Los altavoces inteligentes de la compañía han acabado convirtiéndose en un problema: no son rentables
En Amazon no salen las cuentas. Han vendido cientos de millones de dispositivos —altavoces Echo, Fire TV Sticks— pero por el camino se han dejado miles de millones de dólares. El componente fundamental de esa estrategia, Alexa, no ha resultado ser la fuente de ingresos que creían que podría ser, y ahora Andy Jassy y su equipo busca soluciones.
Lo cuentan en WSJ, donde se revela que una portavoz de Amazon confirmaba que en efecto había cientos de millones de dispositivos, y que para ellos eso era "la mejor medida del éxito". Sin embargo los datos recolectados por el diario indican que entre 2017 y 2021 Amazon ha perdido más de 25.000 millones de dólares. Las pérdidas anteriores o posteriores a ese periodo, si se han producido, no se conocen.
Los Echo y los Fire TV han tratado de seguir un modelo conocido: el de venderlos perdiendo dinero, para luego recuperar esa parte y obtener beneficios a partir de servicios y productos comprados desde esos dispositivos. Es lo que Amazon logró con los Kindle —se compran libros electrónicos— o lo que las Xbox Series X/S y las PS5 también hacen al amortizarse mediante la venta de juegos o suscripciones.
Dave Limp, antiguo directivo de la compañía, indicó en 2019 que "no tenemos que ganar dinero cuando te vendemos el producto. En lugar de eso, ganamos dinero cuando acabas usando el producto".
Pero en la división de dispositivos de Amazon las cosas no han funcionado. Se suponía que Alexa iba a ser una revolución en la forma en la que nos relacionábamos con la tecnología.
Sus Skills —pequeñas miniaplicaciones que adaptaban el asistente a ciertos escenarios— tampoco han acabado de popularizarse, y al final las interacciones son limitadas: preguntar por el tiempo o establecer alarmas. Como apuntaba un exempleado de la compañía, "estábamos preocupados por haber contratado a 10.000 personas y acabar desarrollando un despertador inteligente".
En esa guerra por ganar en este segmento —competían especialmente con Google— ha habido fracasos importantes. El robot doméstico Astro, que planteaba una pequeña revolución en ese campo, se vendía por 1.600 dólares, pero se invirtieron 1.000 millones de dólares en crearlo y Amazon acabó abandonando el producto hace unas semanas.
Otros productos como la plataforma de streaming de videojuegos Luna —un teórico buen argumento para impulsar ventas de Fire TV Sticks y de juegos y accesorios— o las pulseras cuantificadoras Halo tampoco han acabado de cuajar y fueron canceladas en mayo de 2023.
Durante años la división de dispositivos mantuvo un régimen especial: no importaba que perdieran dinero, porque la visión era a largo plazo. La llegada de Andy Jassy, un líder enfocado en obtener beneficios, hizo que esa estrategia cambiara. Las divisiones tenían que ganar dinero, o habría recortes.
Es lo que ha ocurrido con productos como Astro o con Amazon Glow, que también perdía dinero con cada unidad vendida —solo se comercializó en EEUU— y que fue cancelado un año después de su lanzamiento.
El futuro de los altavoces Alexa parece también comprometido. La compañía está ahora trabajando en una versión supervitaminada del asistente en la que los modelos de IA generativa serán protagonistas y teóricamente ofrecerán prestaciones notables al servicio. Será rebautizado como "Remarkable Alexa", y la diferencia es que será un servicio de pago.
Se espera que dicha versión de Alexa se presente de forma inminente —quizás este mes—, tras lo cual podría formar parte de la actual familia de dispositivos Echo, o quizás de nuevos altavoces especialmente preparados para aprovecharla. Productos como las gafas inteligentes Echo Frames también podrían evolucionar en esa dirección y competir así con propuestas como las de Meta y Ray-Ban.
La pregunta, por supuesto, es si esta vez lograrán acertar. A priori, van a tenerlo ciertamente difícil: las suscripciones mensuales a servicios como ChatGPT Plus o Copilot 365 pueden ser interesantes para usuarios intensivos de estos chatbots, pero para evitar la fuga de usuarios deben demostrar ser realmente útiles. Veremos si Amazon consigue que el nuevo Alexa lo sea y se impulsen así los beneficios en una visión con un futuro complicado.
Imagen | Brandon Romanchuk
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