". Ciudadanos y administraciones "piensan que no va a volver a pasarles a ellos hasta que ya no hay vuelta atrás".
El ejemplo más claro son los ríos y torrentes. "No se puede construir en cauces", decía Rey. "Además hay que tenerlos limpios y esto supone un esfuerzo que a lo mejor tienes que hacer en julio o en agosto, o cada tres meses". Pero no se hace. Ni en España, ni en Italia. Y sin planes a largo plazo, solo queda esperar a lo inevitable.
¿Qué podemos aprender de Italia? Que el gran evento meteorológico (con cambio climático o sin él) está siempre por llegar. Y, precisamente por eso, tenemos que encarar la construcción de nuestras sociedades y nuestras infraestructuras con esto en mente. No es fácil, pero la alternativa (como estamos viendo en Italia) tampoco lo es.
Imagen | DPC Gov
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