Así es como gana dinero... es una serie de artículos semanales de Xataka en los que analizamos el modelo de negocio de las grandes empresas tecnológicas: qué divisiones les dan beneficios reales y cuáles no, cuáles son los auténticos núcleos de estas compañías que han transformado al mundo. Hoy, una empresa algo diferente a las demás, que vive entre el engullimiento tecnológico que han provocado las grandes de Estados Unidos o Asia; y el anhelo de ser algo más que una teleco. La empresa más añeja que ha pasado por esta sección. Será centenaria antes de que termine esta década. Y española. Telefónica.
Contar la radiografía de Telefónica es contar el presente de una empresa sacudida por el paso de los años, obligada a elegir entre el incómodo camino de reinventarse para poder adaptarse a los tiempos y seguir siendo relevante, o conformarse con ofrecer una commodity como lo son la banda ancha fija y la móvil, y menguar en significado. Escogió lo primero. Y eso le hace especialmente interesante.
Muchos países y una nueva división
Telefónica se divide en filiales que agrupan su actividad en diversas regiones, así como en Tech, la división tangencial más reciente que vende servicios tecnológicos en nube (su negocio más destacado), ciberseguridad, Big Data o Internet de las Cosas, no telecomunicaciones en países concretos. Fue fundada en 2019 para ofrecer estos servicios digitales a empresas, sobre todo, nacionales.
Así, España, Reino Unido, Alemania, Brasil, Hispam y la mencionada Tech son sus divisiones. España sigue siendo la mayoritaria, donde logra casi un tercio de la facturación del grupo.
En España, y con sus servicios de telecomunicaciones, su actividad principal y por la que es más conocida, logró más de 14.000 millones de euros en ingresos en 2020, muy por delante de cualquiera de sus rivales. Incluso si se consuma la fusión de Orange y MásMóvil, que derivaría en una operadora líder en clientes tanto en móvil como en banda ancha, ni siquiera la suma de ambas en ingresos arrebataría el liderato a Movistar.
Este factor puede explicarse por sus paquetes de precios superiores en los que incluye emisiones deportivas en directo, algo que dispara el precio promedio por usuario; igual que sus servicios corporativos, donde es tradicionalmente fuerte y que aumenta el ingreso promedio por usuario.
No obstante, esta facturación viene marcada por dos matices. Por un lado, la evolución histórica de Telefónica en España acotada a sus servicios fijos, móviles y audiovisuales. Tras un incremento constante en la primera de´cada de siglo, la crisis de 2008 le hizo ir a la baja desde 2008 hasta 2015, cuando tocó mínimos de siglo con poco más de 12.000 millones de euros. Desde entonces recuperó la inercia positiva, si bien en el primer año de pandemia experimentó un retroceso en su facturación.
Una buena parte del aumento en facturación experimentado a partir de 2016 tiene que ver con la oferta de retransmisiones deportivas, con LaLiga y la Champions League a la cabeza; así como con el salto que pudo dar en su rol como operador televisivo con la compra de Digital+, aprobada en 2015.
En esta otra gráfica se puede apreciar con más claridad. Es la del número de abonados a la televisión de pago de cualquier operadora (Vodafone, Orange, Euskaltel, Telecable, R, etc) en la última década, y la cuota de mercado de Movistar en cada ejercicio.
Desde 2014, año en que se inició la compra de Digital+ y en que Movistar se convirtió en el gigante de la televisión de pago en España, empezaron a dispararse ambos indicadores, si bien Movistar lleva algunos años perdiendo cuota de mercado. Y en 2020, por primera vez en mucho tiempo, el número total de abonados disminuyó, algo que puede venir propiciado por el auge y consolidación de plataformas de vídeo bajo demanda que no requieren vincularse a un operador concreto, caso de Netflix, HBO y compañía.
En fijo y móvil también es líder, tanto en facturación, como vimos antes, como en cuota de mercado. Movistar incluye tanto a su marca comercial principal como a sus dos marcas alternativas, O2 y Tuenti. El resto también incluyen sus marcas alternativas, caso de Lowi y Vodafone; Jazztel, Simyo y Orange; o el largo porfolio del grupo Másmóvil, que incluye a Yoigo, Pepephone o Lebara entre otras. El apartado "resto" lo protagonizan principalmente Digi y Finetwork.
En los últimos años hay algunas vías de negocio de los que Telefónica se ha despedido, caso de Telxius hace menos de un año: la empresa de torres de transmisión en Europa y América Latina fue vendida por 7.700 millones de euros, un importe destinado sobre todo a reducir deuda, un problema que llegó a 52.000 millones de euros y que ha ido reduciéndose desde 2016 hasta menos de la mitad. Y continúa.
Así y todo, el enorme auge de Internet y la tecnología en las últimas décadas ha supuesto un arma de doble filo para la empresa. Privatizada en 1997 y pagada la crisis de las puntocom a principios de siglo, la crisis de 2008 llegó al mismo tiempo que el auge de los smartphones, y con ellos, de las OTTs, servicios ofrecidos a través de la red sin que las operadoras tengan control sobre sus contenidos y distribución. Al contrario que antaño, cuando enviábamos mensajes SMS y descargábamos contenidos de los portales WAP, ahora son servicios residuales y los consumidores apuestan por mensajería instantánea como la de WhatsApp y descargan a través de las tiendas de aplicaciones, no de los portales WAP de sus operadoras.
Esta tormenta perfecta, tratada de ser paliada ofreciendo servicios de valor añadido sobre las líneas de fibra y móvil, ha provocado una caída severa en el valor de la acción de Telefónica, que rozaba los 35 euros justo antes de la crisis de 2008 y hoy apenas supera los 5 euros.
Algunas operaciones, como la venta de activos (como la mencionada Telxius) para reducir la deuda o el acertado lanzamiento de O2 en 2018, que ya ha dado grandes frutos financieros, han provocado que 2021 cerrase con unos beneficios inéditos desde 2009, tras una tendencia a la baja que duró toda la década pasada.
En la actualidad, y desde hace un tiempo, la principal batalla de Telefónica, como de otros operadores, es conseguir mantener la relevancia y diferenciarse en el mercado de telecos para no caer en el papel de commodity y que sus ofertas sean indistinguibles, donde se contrata un mismo servicio para acceder a plataformas y servicios que sí logran diferenciarse. De ahí vienen los esfuerzos en ofrecer retransmisiones deportivas en exclusiva o en paquetizar servicios de esos terceros, como los acuerdos con Netflix o DAZN. U otros lanzamientos que no parecen haber dado demasiadas alegrías a las finanzas de la empresa, caso del altavoz con pantalla Movistar Home y propuestas en esa línea.
Otras propuestas similares son las ofertas añadidas a la fibra y el móvil, como Movistar Salud, Movistar Prosegur Alarmas o Legálitas para clientes profesionales: añadidos que refuerzan la percepción de valor y dificultan las portabilidades a otras operadoras. En el móvil son viscerales, en la fibra la toma de decisión es más larga y con estos añadidos es mucho más lenta. Mismo principio de retención que los smartphones "gratuitos" que lleva ofreciendo un año para que sus usuarios se queden al menos tres años en la compañía. Y también explica la apuesta por la división Tech: aprovechar desarrollos vendidos a terceros, no solo implementados para la actividad de la propia operadora. Algo que empieza a ser tendencia en las grandes empresas españolas: es el mismo movimiento que hizo LaLiga hace unos meses.
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