Cuando se abandona el teletrabajo basándose en opiniones y no en datos, se da lugar a los sesgos cognitivos. La vuelta a la oficina es un muestra
El teletrabajo lleva tres años instaurado como un modelo de jornada laboral eficiente en distintos perfiles profesionales que no requieren atención presencial con sus clientes. Sin embargo, pese a demostrar ser una herramienta valiosa para atraer y retener talento, aún hay altos directivos que rechazan el trabajo remoto y prefieren volver al esquema tradicional basado en la vuelta a la oficina.
Lo cierto es que, tras tres años de inmersión en el teletrabajo, los estudios realizados no arrojan conclusiones claras sobre la conveniencia de mantener a los empleados en remoto o hacerlos volver a la oficina. Esto ha generado fricciones entre ambas partes, que toman decisiones basadas en opiniones y creencias en lugar de en datos y certezas.
Ahora, la ciencia arroja luz sobre los sesgos psicológicos que llevan a los directivos a rechazar el trabajo remoto, incluso cuando podría beneficiar a sus empresas.
Sesgo de la aversión a la ambigüedad. El hombre es un animal de costumbres, por lo que, ante la falta de evidencias científicas, tiende al “más vale malo conocido que bueno por conocer”, reduciendo al mínimo la exposición al riesgo de cualquier cambio.
Los gerentes han desarrollado su carrera en un contexto presencial, y cambiar a un modelo remoto implica adoptar hábitos y procesos con los que no están familiarizados, percibiendo los puestos en remoto como más ambiguos y menos deseables, aunque ambos enfoques ofrezcan resultados equiparables.
Sesgo de la distancia social. El cerebro percibe microgestos y lenguaje no verbal de forma subconsciente. Lo que hace que se tenga tendencia a confiar más en las personas que están físicamente más cerca que en otras que trabajan en remoto, por mucha comunicación que haya en ambos casos.
Lo demostró un reciente estudio de la Universidad de Yale que ha estudiado la actividad cerebral durante las videollamadas y ha demostrado que las señales neuronales del cerebro se reducen significativamente cuando se conversa a través de una pantalla. "Zoom parece ser un sistema de comunicación social empobrecido en comparación con las condiciones en persona", ha declarado la autora principal del estudio Joy Hirsch.
Esa “desconexión” entre personas hace que algunos directivos no confíen en sus empleados y asuman que si no están bajo su presencia reducirán su productividad.
La falacia del coste hundido. Otro sesgo habitual en la toma de decisiones para la vuelta a la oficina es el sesgo de coste hundido. Este sesgo hace referencia a la toma de decisiones basada en lo que ya se ha invertido en un determinado proyecto, sin tener en cuenta su rentabilidad actual. Es como empeñarte en terminar un libro malísimo porque, total, ya llevas la mitad.
Muchas empresas invirtieron en costosas oficinas antes de la pandemia, y aceptar el teletrabajo como un modelo válido podría implicar reconocer errores en esa decisión. Algunos directivos se aferran a las oficinas como "costes hundidos", incluso cuando adaptarse a la nueva realidad implicaría menores costes a medio plazo para la empresa, al reducir el gasto en espacio para oficinas.
En Xataka | La vuelta masiva a las oficinas está deprimiendo la productividad por un motivo inesperado: el ruido
Imagen | Pexels (fauxels)
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