Alemania está decidida a afianzarse como el bastión europeo de la fabricación de semiconductores. La crisis económica en la que está sumido este país centroeuropeo ha arrojado dudas acerca de su capacidad actual para asumir las inversiones que necesariamente debe acometer, pero los portavoces de la Administración llevan meses declarando que lo tienen todo bajo control. Michael Kellner, el secretario de Estado para Asuntos Económicos, ha saltado a la palestra con el propósito de calmar los ánimos.
"Las inversiones que requieren los proyectos de transformación están garantizadas. Con estos fondos aseguraremos nuestra capacidad económica futura. Esta estrategia beneficiará a todo el país, a todas las personas, especialmente a la clase media", declaró Kellner en diciembre de 2023. La Administración germana ha confirmado que dedicará 22.000 millones de dólares a la entrega de incentivos directos a los fabricantes de chips, entre los que se encuentran Intel y TSMC. Sin embargo, el Gobierno de Magdeburgo, que es la localidad en la que se situará la planta de Intel, teme que finalmente el proyecto se vaya al garete.
Los temores del Gobierno local están más que justificados
Intel está atravesando un mal momento. Una etapa repleta de baches económicos. Hace apenas unos días esta compañía estadounidense anunció que despedirá alrededor de 10.000 trabajadores, lo que equivale a un 15% de su plantilla. Además, suspenderá el pago de dividendos a los accionistas a partir del cuarto trimestre de este año en una evidente medida de reducción de los gastos. Este mal momento ha sido desencadenado por varias causas, pero algunas de las más evidentes son su pérdida de liderazgo tecnológico, su lenta adaptación al auge de la inteligencia artificial o la caída del mercado del PC.
La difícil situación que objetivamente atraviesa Intel la ha llevado a cancelar varias inversiones en Italia y Francia
La difícil situación que objetivamente atraviesa esta compañía la ha llevado a cancelar varias inversiones en Italia y Francia. Esto ha provocado que el Gobierno del Estado Federado de Sajonia-Anhalt (Alemania) se muestre muy preocupado por la posibilidad de que el difícil momento económico que atraviesa Intel la lleve a cancelar su inversión en la planta de Magdeburgo. Por el momento los directivos de la compañía no han declarado nada, y el hecho de que las dos fábricas planificadas para esta ciudad se encuentren en las primeras etapas del proceso de construcción no representa un obstáculo a la hora de cancelar el proyecto.
Intel no es la única compañía que va a invertir en la planta de semiconductores de Magdeburgo, pero su respaldo económico es esencial para sacar adelante el proyecto. Además, Pat Gelsinger prometió que esta fábrica estaría capacitada para producir circuitos integrados de vanguardia empleando litografías punteras más allá de los 2 nm. Y a Europa tener este tipo de plantas de semiconductores le viene de maravilla. De hecho, el Viejo Continente se ha marcado como meta a medio plazo producir el 20% de los circuitos integrados del mercado mundial en 2030, y la Ley Europea de Chips movilizará 43.000 millones de euros entre inversión pública y privada para lograrlo.
Además, a principios de junio de 2023 la Comisión Europea aprobó el proyecto IPCEI ME/CT, una iniciativa en la que intervienen catorce países europeos, entre los que se encuentra España, y que movilizará 8.100 millones de euros en financiación pública para fomentar la investigación, la innovación y el desarrollo en materia de semiconductores y comunicaciones. Sea como sea Europa necesita que las fábricas de Intel y TSMC en Alemania salgan adelante. De lo contrario su ambicioso plan para poner al Viejo Continente en el mapa de los circuitos integrados se irá al garete y perderá un tren en el que EEUU, Taiwán, Japón, Corea del Sur y otros países asiáticos viajan cómodamente desde hace varios años.
Imagen | Intel
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